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"La UOC es referente en la mejora de campus virtual gracias a la investigación y el análisis de datos"

 

Foto: UOC

04/07/2018
Germán Sierra
Jordi Conesa trabaja cada día para mejorar la vida de los estudiantes, los profesores y el personal de gestión de la UOC.

 

 Es profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación y coordinador del ámbito de Ciencia de datos en salud (Health data science) del eHealth Center. Forma parte del grupo de investigación SmartLearn, desde el que lleva a cabo un trabajo de colaboración y supervisión en diferentes proyectos de análisis del aprendizaje (learning analytics) de la UOC, dirigidos a mejorar los procesos de enseñanza, aprendizaje y gestión utilizando los macrodatos que la comunidad de la UOC genera al usar del Campus Virtual. Entre el 19 y el 21 de junio presenta algunos de los proyectos de análisis de datos que se han hecho en la UOC en el marco del Congreso Internacional 'Next Generation Student Success Symposium'. En estos proyectos, puntualiza Conesa, han trabajado muchos profesionales de la UOC.

 

En la presentación que has terminado para el Congreso afirmas que la UOC es el paraíso para los científicos de datos, pero también el infierno...

Sí (sonríe). Es el paraíso porque en la UOC todo lo que hace el estudiante deja rastro: cuando entra en el Campus Virtual, su paso por el aula, el modo en que accede a los materiales, cuando escribe un mensaje, el tiempo que tardan en contestárselo... Toda esta información y mucha más queda registrada, y, por tanto, es objeto de análisis.

 

En este sentido, tenemos mucha más información que las universidades presenciales, más rica y más relevante. Pero es un infierno porque tenemos que ser muy cuidadosos al decidir qué mejoras se implementan y cómo.

 

Tecnológicamente es muy complejo hacer que un campus que gestiona más de cincuenta mil estudiantes integre nuevas funcionalidades, porque pueden tener un impacto negativo sobre la masa de estudiantes.

 

 Es decir, que hay que ponderar muy bien esta acción.

 Sí, antes de implantar cualquier cambio en el Campus debemos tener muy claras sus ventajas y sus riesgos, y se debe hacer muy ordenadamente. Si no tenemos las ventajas muy identificadas y no consideramos que sean significativas y que lo sean para más de un aula, puede ser complicado acabar implementándolas.

 

Hoy en día, hay muchas técnicas y disponemos de la tecnología para analizar todos estos datos. El problema no está en los procesos que hay que seguir, sino en decidir que las herramientas de mejora que se implementen sean realmente pertinentes.

 ¿Cómo nos pueden ayudar los datos en los diferentes procesos que se generan en la UOC?

 Nos ayudan en docencia, en gestión, y, en cuanto al estudiante, lo ayudan en el aprendizaje. Si analizamos lo que pasa dentro del Campus, veremos qué procesos se dan, cómo funcionan, cómo se pueden mejorar y agilizar; podemos saber qué pasa en el aula, incluso podríamos llegar a detectar casos en los que los estudiantes sufren estrés o angustia.

 

Los datos nos permiten saber cómo se accede a los materiales, cuáles se utilizan más, qué conceptos son más difíciles de entender o qué puntos del entorno de estudio son más conflictivos para el estudiante. Podemos ofrecer metodologías y contenidos más personalizados a cada uno de los estudiantes. Incluso podríamos ajustar las fechas de entrega de las actividades de aprendizaje de modo personalizado.

 

Si disponemos de toda la información sobre cómo funciona el proceso de aprendizaje, cualquier cosa que nos imaginemos para mejorarlo es posible.

 Proyectos presentados en el Congreso

En el Congreso Internacional 'Next Generation Student Success Symposium' presentas muchos de estos proyectos. ¿Nos puedes resumir los principales?

 Hemos hecho una primera clasificación según a quién ayudan estos proyectos, para quién generan conocimiento, y hemos establecido tres categorías: tenemos los proyectos de apoyo a la docencia, a los estudiantes y a la gestión para que la UOC mejore los procesos.

 

Hay proyectos de todo tipo (ludificación, predicción, visualización, etc.) y es difícil decir cuáles son los principales.

 

A mí me encantan los proyectos Treball@ y Orient@. Responden a una aventura que emprendimos en 2014, junto con el profesor David Bañeres y financiada por el eLearn Center.

 

Cuando empezamos poca gente creía que lo que proponíamos fuera viable: obtener información sobre los conocimientos que se piden en las ofertas laborales (a partir de portales web de anuncios), obtener información sobre los conocimientos que se trabajan en las asignaturas (a partir de sus materiales y sus actividades prácticas) y cruzar esta información para averiguar hasta qué punto la oferta formativa de la UOC (másteres, grados, asignaturas...) respondía a la demanda laboral. Y todo ello de manera automática, utilizando técnicas de análisis de datos y de procesamiento del lenguaje.

 

Finalmente, se crearon unos cuadros de mando para ver gráfica e interactivamente hasta qué punto enseñamos lo que se acaba pidiendo en el mercado laboral, y también para delimitar qué competencias debería tener y en qué asignaturas debería matricularse un estudiante que pretenda acceder a un determinado trabajo.

 También hay un proyecto que se basa en el análisis de emociones...

 Sí, tenemos un proyecto de termómetro emocional que analiza cuál es el clima emocional en las aulas. Utiliza el análisis del sentimiento, que ahora es tendencia, pero no tanto el del estudiante como individuo sino globalmente, porque creemos que las aulas tienen una tendencia propia.

 

También hablaré del proyecto Booter, que busca ayudar a los estudiantes de primer curso a hacer un cambio de hábitos que les permita afrontar el aprendizaje en línea con más garantías utilizando un robot. El robot se convierte en un «Pepito Grillo» que acompaña, motiva y ayuda a los estudiantes durante el período inicial.

 Uno de los proyectos estrella es el Tesla.

 Sí, es un proyecto europeo que proporciona herramientas para permitir una evaluación totalmente virtual (http://tesla-project.eu). Hasta ahora, el modelo de la UOC es virtual, pero hay un punto en el que nos tenemos que «encontrar» físicamente con los estudiantes, que es el examen final.

 

El proyecto Tesla quiere romper esta barrera, ofreciendo un entorno que permita identificar a los estudiantes virtualmente, garantizar su identidad, la autoría de lo que están haciendo, y llevar a cabo pruebas virtuales con todas las garantías. Para ello, aplicamos la investigación existente en el ámbito del reconocimiento facial y de voz, de la cadencia de la escritura con teclado y de sistemas antiplagio.

 

Ahora mismo se están haciendo pruebas piloto de este proyecto masivamente en varias universidades, entre ellas la UOC. Se espera haber probado la herramienta con más de quince mil estudiantes antes de final de año.

 Los proyectos en la Universidad

¿Como probáis los proyectos en la propia UOC? ¿Tenéis que contar con la complicidad de los estudiantes?

 Sí, normalmente el proyecto ya decide las asignaturas en las que hay que hacer las pruebas. En el caso del Tesla, por el alcance del proyecto, se hace una prueba masiva con miles de estudiantes. En otros proyectos, como el del termómetro emocional, sí se elige un entorno más controlado. En este caso, hemos elegido cuatro asignaturas para hacer la prueba de uso. Los estudiantes siempre están informados y si no quieren participar se buscan soluciones, como trasladarlos a otra aula donde no se haga la prueba.

 ¿Hay alguna universidad referente en investigación y análisis de datos para aplicar en mejora de procesos?

 En las universidades abiertas del Reino Unido y de Holanda se hace mucha investigación, pero no tengo claro cuánta de esta investigación se acaba implantando en sus campus. De hecho, si me preguntas por universidades que aplican la investigación y hacen mejoras en sus campus virtuales, sí, hay poca información, y en mi opinión la UOC se podría considerar un referente.

 

Por ponerte te un ejemplo: el proyecto Treball@, que analiza la salida profesional de los diferentes programas formativos de la UOC; fue un proyecto pionero y, cuando salió, ninguna universidad hacía nada parecido. Ahora me consta que hay universidades que trabajan en ello. 

 ¿Cuántas personas se dedican a estos proyectos?

 Hay proyectos de una sola persona, pero otros pueden llegar a tener equipos muy numerosos. En el proyecto Tesla, por ejemplo, colaboran dieciocho universidades y más de setenta personas.

 ¿Los proyectos se pueden llegar a comercializar?

 En teoría, sí. El Tesla es un ejemplo. Comenzó hace muchos años como un proyecto de innovación y terminó convirtiéndose en un proyecto europeo con el objetivo de lograr un conjunto de servicios que se pueden ofrecer a la sociedad: su objetivo es hacer esta transferencia tecnológica a la sociedad.

 ¿Qué visibilidad y posicionamiento puede dar el Congreso a la UOC?

 Los participantes son gente de primera línea de diferentes universidades y será una ocasión excelente para dar a conocer las herramientas y servicios que se han desarrollado aquí y para identificar todos los servicios necesarios para los estudiantes en un futuro. El Congreso se organiza desde la iniciativa DXtera (http://dxtera.org), pero también participarán miembros de otras universidades punteras.

 

La UOC, como miembro de DXtera, es parte de un grupo de universidades líderes, referentes y pioneras en cuanto a ofrecer las herramientas y los servicios tecnológicos que los estudiantes necesitan, no ahora, sino en el futuro. Además, al ser el hub europeo, se convierte en referente para todas las universidades y organizaciones que, de una manera u otra, quieran formar parte de DXtera.