7/7/16

Cómo superar un verano con suspensos

Cada septiembre los alumnos que han suspendido alguna asignatura en junio deben presentarse a los temidos exámenes de septiembre. Los suspensos se producen en todos los cursos. Casi un 16% de los alumnos españoles han repetido alguna vez en primaria. Según datos de la OCDE, el porcentaje sube a un 34% cuando el alumno termina la ESO. Es una cifra que queda lejos de la media de los otros países que forman parte de este organismo, donde el porcentaje de repetidores entre los estudiantes de 15 años es del 13%. Sin embargo, casar estudios y vacaciones es complicado. Guillermo Bautista, profesor de los estudios de Ciencias de la Educación en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), da algunas claves para que este matrimonio llegue con éxito a septiembre.
Foto: Silvina (CC)

Foto: Silvina (CC)

Hacer un plan de trabajo realista. Antes de ponerse a estudiar hay que hacer una planificación de estudio, durante las vacaciones, de las materias que hay que recuperar y, sobre todo, cumplirla. «Tener objetivos y lograrlos tranquilizará tanto al niño como a las familias, que probablemente tendrán que supervisar estos ratos de estudio», dice el profesor.

Estudiar con frecuencia pero no muchas horas. Se puede estudiar, por ejemplo, cinco días a la semana y descansar dos. Pero durante las vacaciones –apunta Bautista– el estudio orientado a recuperar unas asignaturas nunca debe convertirse en lo más importante.

Mejor estudiar por la mañana. «La hora del día, sin embargo, depende mucho del niño y del lugar donde se pasen las vacaciones», matiza el experto. Lo más importante es que el niño esté mínimamente motivado para estudiar y que el estudio le tome el tiempo de las actividades que menos le gusta hacer o que son menos importantes.

Estudiar en compañía ayuda. «Esto pasa siempre que la retroacción que se dan los unos a los otros sea positiva», dice Bautista. En este sentido pueden motivarse mutuamente, acompañarse en el aprendizaje y ayudarse.

Lograr el aprendizaje pasándoselo bien. «A pesar de que parece utópico, lo ideal es que el estudiante intente adquirir el aprendizaje por vías más entretenidas que poniéndose a estudiar ante unos apuntes», explica Bautista. Si ha suspendido historia, por ejemplo, se puede buscar una película y relacionar los hechos históricos que tiene que estudiar con los que narra el film. «No será fácil que lo haga de forma autónoma; por eso las familias deben tener presentes estas propuestas», deja claro Bautista.

El entorno tiene que ser rico y lúdico. Si lo enfocamos como un proceso inductivo –desde la práctica a los conceptos–, seguramente el niño estará más motivado para estudiar. Por ejemplo, se puede visitar un museo y después analizar aspectos sobre los artistas, su época o los movimientos y corrientes que están expuestos en la muestra. «Las bibliotecas del lugar donde pasamos las vacaciones también suelen ser un lugar agradable y que fomenta el estudio y el aprendizaje. La mayoría, además, ofrece actividades de carácter lúdico e intelectual», añade.

Incorporar el juego o la competición como técnicas de estudio. Como el niño ya va un poco contrarreloj, puede ser efectivo establecer un sistema de premios o compensaciones por los objetivos conseguidos. Ahora bien –deja claro este experto–, en ningún caso hay que olvidar fomentar la satisfacción por el gusto de aprender. «Dar ánimos y valorar los objetivos conseguidos también puede ayudar a aumentar la autoestima y la seguridad en estos niños que provienen de un cierto "fracaso" en las notas escolares».

Los padres solo deben ayudar a planificar. Según Bautista, todo lo que sea una supervisión constante por parte de los padres les generará estrés, a ellos y al niño. Tiene que ser el estudiante, pues, quien se responsabilice de sus obligaciones. «Hay que pactar y cumplir reglas y tiempos de estudio, y que el acuerdo sea firme y realista para que cumplirlo no sea una quimera», concluye.

Expertos UOC

Contacto de prensa

También te puede interesar

Más leídos