3/10/16 · Estudios de Ciencias de la Información y Comunicación

Las mil caras del selfie en Instagram

Los selfie es uno de los grandes protagonistas de Instagram y la versión más moderna del retrato. Lejos de ser una moda, se ha convertido casi en un género fotográfico. Desde la mítica selfie de Ellen DeGeneres en 2014 en la gala de los Oscars, el concepto ha madurado y se ha popularizado. Hasta ese momento las búsquedas en Google de esta palabra eran casi inexistentes. Ahora  el selfie llega a su plenitud y ha desarrollado una amplia estirpe de autorretratos. La investigación de la UOC Selfiestories y personal data se acerca al uso de Instagram como una auténtica herramienta de creación de contenido y al selfie como instrumento de narrativa personal.
Foto: Flickr: dr_zoidberg /(CC)

Foto: Flickr: dr_zoidberg /(CC)

Para algunos es una expresión narcisista; para Gemma San Cornelio, profesora de Ciencias de la Información y la Comunicación de la UOC e investigadora, «el selfie desplaza el tradicional uso de la fotografía del “esto es así” por el “yo estuve ahí”».  Por su carácter personal el selfie expresa una narrativa en forma de imagen, al mismo tiempo se inscribe en la cultura visual contemporánea a partir de las dinámicas de las redes sociales y la fotografía digital, explica San Cornelio.

Son muchas las variaciones existentes entre los selfies, algunas de ellas polémicas: autofotos de traseros (belfies), en el campo (felfies), de nacimientos (birthies), en estado de embriaguez (drelfies), con mucha gente (groufies), en sitios culturales (shelfies), etc. «Las etiquetas son fundamentales en Instagram: permiten entender determinadas prácticas sociales e identificar y recoger a posteriori este tipo de imágenes», afirma Toni Roig, investigador del grupo. La llegada de la red Instagram, hoy hace 6 años, disparó el número de imágenes de este tipo, consideran los investigadores.


Un hecho cotidiano y natural

En el año 2015, el número de apuntes en Instagram con la etiqueta selfie era de 320 millones; actualmente es de 271 millones. En los últimos años, el número de fotos etiquetadas con este concepto ha descendido, pero no el número de selfies, afirman los investigadores de la UOC. La explicación es simple: «Es un signo de "naturalización" de la práctica; se hace innecesario su uso porque todo el mundo es capaz de reconocer que es un selfie», explica San Cornelio. Tal y como demuestra la investigación, los usuarios consideraban redundante etiquetar con «selfie» una imagen que ya se entiende que lo es.

«En la historia del selfie, existen dos grandes ópticas, la psicológica y la cultural» añade Roig. En la primera, la concepción es negativa, el uso del selfie es visto como una actuación narcisita, peligrosa en las redes sociales y su influencia en la autoestima de los jóvenes. Por otra parte, la cultural, la relaciona con nuevas formas de comunicación basadas en la presentación del “yo”, como expresión de emociones y estados de ánimo. Para San Cornelio, «algunas de estas ideas estan ya muy asentadas en el imaginario social y popular».


Arma de activismo

«Existen visiones alternativas a la concepción del selfie como una práctica individualista, como aquella que busca el bien común» explica Roig; por ejemplo, aquellos que usan la autofoto en contextos activistas, para reivindicar colectivos minoritarios: los selfies transgénero, la presencia de imágenes de personas de color en las redes (#blackselfieday) o como protesta política por la obligación impuesta a las mujeres musulmanas de llevar velo con la etiqueta #meninjihab.  Otros usos del selfie  se emplean para construir historias de superación de enfermedades graves o retos personales, el #nomakeupselfieforcancer (selfie sin maquillaje por el cáncer) o #retounmillon por ejemplo.

El proyecto Selfiestories y big data, financiado por la Fundación BBVA, profundiza, en parte, en aquellos aspectos que se proponen para la movilización social o el compromiso con diferentes causas. «Nuestra investigación pretende saber si el selfie es una mera contribución al narcicismo en la sociedad actual o si es una forma de expresión comprometida», detalla San Cornelio.

«Más allá de los tópicos, el selfie ofrece abundantes ángulos de análisis», afirman los investigadores. Incorpora lo artístico y creativo, en la forma como se producen y tratan las imágenes con los filtros o encuadres; un componente narrativo, porque cuentan una historia, y un componente «social», al ser difundidas por la red, concluyen.

Expertos UOC

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