27/4/17 · Estudios de Derecho y Ciencia Política

La mediación suspende en el plan antibullying de Educación

Foto: Michal Parzuchowski / Unsplash

Foto: Michal Parzuchowski / Unsplash

El ministerio de Educación ha anunciado que las escuelas e institutos tendrán un docente que actuará de mediador para prevenir el bullying. La medida forma parte del Plan Estratégico de Convivencia Escolar que impulsa el mismo gobierno español y que también prevé, entre unas setenta medidas, la creación de un registro de los casos y reforzar en el temario de las oposiciones de acceso a docente las competencias sobre convivencia escolar. Profesores de Psicología y Criminología de la UOC alertan, sin embargo, que la mediación no es la vía para luchar contra el acoso escolar.

«El bullying no es un conflicto entre dos partes que no llegan a un acuerdo. Se trata de una escena de cuatro elementos –victimario, víctima, testigos y adultos– donde se practica la crueldad con una asimetría evidente. Por lo tanto, la idea de mediación no se puede aplicar en estos casos», explica el psicólogo José Ramón Ubieto, autor del libro Bullying. Una falsa salida para los adolescente.

En la misma línea la criminóloga y doctora en Psicología, Irene Montiel, puntualiza que la mediación es sólo un instrumento para casos muy concretos de conflictos interpersonales. «Para aplicarla se necesita partir de una situación igualitaria entre las partes, y en el bullying, por definición, existe un fuerte desequilibrio de poder, una relación asimétrica que debería equilibrarse», explica.

La criminóloga va más allá y apunta que en los pocos casos que se puede optar por la mediación como técnica de resolución del conflicto, el mediador no debería ser docente de la escuela –tal y como pretende el ministerio– para, así, garantizar su independencia e imparcialidad y, al mismo tiempo, evitar el bloqueo de los implicados en un caso de acoso.

Según los últimos datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicados este mes de abril, un 14% de los españoles de 15 años ha sufrido acoso escolar en algún momento de su vida.

«A pesar de que actualmente hay más conciencia social que favorece la visibilidad del acoso, las causas actuales del bullying tienen que ver con el descenso de la autoridad del maestro y con el protagonismo que tienen las nuevas tecnologías que sitúan la imagen como objeto de satisfacción de unos adolescentes que ya tienen que afrontar las exigencias que comporta la propia pubertad», explica Ubieto.


¿Qué hacen los otros países?

Una vez más Finlandia es el referente. La Universidad de Turku desarrolló lo que denomina programa KiVa, que entró en el aula en 2007. La primera en aplicarlo fue la ciudad de Espoo, donde había un alto porcentaje de acoso, y actualmente ya se ha extendido prácticamente a todas las escuelas finlandesas. Además, una decena de países, como Bélgica, Italia, Francia o Estados Unidos también lo han implantado.

Todos los docentes actúan como observadores ante posibles casos de acoso y, si se detecta alguno, se avisa a un equipo de profesores seleccionado previamente por el director, de acuerdo con su currículo y sus competencias, para que intervenga. Este grupo habla con los acosadores, las víctimas y los compañeros y, si es necesario, con los padres y hacen un seguimiento. El grupo de profesores recibe una formación especial y, además, la misma universidad les hace seguimiento, mediante encuestas, para ver qué se puede mejorar del programa.

Paralelamente, el plan contempla que cuando los alumnos tienen siete, 10 y 13 años asistan a una veintena de clases en que se les enseña por medio de dibujos y proyecciones, entre otro material, a detectar casos de acoso y a prevenirlos. «El programa –Cataluña aplica uno similar llamado TEI– funciona no porque se practique la mediación, sino porque los docentes colaboran en todo el plan de convivencia», matiza Ubieto. La clave –añade– es, pues, generar estrategias de participación y corresponsabilidad entre todos (alumnos, padres y familias) y, en el caso del alumnado, conseguir también que hablen con profesores y otros profesionales externos e internos que los ayuden a empatizar con el dolor que provoca la crueldad del bullying.

«Además, se basa en una prueba científica, que es evaluada mediante estudios rigurosos y que compara grupos control con experimentales, lo que les permite readaptarlo y mejorarlo», concluye Montiel.

Expertos UOC

Contacto de prensa

También te puede interesar

Más leídos