14/6/17

El 5 % de los niños sufren dislexia, el trastorno de aprendizaje más común

La tarea del logopeda es trabajar con estos niños desde muy pequeños
Foto: Aaron Burden / Unsplash (CC)

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Un niño de entre tres y cinco años que presenta retraso para memorizar los números, los colores o los días de la semana y al que cuesta manejar el lápiz puede ser disléxico. Un poco mayor, cuando tenga entre seis y once años, a la hora de leer cambiará el orden de las letras en las palabras. Estudios que se han realizado en España afirman que en torno al 5 % de la población infantil tiene dislexia y que es, por lo tanto, el trastorno más común. «Les cuesta mucho leer porque no han adquirido el proceso de transformar las grafías en sones, proceso que es muy sencillo para los que no sufren ningún trastorno del lenguaje», explica Llorenç Andreu, director del nuevo grado de Logopedia (UOC y UVic-UCC).

Además de la lectura, en la escuela se trabaja el lenguaje en otras dos modalidades: la expresión oral y la escrita. En el lenguaje oral, el principal trastorno es el trastorno específico del lenguaje (TEL), que afecta a un 7 % de los niños. «Sin ninguna causa que lo explique (no tienen ninguna pérdida auditiva ni ninguna discapacidad intelectual, etc.), no aprenden el lenguaje como los demás». Son niños que tienen «problemas graves» para poder expresarse cuando hablan y para poder comprender cuando escuchan a las personas que los rodean, dice Andreu. En cuanto a la escritura, el trastorno es la disgrafía y a menudo va asociada a la dislexia. «Muchas veces cuando estos niños tienen problemas de escritura también los tienen de lectura», apunta este experto de la UOC.


Los trastornos del lenguaje y el fracaso escolar van de la mano

Investigadores del grupo de investigación sobre cognición y lenguaje (GRECIL) de la UOC han detectado una importante relación entre los niños que sufren TEL y el fracaso escolar. Entre otras conclusiones, han comprobado que el 75 % de los niños con este trastorno presentan un bajo rendimiento académico –han repetido curso, reciben una educación especial o tienen el currículo adaptado o plan individualizado– y el 95 % reciben algún tipo de atención relacionada con la lengua.

Andreu enfatiza la importancia de trabajar con estos niños desde muy pequeños: «Si a una persona con dificultades le hacemos hacer un trabajo intensivo, el beneficio o el grado de mejora será mucho más alto que si nos esperamos a edades posteriores». Aquí interviene el logopeda, el profesional sanitario que se ocupa de la prevención, la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento de las alteraciones de la comunicación, los trastornos del lenguaje oral (TEL), los trastornos del habla (dislalias, diglosias, tartamudez y trastornos de la voz), las funciones orofaciales (disglosia, deglución atípica, etc.) y los trastornos de la lectura (dislexia y problemas de la comprensión lectora) y de la escritura (disgrafía).

Esta profesión ha ido adquiriendo cada vez más importancia desde que fue reconocida como profesión sanitaria en la Ley de ordenación de las profesiones sanitarias (LOPS). Su actuación ha ido ganando presencia en todos sus ámbitos de actuación: en los centros de estimulación temprana y en los centros de educación especial, en los centros de consulta ambulatoria y convaleciente y en los centros de consulta privada. La presencia del logopeda en los últimos años ha obtenido una relevancia especial en la atención de la disfagia y las disfunciones orofaciales, tanto en la etapa infantil como en la adulta. Precisamente, para formar futuros logopedas, la UOC y la Universidad de Vic ofrecerán el próximo curso, como una de las novedades académicas, el grado de Logopedia.


La tarea de los maestros

Además del trabajo específico que hará con el logopeda, es crucial que su problema sea atendido en el aula. El maestro tiene que dejar muy claro que no se trata de falta de motivación o pereza, ni tampoco de un nivel bajo de inteligencia. Algunas recomendaciones de los expertos es que se siente en las primeras filas, que se le valoren los aspectos positivos de su trabajo, además de evitar que lea en público y asegurarse de que ha entendido el material. Con estas y otras medidas se intenta evitar problemas de frustración y pérdida de autoestima, muy frecuentes entre los niños disléxicos.

Expertos UOC

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