22/6/18 · Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicaciones

La tecnología para combatir el fraude en la propiedad intelectual vulnera derechos fundamentales

Los expertos recomiendan a los usuarios leer con detenimiento las condiciones de uso de las aplicaciones para preservar el derecho a la intimidad y a la protección de datos
Foto: <a href="https://unsplash.com/photos/Q-RP-Or3tD4" target="_blank">Jacob Ufkes / Unsplash (CC)</a>

El teléfono móvil podría convertirse en un aliado en la detección de delitos. De hecho, LaLiga de fútbol profesional ya lo utiliza para perseguir a los bares y establecimientos públicos que emiten partidos de fútbol para sus clientes sin tener la licencia. Lo hace mediante los micrófonos de los teléfonos móviles de los más de diez millones de usuarios que tienen descargada la aplicación. El objetivo: terminar con los posibles fraudes de la Ley de la propiedad intelectual. Hoy por hoy, pues, cualquier usuario español que haya dado consentimiento a la aplicación de LaLiga para hacer uso de este aparato se convierte en un informador encubierto para los propietarios de los derechos de emisión televisiva de fútbol. Ahora bien, ¿esta práctica es lícita?

«Los medios tecnológicos son útiles para perseguir infracciones de propiedad intelectual, aunque a menudo corren el riesgo de infringir otros derechos fundamentales, como el derecho a la intimidad y a la protección de datos», asegura el profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC Miquel Peguera.

Peguera apunta que la tecnología «ha facilitado enormemente» la vulneración de los derechos de la propiedad intelectual en las redes digitales y, en su opinión, «no es extraño que en la persecución de las infracciones también se haga un uso intensivo de la tecnología». Sin embargo, añade que la estrategia que utiliza LaLiga «tiene límites», como los del principio de proporcionalidad, el derecho a la privacidad y el derecho a la protección de datos personales.

El comunicado de LaLiga respecto a esta práctica asegura que «la activación del micrófono y el geoposicionamiento del dispositivo solo tiene lugar en las franjas horarias de partidos» y que en cualquier momento el usuario «puede revocar su consentimiento en los ajustes del móvil».

El profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación Carles Garrigues apunta que la escucha mediante el micrófono de los móviles «no es una práctica habitual». Sin embargo, reconoce que técnicamente «es muy fácil» acceder al micrófono de un teléfono. «En este caso, probablemente, se hace uso de un logaritmo parecido al de la aplicación Shazam, que coge la información que capta del micrófono y la compara con el audio original del partido. A partir de ambos audios y la localización del restaurante, puede detectar un posible fraude en la Ley de la propiedad intelectual», explica.

De hecho, hace ya unos meses un programador informático también denunciaba que la aplicación móvil de Instagram espiaba a los usuarios por medio del micrófono. Lo descubrió después de ver un anuncio en la plataforma de un producto que él solamente había mencionado en una conversación privada con una persona y que jamás había buscado en internet. «Es fácil imaginar que otras aplicaciones hacen usos insospechados de la tecnología sin pedir el consentimiento específico del usuario», asegura Peguera.


¿Qué medidas pueden adoptar los usuarios?

Garrigues añade que la aplicación móvil tiene la obligación de preguntar al usuario si lo autoriza a hacer uso del micrófono, ya que está almacenándose información privada del usuario sin que él sea consciente. «Es muy difícil saber si una aplicación ha abierto el micrófono en un determinado momento y te está escuchando», asegura.

Peguera apunta que a la hora de hacer uso de la tecnología para la detección y persecución de infracciones es necesario que las herramientas que se utilicen «respeten todos los derechos fundamentales implicados».

Por ello los expertos recomiendan al usuario informarse de si ha dado permiso a la aplicación para que tenga acceso al micrófono y pueda registrar la voz del usuario. «El problema es que muchos usuarios, cuando aparece la ventana de las condiciones de uso y los permisos, no hacen caso y los aceptan sin leerlos», concluyen los profesores.

Expertos UOC

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