10/7/18

Mi hijo tiene TDAH: y ¿ahora qué?

Psicólogos clínicos recomiendan a los padres concentrarse en el aprendizaje y la escuela y advierten que la medicación no debe ser la primera opción
Foto: Unsplash

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Los diagnósticos por TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) se han multiplicado por 30 en España entre el año 2000 y 2012. El sistema sanitario público catalán, por ejemplo, atendió por TDAH al 1,5% de las niñas y al 4,2% de los niños de entre seis y 17 años. Gran parte de estos niños recibieron medicación, tal y como lo indica el Observatorio del Sistema de Salud en un informe monográfico, El TDAH afecta a muchas familias y al mismo tiempo no está exento de debate sobre si se diagnostica en exceso o se medica demasiado a los niños. ¿Qué papel deben ejercer los padres? Los expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) recomiendan que se concentren en la escuela y el aprendizaje. Además, advierten que medicar no debe ser la primera opción, sino una decisión muy razonada.

«Primero es la educación», afirma José Ramon Ubieto, psicólogo clínico, profesor de la UOC y coautor del libro Niñ@s hiper: «En un futuro la proporción de niños con TDAH disminuirá simplemente modificando las estrategias educativas», mantiene. En este sentido, Sílvia Sumell, también psicóloga clínica y profesora de la UOC, defiende que es esencial una «intervención escolar concreta». «Sabemos que no siempre es un camino fácil ni se tienen los recursos adecuados», admite. Estos niños y niñas, indica la experta, suelen necesitar más supervisión, clases bien organizadas y refuerzo positivo.

Ambos profesores coinciden en que es probable que se efectúe un diagnóstico excesivo de casos de TDAH. «Actualmente se habla más del TDAH y se dispone de más herramientas para detectarlo, pero posiblemente el umbral y la capacidad de padres y maestros de tolerar determinados comportamientos de un niño movido es más bajo, a la vez que la dificultad de poner límites en casa hace aumentar los problemas de comportamiento», apunta Sumell.

​En este sentido, para Ubieto es interesante aprovechar la hiperactividad de estos niños: «Se trata de que esta agitación no los excluya de los aprendizajes ni de las relaciones, sino todo lo contrario», detalla. «Si lo transformamos en una oportunidad educativa y no en un problema, nuestra percepción de las conductas TDAH como perturbadoras de un sistema y de un aula, propia del siglo XIX, cambiará», añade.

«En el libro se habla del caso de un chico muy hiperactivo que, con la música y el baile, consigue crear un lazo social y dejar de ser el freaky y el excluido de la clase», ilustra el experto. Es muy importante, aseguran los dos expertos, que cuando hay una actividad que desarrollan muy bien, como un deporte o tocar un instrumento, se potencie.

En cuanto a las dificultades de atención o la impulsividad, existen muchas herramientas sencillas que padres y maestros pueden utilizar. Es el caso de los juegos en parejas, como por ejemplo contar una historia a partir de ilustraciones: cuando uno explica, el otro tiene que esperar y seguir el hilo para poder continuar luego. También, recuerdan los expertos, existen recursos de realidad virtual o aplicaciones para ejercitar la atención y la concentración.


Medicar inmediatamente no es recomendable

Para los dos expertos, no hay que descartar medicar a los niños, pero tampoco debe ser la primera opción. «Siempre que sea posible, puede optarse por la vía del tratamiento psicológico; ya estaremos a tiempo de añadir el tratamiento farmacológico», indica Sumell. «Hay que tomar el eje educativo como central, y luego ir viendo qué otros elementos podemos situar», insiste en este sentido Ubieto.
«Va bien entrenar a padres, hermanos o abuelos para poder gestionar muchas situaciones de la mejor forma posible», recomienda Sílvia Sumell, quien indica que es imprescindible que toda la familia conozca el TDAH y pueda hablar de él. Pero, apunta Ubieto, esto no debe ser la explicación final de todo lo que le pasa al niño: «Una persona siempre es mucho más compleja que esta etiqueta».

Sumell recomienda a los padres cuidarse y tener su espacio tanto individual como de pareja. «Hay que transmitir a los hijos que hay que desear cosas y no renunciar a los proyectos sabiendo, eso sí, cuáles son los límites, para no convertir el deseo en una exigencia autodestructiva», apunta Ubieto. «Buscar la excelencia en los hijos es una forma de no querer conocer nuestras decepciones más íntimas», concluye.

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