24/7/18 · Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación

Practicar el egosurfing, clave para controlar la huella digital

Nueve de cada diez empresas reclutan talento por medio de las plataformas sociales. El nivel lingüístico y la capacidad de expresión de los candidatos son algunas de las pistas que se detectan en el entorno digital
Foto: <a href="https://unsplash.com/photos/ggZuL3BTSJU" target="_blank">SHTTEFAN / Unsplash</a>

Los jóvenes nacidos en los años noventa o a partir del año 2000, también conocidos como generación Z, son nativos digitales. Este colectivo no podría entender un mundo sin internet y las redes sociales, donde comparten todos los días sus pensamientos y elementos gráficos, que van desde fotos de la ropa que llevan puesta ese día hasta vídeos de fiesta con los amigos. Ahora bien, ¿qué impacto tendrán estas publicaciones en un futuro?

«La identidad digital es la huella que vamos construyendo día a día en las redes sociales, por lo que es un reto presente al que debe darse proyección de futuro», asegura la profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Teresa Romeu. Actualmente, «estamos inmersos en una revolución de las relaciones sociales, y como consecuencia de esta revolución el mundo fuera de línea y el mundo en línea están prácticamente integrados». Esto hace que muchas veces, añade, «los jóvenes publiquen en las redes sociales inconscientemente», sin pensar qué repercusión pueden tener estas publicaciones al cabo de los años.

Pero lo que es cierto es que una fotografía del Instagram o un comentario en Twitter ya pueden llegar a ser motivo para no conseguir un puesto de trabajo. «La huella digital puede costar el puesto de trabajo a un candidato si el reclutador encuentra aspectos negativos de él en las redes sociales como, por ejemplo, poca afinidad con los valores de la empresa o incoherencias con el currículo o la entrevista», asegura la profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC Gina Aran. Por ello, las profesoras apuntan que es importante «practicar el egosurfing». «Buscarse a uno mismo en los buscadores nos permitirá ver toda la información que eventualmente puede llegar a encontrar un reclutador o un usuario de internet», asegura Aran.

Según datos de Adecco-Infoempleo, casi nueve de cada diez empresas reclutan talento por medio de las redes sociales e indagan la reputación en línea del candidato antes de contratarlo, ya que «dan numerosas pistas sobre una persona antes de entrevistarla». «Pueden deducirse cuestiones como los conocimientos y la experiencia, la afinidad con la empresa, el nivel cultural, los intereses, los valores, las prioridades o aspectos referentes al nivel lingüístico y la capacidad de expresión», apunta la también socia directora del grupo Humannova. De alguna forma, pues, las redes sociales ya actúan como currículo de los candidatos.

«Todo lo que publicamos en las redes sociales es susceptible de ser visto por un reclutador o cualquier persona. Por ello, es importante compartir todo lo que pueda sumar valor a nuestra marca personal y abstenerse de hacer público todo lo que no quisiéramos que nadie supiera nunca de nosotros», razona Aran. Romeu apunta que las tecnologías han llegado para quedarse y que, por tanto, «es importante integrarlas con coherencia, responsabilidad y conciencia».


Consejos para proteger la huella digital

  • Elegir bien las redes sociales donde uno quiere estar presente. No hay que tener perfiles en todas las plataformas 2.0, ya que es mejor tener pocos bien gestionados que muchos descuidados. «Si estamos presentes en una red social, tenemos que participar porque, si no, generamos desconfianza, ya que la inactividad nunca está bien vista», asegura Aran.
     
  • Tener un blog o una página web propia. Puede ser una herramienta útil para crear la marca personal de uno mismo y para compartir información sobre nuestra profesión o nuestro sector. Podemos aportar noticias, expresar nuestras opiniones e informar sobre cualquier aspecto.
     
  • Respetar las normas básicas de convivencia. Hay que comunicarse de manera efectiva, respetar al resto de internautas y las normas de etiqueta y pensar siempre qué decir antes de difundir cualquier información. «Si en el pasado hemos hecho comentarios inapropiados, podemos corregirlos o borrarlos. Aunque no desaparezcan nunca de internet, será más difícil que un usuario normal los encuentre», explica Aran.
     
  • Conocer los derechos y los deberes de uno mismo. Debemos ser conscientes del uso que hacemos de nuestros datos. Por ello, es necesario configurar con detenimiento el perfil y la privacidad de las redes sociales, velando tanto por la seguridad de los dispositivos electrónicos como por la del propio acceso a las redes sociales.


Recurrir al derecho del olvido

Hay que tener en cuenta que la identidad digital puede ser gestionada por uno mismo o bien por terceros mediante etiquetado en fotografías o publicaciones ajenas. Ahora bien, si estos últimos hacen un uso ilícito de nuestros datos personales, siempre podremos recurrir a lo que se conoce como derecho del olvido, derecho de cancelación o derecho de supresión. «Cualquier información asociada a una persona identificada es un dato personal que puede ser retirado de internet», recuerda el profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC Miquel Peguera.

El derecho del olvido ya se ha ejercitado a menudo ante buscadores de internet como Google para que dejen de mostrar resultados que contienen datos personales. Ahora bien, el derecho del olvido no es un derecho absoluto, ya que «debe ponderarse con otros derechos fundamentales como la libertad de expresión y de información». «En todo caso, en internet es difícil hacer desaparecer completamente determinadas informaciones que contienen datos personales, dado que pueden reproducirse fácilmente en múltiples plataformas» concluye Peguera.

Expertos UOC

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