18/9/18 · Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicaciones

¿Qué beneficios tiene para el ciudadano vivir en una ciudad inteligente?

La participación directa del ciudadano en las decisiones de su gobierno y rutas de tráfico más ágiles son algunas de las mejoras de vivir en ciudades inteligentes

Los expertos alertan de que escoger a profesionales con una formación deficiente y falta de competencias para el desarrollo de las ciudades inteligentes puede llevar al fracaso de los proyectos
Foto: Adrian Schwarz / Unsplash (CC)

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España es el sexto país de la Unión Europea (UE) con el precio más caro de la energía eléctrica en los hogares, según los datos publicados por Eurostat. Si los españoles pudieran saber en tiempo real el gasto energético que están realizando seguramente cambiarían sus patrones de consumo. «La optimización del consumo energético y una óptima gestión de los recursos son algunos de los beneficios de vivir en una SmartCity o ciudad inteligente», afirman los profesores José Antonio Morán y Carlos Monzo, de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC. «Permite a los ciudadanos actuar e intervenir en diferentes procesos de toma de decisión relacionados con la sostenibilidad y la eficiencia energética de las ciudades y de sus hogares», afirman.

Según la ONU, en el año 2050 el 68% de la población mundial vivirá en ciudades; actualmente lo hace el 55%. Esta creciente concentración de poblaciones supondrá nuevos retos y necesidades. «El aumento del consumo de recursos, una mayor movilidad, la necesidad de reducir la huella ambiental y aumentar la participación ciudadana en decisiones que le afecten serán algunos de los problemas futuros», explica Morán. Algunas ciudades como Madrid o Barcelona ya se han puesto a trabajar en este ámbito y se han situado en el Índice IESE Cities in Motion 2018 en las posiciones a nivel mundial número 25 y 26, respectivamente.

«Aún queda mucho que hacer. Las ciudades inteligentes pretenden mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y conectarse con ellos», afirma Morán. Gracias a la tecnología del big data y el internet de las cosas (IoT) se recogen y analizan millones de datos para tener un conocimiento casi instantáneo de todo lo que sucede en un entorno urbano. «Esta conexión entre ciudad y tecnología es la base para la creación de servicios y para quienes cohabitan en ella, ya sean ciudadanos, empresas o instituciones», añade Monzo. Según los expertos, los principales beneficios son:

  1. Ciudades más participativas, en las que los ciudadanos toman a diario decisiones gracias a un nuevo modelo de gobernanza, con una administración más ágil y accesible. Por medio de sistemas de toma de decisiones horizontales con modelos de administración electrónica, dispositivos y objetos hiperconectados, se aumenta la participación de la ciudadanía y se da un uso más transparente y eficiente de los servicios y recursos.

    Algunos ejemplos sobre participación ciudadana son las iniciativas de Rubí o Esplugues de Llobregat, en la provincia de Barcelona, donde sus vecinos deciden en qué se gasta parte del presupuesto de su municipio.
     
  2. Ciudades más cómodas, en las que se agilizan los desplazamientos y se fomentan las energías limpias. «Gracias a la tecnología, el ciudadano dispondrá de un transporte más eficiente mediante el conocimiento de rutas en tiempo real y con una gestión inteligente de los semáforos según el tráfico», considera Monzo. También hay otras iniciativas que fomentan nuevos modelos de turismo (coche autónomo, taxi, coche eléctrico…), el uso compartido de vehículos (carpooling), sistemas de aparcamiento inteligente mediante el móvil o infraestructuras para mejorar la movilidad (carriles bici, zonas de control de tráfico rodado, supermanzanas, espacios peatonales). Sevilla ya está llevando a cabo algunos proyectos como la Smart Accessibility, Tourist and Events, que se pondrá en marcha el próximo verano.
     
  3. Entornos urbanos eficientes, en los que no se desperdician recursos. «Mediante la tecnología se implantan sistemas dirigidos al desarrollo sostenible y la eficiencia energética que racionalizan los consumos y evitan situaciones de falta de suministro en el entorno urbano», explica Morán. Esto incluye, entre otros aspectos, mejorar la calidad y diseño de los edificios —lo que se conoce como edificios inteligentes o smart buildings— o utilizar modelos de producción y consumo como los que promueve la economía circular.


¿Quién debe gestionar las ciudades inteligentes?

«El desarrollo de las ciudades inteligentes o smart cities conlleva ciertos riesgos en su ejecución que pueden llevar al fracaso de los proyectos», alerta Monzo. «Los profesionales cualificados con una formación interdisciplinar y en especial los ingenieros de Telecomunicación en el desarrollo de las infraestructuras y seguridad de las comunicaciones deberían tener un papel clave en estos proyectos y actualmente no siempre es así», añade Morán.

Para hablar precisamente sobre la importancia de los profesionales de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el desarrollo de este tipo de ciudades, el jueves 20 de septiembre la ciudad de Sevilla será el punto de encuentro de la jornada El rol de los profesionales TIC en el desarrollo de la Smart City, que organizan los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya.

Actualmente, en España existe una profesión regulada para el diseño e implantación de estas infraestructuras, que son los ingenieros técnicos de Telecomunicación y los ingenieros de Telecomunicación. «Un mal diseño de base puede llevar a servicios que no puedan ser escalables en el futuro, ni interconectarse con otros servicios, no asegurar la privacidad, etc.», concluyen los expertos.

Expertos UOC

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