5/8/16

¿El verano pasa factura a las relaciones de pareja?

La velocidad del día a día, con el trabajo, los hijos, las obligaciones, hace que las parejas tengan pocos ratos para pasar juntos durante el año. Por eso, muchos aprovechan el verano para compensarlo, compartir momentos de tranquilidad y nuevas experiencias y quizás arreglar aquellos problemas que han ido surgiendo durante el año y que no se han llegado a resolver por falta de tiempo, de ganas... Pero a veces un viaje de vacaciones puede acabar dinamitando la relación de pareja. Mireia Cabero i Jounou, experta en Psicología Positiva y Bienestar Emocional de la UOC, ofrece algunos consejos para mantener una relación sana, con y sin hijos.
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Foto: Flickr / Carlos ZGZ (CC)

Según los datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), al volver de vacaciones en 2015, después de que los juzgados reabrieran las puertas a partir de septiembre, se tramitó un 26 % del total de divorcios que tuvieron lugar durante todo el año. Porque muchas veces es justamente en verano cuando las parejas intensifican su relación: tienen mucho más tiempo para pasar juntos y eso puede ser tanto positivo como negativo. A veces se refuerza la relación; pero otras surgen problemas que habían pasado desapercibidos o se hacen mucho mayores de lo que eran. Muchos piensan que las crisis de pareja se pueden resolver con un viaje de verano, pero puede pasar todo lo contrario, porque las soluciones se tienen que trabajar de una manera mucho más profunda y continuada.


Las claves para mantener una relación sana

A veces las relaciones se alargan por comodidad o por falta de reflexión sobre los propios sentimientos, y es en las crisis cuando esto sale a la luz. Es en los momentos más complicados cuando es más fácil tirar la toalla, pero también cuando se demuestra la solidez de una relación. «Encuentra el sentido que tiene para ti estar con tu pareja y el sentido que tiene para ti el amor que compartís, sobre todo hazlo en momentos críticos», aconseja Mireia Cabero i Jounou, experta en Psicología Positiva y Bienestar Emocional de la UOC, porque «cualquier conflicto o distancia tiene que ver con los dos y es responsabilidad compartida».

Por eso es importante estar seguro de lo que sientes por aquella persona con quien compartes la vida, dedicar tiempo a valorar tus sentimientos y tu manera de actuar hacia el otro. «Sé generoso y regálale, siempre que puedas, la mejor versión de ti mismo», dice Cabero, porque a veces somos nosotros mismos los que hemos contribuido a crear las situaciones de las que nos quejamos. Tenemos que ser capaces de generar circunstancias positivas, en las que aparezcan las emociones que unen a la pareja, que refuerzan el proyecto en común y la confianza mutua.

Pero lo más importante es saber disfrutar al máximo de lo que tenemos y de lo que vivimos en pareja, de cada momento compartido.


Retos de las parejas con hijos

La vida cambia cuando la familia se amplía. Es un tópico pero es cierto. Y también la relación de pareja varía. Conseguir mantener el equilibrio se hace más complicado cuando tenemos niños bajo nuestra responsabilidad. El proyecto en común crece y gana peso y es en las vacaciones de verano cuando esto se hace más visible, porque se pasa más rato en familia. «La intensidad de la convivencia nos puede esclavizar o raptarnos. Dales a tus hijos tiempo, energía, sorpresas y todo lo que quieras, y date al mismo tiempo a ti un poco de todo eso también», recomienda Cabero. Tenemos que saber cuidarnos también.

El ocio y el descanso son importantes, y conocer lugares nuevos y enseñarlos a los más pequeños también. Pero durante las vacaciones también surge un dilema: ¿cómo continúa la educación de nuestros hijos cuando están fuera de la escuela? «Los meses de verano favorecen más tiempo juntos de juego, de reflexión, de observarnos con detenimiento. Todos esos ratos juntos con una rutina menos exigente nos permiten hacer frente a nuevos valores o aprendizajes que queremos que estén más presentes en casa, en los niños y en nosotros», explica Cabero. Porque también es importante saber bajar el ritmo, deshacernos de las prisas, de las exigencias del día a día y liberarnos de las rutinas. En esos momentos, «podemos volver a ser todos un poco niños y hacer aquello que durante el año no se puede hacer, o no nos dejamos hacer. Que nuestros hijos vean nuestra cara más sorprendente y más cercana a ellos», aconseja la experta en Psicología Positiva y Bienestar Emocional de la UOC.

Es en estos ratos de vida tranquila y descanso cuando mejor podemos descubrir cómo van cambiando nuestros hijos, cómo se hacen mayores, cómo maduran. Son momentos bonitos para poder admirar esos cambios, también los que se producen en nosotros mismos, cómo nos hemos ido convirtiendo en los padres y las madres que somos. Es entonces cuando la calma nos permite hacer un ejercicio de reflexión interna para descubrir qué podemos cambiar para hacer que todo sea mejor todavía. «Comprométete a cambiar pequeños detalles a fin de que tus hijos puedan crecer con más libertad, respeto, armonía, paz y alegría en casa», concluye Cabero.

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