20/10/16

¿Cómo llegar a tener un sistema educativo como el finlandés?

El sistema educativo finlandés está en el punto de mira de medio mundo gracias a los buenos resultados obtenidos en el informe PISA, mientras que el nivel de los estudiantes españoles no llega ni a la media de la OCDE. ¿Cuál es la clave del éxito del modelo finlandés, que apenas este curso ha incorporado un nuevo cambio en el currículo? ¿Cómo se podría acercar el sistema español al nórdico? Algunos expertos de la UOC señalan que el primer paso sería contar con una legislación más estable y no tener una nueva ley cada vez que hay un cambio de gobierno. Aseguran también que habría que tener más en cuenta las investigaciones y evidencias científicas en educación para poder irse adaptando a las nuevas necesidades de la sociedad.
Foto: Unsplash; Poodar Chu

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Acaba de empezar un nuevo curso escolar con el fantasma de las reválidas a final de ciclo, una de las novedades que incorpora la Ley orgánica para la mejora de la calidad educativa (LOMCE). Más conocida como Ley Wert, esta reforma ya es la séptima reforma educativa en España desde 1970. En Finlandia, en cambio, «no ha habido cambios sustanciales desde 1978», explica el profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Albert Sangrà. De hecho, Sangrà, que es director de la Cátedra UNESCO, cree que «la estabilidad del sistema es lo que les ha permitido recoger buenos resultados al cabo de los años».

Sin embargo, si tienen unos resultados tan buenos, ¿por qué era necesario un cambio? «El nuevo currículo finlandés busca más bien una actualización y una mejor adecuación a las demandas sociales», asegura Lourdes Guàrdia, directora del máster universitario de Educación y TIC (e-learning) del eLearn Center de la UOC. Esto implica tener más en cuenta el papel relevante de las TIC, que son, precisamente, una de las siete áreas básicas que se trabajan en las escuelas finlandesas. «Eso sí, solo introducen las nuevas tecnologías cuando tiene sentido hacerlo para facilitar un cambio metodológico más profundo», aclara Albert Sangrà, que considera que aquí aún no creemos lo suficiente en las TIC. Para él, es totalmente absurdo sustituir pizarras de tiza por pizarras digitales o libros de texto por ordenadores portátiles si este cambio no se acompaña de nuevas metodologías.

¿Cómo nos podemos acercar, pues, al modelo finlandés? Según Lourdes Guàrdia, «hay que estar al día, adaptarse a las nuevas necesidades y educar para el contexto actual, y esto pide una revisión permanente del sistema educativo y capacidad de adaptación». El profesor Sangrà, además, reclama menos burocracia y unos sistemas de toma de decisiones más ágiles, para que los resultados de la investigación puedan tener un mayor impacto en las decisiones políticas en materia educativa.


Más atención a la evolución del alumno

Cataluña y Andalucía ya han anunciado que no aplicarán las reválidas de la LOMCE y hay once comunidades autónomas más contrarias a estas pruebas, que, muy claramente, apuntan en sentido contrario al sistema educativo finlandés. Y es que en Finlandia prácticamente no se realizan exámenes, ni se ponen notas cuantitativas, sino que se elaboran unos informes en los que se observa la evolución del alumno. De esta forma, no se los compara con otros alumnos, sino con ellos mismos, porque «el objetivo es superarte a ti mismo», afirma Albert Sangrà.

Para el profesor Sangrà, el sistema de exámenes de aquí no acaba de funcionar, «porque no evalúa lo que decimos que queremos evaluar». Hay demasiada obsesión para cuantificar el aprendizaje de los alumnos y no tanto para saber si realmente aprenden, si ha habido una evolución. Por su parte, Lourdes Guàrdia ve imprescindible implicar al alumno en el sistema de evaluación, que, de hecho, debería ser parte del proceso formativo.

Albert Sangrà aún iría más lejos. Piensa que es el momento de realizar cambios en profundidad: en el contenido del currículo, o sea, en lo que hay que aprender; en los horarios, o sea, en cuándo hay que aprender -que incluiría un debate sobre si se deben poner deberes-, y también en las metodologías, en cómo hay que aprender.


Menos empollar y más aprender

En vez de intentar aprender nombres y cifras o conceptos vinculados a una sola disciplina teórica, se debería trabajar mediante proyectos que relacionen diferentes contenidos y materias, unos proyectos que respondan a la realidad que rodea a los niños y niñas, explica el profesor Sangrà. De este modo, «lo que se aprende tiene más sentido y se fija mucho mejor en el pensamiento». Lourdes Guàrdia es del mismo parecer: «Contextualizar los aprendizajes es fundamental; hay que despertar el interés de los estudiantes haciéndoles entender por qué necesitan aprender un concepto o desarrollar una habilidad».

El nuevo currículo finlandés propone un sistema de trabajo por proyectos en el cual diferentes profesores pueden trabajar con varios grupos de alumnos a la vez, y en el que se abordan temas y fenómenos que les interesan a ellos. Los alumnos participan tanto en el diseño y el desarrollo de la actividad como en su evaluación. «Aquí ya hay escuelas más avanzadas que han empezado a trabajar con metodologías similares», puntualiza Lourdes Guàrdia, pero no es ni mucho menos un fenómeno generalizado.

En Finlandia, las diferencias entre las escuelas son mínimas. Todos los centros son de gran calidad y los padres no se enfrentan al hecho de tener que elegir la escuela según el proyecto educativo y según las instalaciones, sino que van a la que tienen al lado de casa. El sistema finlandés se fundamenta en una apuesta clara por la escuela universal, pública y gratuita para todos, que asegura la igualdad de oportunidades de los alumnos.

Por el contrario, aquí cada año muchas familias viven de manera angustiosa el proceso de tener que elegir centro, y no se ha potenciado la escuela pública. De hecho, uno de cada tres niños va a la escuela concertada.

Expertos UOC

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