23/11/15

«La tecnología hará bajar los precios de la enseñanza, como ha hecho en tantos otros sectores»

Foto: UOC/Roger Cassany

Foto: UOC/Roger Cassany

Burck Smith ,

Si la inversión en tecnología reduce los costes en todos los sectores, ¿por qué en el campo de la enseñanza los precios suben? Esta es la pregunta que Burck Smith, director general y fundador de StraighterLine, empresa proveedora de cursos universitarios por internet en Estados Unidos, se hizo hace ya más de una década. Convencido de que la aplicación adecuada de la tecnología debe servir para mejorar la vida de los ciudadanos, tanto cualitativamente como económicamente, fundó primero Smarthinking y, después, StraighterLine, dos compañías de enseñanza por internet. Tenía el propósito de demostrar que, efectivamente, la innovación tecnológica también puede beneficiar, en todos los sentidos, a la enseñanza. Ha estado en Barcelona invitado por la Cátedra UNESCO de Educación y Tecnología para el Cambio Social y hemos hablado con él de la estrategia de StraighterLine, de tecnología, del futuro de la enseñanza y de cómo internet puede también hacer bajar los precios en la enseñanza.

Si la inversión en tecnología reduce los costes en todos los sectores, ¿por qué en el campo de la enseñanza los precios suben? Esta es la pregunta que Burck Smith, director general y fundador de StraighterLine, empresa proveedora de cursos universitarios por internet en Estados Unidos, se hizo hace ya más de una década. Convencido de que la aplicación adecuada de la tecnología debe servir para mejorar la vida de los ciudadanos, tanto cualitativamente como económicamente, fundó primero Smarthinking y, después, StraighterLine, dos compañías de enseñanza por internet. Tenía el propósito de demostrar que, efectivamente, la innovación tecnológica también puede beneficiar, en todos los sentidos, a la enseñanza. Ha estado en Barcelona invitado por la Cátedra UNESCO de Educación y Tecnología para el Cambio Social y hemos hablado con él de la estrategia de StraighterLine, de tecnología, del futuro de la enseñanza y de cómo internet puede también hacer bajar los precios en la enseñanza.

¿Cómo funciona StraighterLine?

StraighterLine no es más que una vía diferente a la convencional para comenzar la carrera universitaria de manera asequible, sin matrículas abusivas y con un riesgo muy bajo. Ofrecemos sesenta asignaturas por internet que comienzan con un periodo de prueba, gratuito. Después cada asignatura cuesta 99 dólares al mes y, si se hace entera, 49 dólares más. La matrícula de cada una de estas asignaturas puede costar en una universidad norteamericana más de 5.000 dólares. La diferencia es muy grande y nosotros queremos ayudar a cambiar esta tendencia y a hacer bajar los precios de la enseñanza universitaria de Estados Unidos haciendo un uso provechoso de la tecnología.

Pero StraighterLine no es una universidad...

No, en realidad somos un proveedor privado de cursos universitarios. Y no ofrecemos ninguna carrera completa. Pero en cambio tenemos convenios con las universidades y las asignaturas cursadas con nosotros tienen la misma validez y pueden convalidarse íntegramente. Si un estudiante cursa una asignatura de Psicología o de Economía con nosotros, puede convalidarla directamente con la asignatura de su carrera y en la universidad donde está matriculado. Tenemos acuerdos con más de cien universidades de Estados Unidos y ofrecemos sesenta asignaturas, que suelen ser comunes a muchas carreras y que forman parte de los primeros cursos. Este año ya tenemos veinte mil estudiantes, que pueden cursar una parte de la carrera por internet y a un coste muy asequible.

¿Cómo surgió la idea?

Yo tengo formación en políticas públicas y me interesan tanto la enseñanza como la tecnología. Me hice la siguiente pregunta: ¿por qué los precios en la enseñanza universitaria suben en vez de bajar si cada vez tenemos más tecnología? Es decir, a pesar del crecimiento tecnológico y el uso que se hace de la tecnología en el sector de la enseñanza, los precios de las universidades suben, mientras que en cualquier otra industria, cuando usamos la tecnología, los precios bajan. ¿Por qué en el caso de la enseñanza es diferente? Aquí hay un problema, me dije. La respuesta a la que llegué es que la enseñanza no funciona como el resto de mercados. En otros mercados, la aparición de la competencia haría bajar los precios, pero en el mercado universitario cuesta mucho convertirse en un nuevo competidor: hay que obtener una acreditación especial y ofrecer carreras completas. Por tanto, es imposible entrar en el mercado universitario como nuevo competidor.

Pero vosotros lo habéis hecho, ¿verdad?

En cierto modo. Es decir, una vez entendido que el mercado es diferente, hicimos dos reflexiones. La primera: los cursos por internet son económicos, no cuestan tanto dinero como los cursos presenciales. Los únicos costes son el tiempo de los profesores, la calidad de los contenidos y el software necesario para distribuir estos contenidos. Todo ello es mucho más económico que un aula presencial en una universidad. Lo que decidimos en StraighterLine fue ofrecer cursos en línea a precios justos y ajustados. Y decidimos que, en vez de ser una universidad, podíamos establecer relaciones con las universidades y garantizar la transferencia de créditos. Empezamos a pensar en ello en 2008 y desde 2010 no hemos parado de crecer.

¿Cómo lo hicisteis para que las universidades aceptaran vuestra propuesta? ¿No os veían como competidores o intrusos?

Sí, al principio costó. Nos hacían dos preguntas. La primera: ¿por qué sois tan económicos? Una misma asignatura puede costar 5.000 dólares en una universidad y 150 o 200 con nosotros, mientras que los créditos son los mismos y con la misma validez. Las universidades nos decían: debe haber algún problema, no puede ser tan económico. Y nosotros les decíamos: no hacemos nada diferente, solo fijamos precios ajustados a los márgenes. La segunda pregunta que nos hacían: ¿qué interés deberíamos tener las universidades para trabajar con vosotros? La respuesta resultó ser sencilla: las universidades gastan mucho dinero para atraer a alumnos, para hacer marketing. Un convenio con nosotros podía ser un valor añadido, una vía de atracción. Solo hacemos unas pocas asignaturas, o sea que si un estudiante elige una determinada universidad porque sabe que puede empezar haciendo dos o tres asignaturas con nosotros y el resto presencialmente, a la universidad le sale a cuenta.

Es decir, ¿al principio las universidades os rechazaban y ahora os ven como un valor añadido?

Sí, exacto. Hemos pasado de ser una amenaza a ser un valor añadido para las universidades, sin haber cambiado nada en nuestra manera de hacer las cosas. Costó hacerles entender que StraighterLine podía convertirse en un elemento de marketing para la competencia entre universidades. De hecho, ya ha pasado, porque para una universidad establecer un convenio con nosotros es gratuito, y pueden decir a los estudiantes potenciales para captarlos que tienen la opción de cursar algunas asignaturas por internet a costes mucho más reducidos. En 2010 teníamos cuatro universidades asociadas, y ahora tenemos cien. Poco a poco son las propias universidades las que vienen a nosotros e incluso nos envían estudiantes que tienen dificultades económicas para pagar las matrículas. Tanto universidades como estudiantes han ido entendiendo que nuestro modelo es de alta calidad, que funciona, que es flexible y que es asequible. Y, en el fondo, hacemos algo aún mejor: hacemos presión para bajar globalmente los precios.

¿Cree que en la enseñanza sucederá lo mismo que ha ocurrido en otros mercados como la música, los viajes, etc., en los que la tecnología ha redefinido el mercado y ha acabado por reducir los precios?

Si en enseñanza no ha ocurrido hasta ahora es porque hay barreras que no hay en otros mercados. Efectivamente, la tecnología hará bajar los precios de la enseñanza, como ha hecho en tantos otros sectores. Pensemos en la industria de los viajes: había miles de agencias de viajes para vender billetes de avión y estancias en hoteles; ahora quedan pocas y prácticamente no va nadie porque se puede hacer todo por internet y de manera más económica. Los intermediarios han desaparecido. Ahora los consumidores van directamente a la fuente. Ha pasado en los viajes, en las finanzas, en el alojamiento, en los taxis, etc. Pero en la enseñanza universitaria los intermediarios son las universidades tradicionales, que continúan controlando el mercado en un sistema regulador muy complejo. La enseñanza universitaria es un mercado muy subvencionado y regulado, por lo que este cambio motivado por la tecnología y que debe terminar bajando los precios llega tarde.

¿Y cuándo llegará ese momento?

Es cuestión de tiempo. Y atención, ya hemos visto la aparición con éxito de los MOOC o cursos en línea abiertos y masivos, de proveedores de asignaturas como nosotros, iTunes U, etc. Acabará pasando y esto forzará a cambiar también la regulación. Tened en cuenta que los modelos de negocio con más éxito en el ámbito de los servicios se han desarrollado en mercados que han luchado por una mejor regulación de las políticas públicas: Über en los taxis, RBnB en los hoteles, etc. Quizás estos negocios tienen elementos no siempre positivos, pero obligan a cambiar regulaciones y a bajar precios. Y esto es interesante. Creo que son cambios inevitables; lo que hay que hacer es ser creativos en la manera de regularlos. En cualquier caso, prohibirlos no es la solución.

¿Cómo ofrecéis las asignaturas por internet? ¿Con qué sistema y con qué profesores?

Dividimos el rol del profesor universitario en tres ámbitos. Es decir, cada asignatura la diseña y prepara un profesor experto. El seguimiento cotidiano del curso lo hace una figura diferente, un tutor. Y hay una tercera figura que asesora al estudiante en todo momento. Es un sistema que funciona muy bien y está muy bien considerado por los estudiantes.

Por lo que explicas, se parece mucho al sistema de la UOC, ¿no?

Sí, exacto. De hecho, el sistema de la UOC es absolutamente innovador y lo hemos seguido desde el principio. Es un sistema contrastado, que también se utiliza en otras universidades en Europa y en Estados Unidos. Nosotros quisimos dar un paso más y sin ser una universidad ofrecer cursos universitarios con el beneplácito de las universidades. Poco después aparecieron los MOOC y la enseñanza por internet explotó. Y, además, es en un contexto en el que la distinción entre universidades y asignaturas ofrecidas por proveedores como nosotros, en Estados Unidos, se diluye.

¿Os habéis planteado trabajar con universidades de fuera de Estados Unidos?

Espero hacerlo, pero depende mucho de cómo el mercado universitario está construido en cada país, cómo está regulado, subvencionado, etc. Si en un país hay un sistema público de universidades, totalmente subvencionado, nuestro modelo de negocio puede parecer inoperativo, pero también es cierto que los presupuestos cambian y el dinero público destinado al sistema universitario se ha reducido en general. Esto es lo que ha pasado en el Reino Unido, por ejemplo, donde las matrículas se han duplicado o triplicado. Tengo entendido que en España también ha pasado en menor medida, tanto en la pública como en la privada. Si los precios suben, nosotros u organizaciones como la nuestra podemos tener un papel.

La tecnología cambia los mercados, pero también puede cambiar la forma en la que aprendemos y enseñamos. ¿Las nuevas generaciones están más acostumbradas a aprender mediante internet?

No tengo la respuesta, pero es cierto que mi hijo mediano toca canciones de rock maravillosamente con la guitarra solo a partir de tutoriales de YouTube. Yo creo que la gente aprende cuando está motivada. Por tanto, hay que trabajar la motivación. Si un alumno está pendiente de Facebook en una escuela mientras el profesor explica puede ser una señal de que hay algo que no hacemos bien del todo. Quizás el profesor tiene que cambiar la manera de enseñar y tal vez incluso tiene que hacer uso de la tecnología para enseñar de manera más motivadora y, por tanto, eficaz.

¿Hay experiencias educativas que denoten este cambio en la manera de enseñar?

Actualmente existe un interesante debate sobre modelos educativos que abogan por un sistema en el que los alumnos estudian la teoría, las clases magistrales, en casa, por medio de vídeos o lecturas, y en cambio en el aula hacen los deberes, los ejercicios. En este caso la figura del profesor cambia: pasa a ser un coach. Para mí tiene bastante sentido. Quizá habría que poner el acento en el aula en la interacción social y la práctica más que en las funciones académicas. En el aula pueden hacer debates en grupo, trabajo en equipo, ejercicio de pensamiento crítico..., cosas que en casa no son tan fáciles de hacer para todos. Y en casa, en cambio, se pueden formar desde un punto de vista teórico aprovechando la tecnología. Lo encuentro un debate interesante y, a buen seguro, oiremos hablar de ello en los próximos años.

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