29/11/16 · Estudios de Ciencias de la Información y Comunicación

«El uso de las tecnologías para estudiar depende del contexto, no de la edad»

Lynn S. Connaway , investigadora sénior de la OCLC y presidenta de la ASIS&T

¿Cómo buscan información en internet los usuarios, qué recursos utilizan, por qué apuestan por unas tecnologías y no por otras... son algunas de las preguntas que se plantea diariamente Lynn S. Connaway, investigadora sénior de la OCLC y presidenta de la Association for Information Science and Technology (ASIS&T), asociación sin ánimo de lucro que congrega a estudiantes e investigadores de Ciencias de la Información. Connaway, junto con Eva Ortoll, Josep Cobarsí y Agustí Canals, del grupo de investigación KIMO, inscrito a los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya, ha entrevistado a estudiantes y docentes de la UOC y de otras universidades europeas para identificar y saber en qué circunstancias y por qué motivos los individuos utilizan sistemas y servicios para comunicarse y acceder a la información. Este estudio traslada a varias universidades europeas el proyecto Digital Visitors and Residents, investigación que se llevó a cabo hace un tiempo con estudiantes de Estados Unidos y el Reino Unido.

¿Cómo buscan información en internet los usuarios, qué recursos utilizan, por qué apuestan por unas tecnologías y no por otras... son algunas de las preguntas que se plantea diariamente Lynn S. Connaway, investigadora sénior de la OCLC y presidenta de la Association for Information Science and Technology (ASIS&T), asociación sin ánimo de lucro que congrega a estudiantes e investigadores de Ciencias de la Información. Connaway, junto con Eva Ortoll, Josep Cobarsí y Agustí Canals, del grupo de investigación KIMO, inscrito a los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya, ha entrevistado a estudiantes y docentes de la UOC y de otras universidades europeas para identificar y saber en qué circunstancias y por qué motivos los individuos utilizan sistemas y servicios para comunicarse y acceder a la información. Este estudio traslada a varias universidades europeas el proyecto Digital Visitors and Residents, investigación que se llevó a cabo hace un tiempo con estudiantes de Estados Unidos y el Reino Unido.

¿Cuánta gente ha participado en la investigación?

En Estados Unidos y el Reino Unido fueron 73 personas, que es un número muy alto de entrevistas cualitativas. Aquí, en la UOC, han sido 34 personas, en la Universidad Carlos III de Madrid, 30, y en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán, 20. En total, 157. Las hemos dividido en cuatro fases educativas: el último año de instituto, el primero de universidad, un estadio más avanzado del grado universitario y estudiantes de posgrado (de máster y de doctorado). Por otra parte, también hemos entrevistado a representantes del profesorado de las universidades.

¿Cuáles son los principales hallazgos o conclusiones a los que habéis llegado hasta el momento?

Durante la primera fase seguimos al grupo de 73 personas durante un periodo de dos años y medio, y nos comunicábamos con ellos cada tres meses. Una de las principales conclusiones es que mientras los individuos progresan por las diferentes etapas educativas no necesariamente incorporan nuevos dispositivos o nuevas aplicaciones. Cuando empezamos el estudio, por ejemplo, Twitter no era muy conocido, Facebook empezaba a ser popular y no se sabía nada de Instagram.

¿Y en este periodo de tiempo, el panorama ha cambiado radicalmente?

Sí. Ahora, analizando los resultados de la UOC, la Universidad Carlos III y la Universidad Católica del Sagrado Corazón, vemos cómo han penetrado estas aplicaciones y, especialmente, WhatsApp, sobre todo en la Europa continental. En las sesiones que llamamos de mapeo (mapping), lo que observamos es que la gente se cansa o tiene una sensación de frustración con determinadas aplicaciones. Te pueden responder en un intervalo muy breve de tiempo que les gusta mucho Facebook y, poco después, que lo odian o que les distrae demasiado. Hay casos de personas que abandonan algunas de estas herramientas durante un mes porque sienten esta adicción.

¿Puedes explicar el concepto de residente y visitante, que da título al primer informe de la investigación?

Es un concepto acuñado por los investigadores David S. White y Alison Le Cornu para referirse al vínculo de las personas con el mundo en línea. Establecieron estas categorías de acuerdo con el comportamiento. Un visitante es aquella persona que, por ejemplo, tiene amigos en Facebook, que lee blogs y tuits, pero que nunca se hará visible, ni escribirá o llamará la atención. La tecnología, para los visitantes, es una herramienta. El residente, en cambio, deja «huella digital»: abre su blog, contribuye profusamente en Twitter, lo sabemos todo de él como usuario, es muy activo en la red.

No es una cuestión de edad, sino de comportamiento...

Precisamente Prensky, en sus escritos sobre nativos digitales e inmigrantes digitales, dice que el comportamiento tiene que ver con la exposición a una determinada tecnología. Si tomas, por ejemplo, mi caso y mi edad, yo me formé con la radio o la prensa, pero ahora disfruto de internet y lo utilizo como usuaria. Por eso con este estudio lo que vemos es que hay muchas otras variables, no solo la edad. Una de las personas más digitales que conozco tiene mi edad. El contexto también es un factor importante; la tecnología que utilizamos está muy ligada al momento y al espacio. Y también hay intercambios: gente que actúa como residente en el ámbito laboral y como visitante en el personal.

¿Quién es mejor estudiante, una persona con perfil de residente o con perfil de visitante? Se podría pensar que el residente está más distraído...

No necesariamente. Fíjate en el ejemplo de la UOC. Sus estudiantes pasan muchas horas frente al ordenador, estudian en un entorno en línea y no son peores estudiantes. Es realmente complicado determinarlo. Por un lado, hemos observado que muchos estudiantes, especialmente los que todavía no se han graduado, señalan que el uso de internet puede distraerlos, pero a la vez reconocen que, si están en línea, quizás algún compañero puede ayudarles a resolver alguna duda.

¿A los jóvenes les preocupa menos la privacidad que a los adultos? ¿O empieza a haber mayor conciencia?

Depende de la educación de cada uno en el medio en línea. Los más jóvenes son plenamente conscientes del tema de la privacidad, pero a causa de la influencia de padres o profesores, que les recuerdan que no deben hablar con desconocidos en la red, por poner un ejemplo. Por lo tanto, interpretan la privacidad como un tema de seguridad. También hemos observado que la privacidad preocupa más a los participantes de España e Italia que a los de Estados Unidos, o al menos aparece más en las encuestas. Puede considerarse un factor cultural. Yo, por ejemplo, me considero residente en cuanto al uso de internet, pero nunca expresaré en público mis opiniones políticas.

Otra tendencia que observa el estudio: los estudiantes buscan la información en Wikipedia y Google, y a menudo se conforman con el primer resultado o el segundo. ¿Ha desaparecido la acción de ir a la biblioteca?

Es una reflexión interesante. Hemos de partir de un punto: las bibliotecas no son necesariamente libros; hay muchas más fuentes de conocimiento. En las respuestas de las personas vinculadas a la UOC, la biblioteca salió muchísimo como fuente de información. Es un ejemplo perfecto de biblioteca integrada en la vida académica de la institución. Esto es muy poco habitual. Respecto a las búsquedas, muchos llegan a Wikipedia porque a menudo es el primer resultado, y su razonamiento es: ¿por qué Google tendría que darme un resultado erróneo como primera opción?

¿Tenemos que preocuparnos?

La comodidad es primordial hoy en día. Algunos estudiantes han respondido que les gustaría que Google les diera la respuesta perfecta a todas las preguntas. Lo más importante es que sepan distinguir lo que es fiable de lo que no lo es. En algunas disciplinas, Wikipedia es una herramienta excelente. Aquí es donde entran en acción los educadores o el personal de las bibliotecas y los gestores de conocimiento en general. Tenemos que crear mecanismos para facilitar este acceso al conocimiento.

El sistema educativo no evoluciona a la misma velocidad que la tecnología con la que conviven los jóvenes. ¿Cómo podemos acortar esta distancia?

La educación funciona por reacción. Se observa una tendencia, entra en pánico e intenta cambiar para adaptarse a ella; y cuando lo hace, ya hay otra tendencia. En mi opinión, se debería actuar de una manera más proactiva. El cambio tecnológico no ha sido un fenómeno que haya tenido lugar de la noche a la mañana... Hoy ya deberíamos ponernos a estudiar el comportamiento de los niños de cuatro años; son los futuros estudiantes y debemos saber qué les atrae, cómo aprenden, qué piensan.

 

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