18/1/18 · Institucional

La educación no sexista, la base para prevenir el acoso sexual

Trabajar la educación emocional o mejorar los protocolos antiabusos de las escuelas son aspectos clave para promover la igualdad
Foto: unsplash

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En los últimos meses ha habido un goteo de denuncias de casos de acoso sexual a actrices por parte de actores y productores de Hollywood, a los cuales hay que sumar también los del mundo deportivo, como el de la gimnasta Simone Biles, víctima de los abusos sexuales por parte del exmédico del equipo olímpico de Estados Unidos.

Promover la educación no sexista es un aspecto clave, según investigadoras en género, para prevenir tanto estos casos de acoso, como los de violencia de género. «Existe la creencia errónea de que vivimos en una sociedad igualitaria. Sin embargo, la realidad es que nos rodean múltiples ejemplos de violencia y de acoso sexual, mayoritariamente hacia las mujeres», lamenta Milagros Sáinz, directora del grupo de investigación Género y TIC de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Para que la educación no sexista no se quede en un espejismo, como ocurre en la actualidad, tanto Sáinz como Lídia Arroyo —investigadora también del grupo Género y TIC de la UOC— dejan claro que la tienen que impulsar todos los agentes sociales y desde edades tempranas. «Deben implicarse en ella los centros de educación formales, tanto de educación primaria y secundaria como las universidades, pero también los medios de comunicación y los centros de trabajo», especifican. En caso de que se produzcan prácticas de abuso de poder, las expertas creen que habría que establecer «sanciones de todo tipo».

El primer país del mundo en dar ejemplo en el ámbito laboral ha sido Islandia, donde desde el 1 de enero ha entrado en vigor la Ley sobre la igualdad salarial, que prevé sanciones a las empresas que paguen más a los hombres que a las mujeres por desempeñar un mismo trabajo. La normativa obliga a todas las empresas —tanto públicas como privadas— que tienen un mínimo de 25 trabajadores a demostrar que sus empleados cobran lo mismo independientemente de su género, etnia, sexualidad o nacionalidad.

Pero ¿cuáles son las bases de una educación no sexista? Las dos investigadoras dan cuatro pautas para educar a los niños y las niñas en igualdad y libres de violencia machista:

1. Promover desde su nacimiento el interés y el estímulo de las diferentes capacidades adecuadas a cada etapa de crecimiento de forma igualitaria en los niños y las niñas. Desde el primer año de vida, reciben mensajes y juguetes distintos según el sexo, lo que hace que desde la primera infancia vayan desarrollando capacidades, gustos e intereses diferenciados según el género. Aunque cada vez hay una mayor implicación de las familias y la comunidad educativa para no reproducir roles sexistas, a menudo a las niñas se las estimula en mayor medida para que desarrollen la empatía y el cuidado a partir de juguetes como las muñecas o las cocinitas, y se las sanciona si muestran comportamientos no adecuados en una niña.

En cuanto a los niños, se les premian los comportamientos de acción y los juguetes que estimulan las capacidades cognitivoespaciales, como los juegos de construcción y los intereses tradicionalmente masculinos como los coches. «Esta primera socialización de género a menudo se traslada a una selección de estudios segregada por género, en la que los chicos eligen estudios vinculados a la ingeniería y las matemáticas, y las chicas, estudios humanísticos o de salud», puntualiza Arroyo.

Los datos del estudio Retos de la persistencia de roles y estereotipos de género en la elección de estudios superiores desde una perspectiva longitudinal de la UOC lo corroboran: con 15 años el 25% de los chicos se inclina por estudiar ingeniería informática, frente a solo el 9% de las chicas. En el estudio, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad, participaron más de 1.500 alumnos de secundaria, de entre 14 y 19 años, de seis institutos de Madrid y cuatro de Barcelona, a los que se les hizo un seguimiento durante seis cursos académicos. Aparte de los datos, la investigación, pionera en España, concluye que las chicas tienden a infravalorar su competencia en materias habitualmente vinculadas a los hombres, como la tecnología y las matemáticas, aunque tengan mejores calificaciones, y, en cambio, los niños las sobrevaloran a pesar de tener notas más bajas que las chicas.

2. Trabajar la educación emocional para prevenir la violencia de género. «Hay que trabajar para que tanto los niños como las niñas crezcan con una buena autoestima y con seguridad en sí mismos, con el fin de que puedan construir relaciones en libertad y evitar la dependencia emocional», afirman las investigadoras. Tanto los niños como las niñas deben saber identificar cuáles son sus deseos y sus intereses y ser capaces de defenderlos con asertividad. Para la prevención de la violencia de género, hay que trabajar para que los chicos puedan desarrollar la empatía, para que, así, no permitan agresiones ni comportamientos sexistas y discriminatorios hacia las mujeres. En las chicas, en cambio, hay que trabajar principalmente la identificación y la expresión de su propio deseo, sin que esté construido desde la mirada masculina.

3. Mejorar la aplicación de los protocolos antiabusos en los centros educativos desde una perspectiva de género. Los protocolos antiabusos deberían identificar los indicios de un clima que promueve la violencia de género y el abuso sexual y actuar en él desde el principio para que no derive en acciones sexistas. En Cataluña, según el Departamento de Ensenyament de la Generalitat, de julio de 2016 a julio de 2017 el Protocolo de prevención, detección, notificación, derivación y coordinación de las situaciones de maltrato infantil y adolescente en el ámbito educativo se activó catorce veces. Tanto si son transmitidos de adultos a niños o entre iguales, es importante, según las investigadoras, que toda la comunidad educativa se responsabilice de las acciones y los mensajes que se envían a los niños y las niñas, en los que a menudo se normalizan comportamientos de micromachismo.

4. Mostrar modelos y ejemplos igualitarios tanto en los contenidos educativos como en los medios de comunicación. Aunque cada vez más en los libros de texto o en los programas televisivos hay secciones que tienen el objetivo de hacer visibles las desigualdades o de educar en igualdad, si los materiales se analizan de forma transversal, todavía se detectan muchos contenidos que reproducen roles estereotipados de género. «Desde el planteamiento de un problema de matemáticas o desde un programa infantil, tenemos que hacer visible que tanto las mujeres como los hombres son capaces de desarrollar todo tipo de capacidades y profesiones; por ejemplo, hombres que cuidan de los ancianos o mujeres que trabajan de astronauta», concluyen.

Expertos UOC

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