15/2/18 · Estudios de Economía y Negocios

Comprar una entrada por internet para ver un espectáculo o un evento deportivo costará lo mismo en cualquier país de la UE

La nueva normativa europea, sin embargo, excluye los productos protegidos por derechos de autor, como las series y la música
Foto: Dai KE / Unsplash (CC)

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Alquilar un coche o adquirir entradas por internet para acontecimientos deportivos fuera del propio país puede tener precios diferentes en función del país de la UE desde el cual se haga la compra. Incluso es posible que no se pueda llevar a cabo la transacción en cuestión. A todo esto se le llama bloqueo geográfico. Una nueva normativa aprobada a comienzos de febrero por la Eurocámara quiere acabar con estos obstáculos siempre y cuando no sean justificados. Quiere avanzar en el mercado único también en el ámbito digital. Pero varias voces ya lamentan que la norma se queda corta. Es el caso de dos expertas de la UOC, que dan estas razones: en el ámbito digital, la nueva legislación obvia productos como los contenidos audiovisuales, y en el ámbito de los productos físicos, en la práctica no facilita su compra.

De hecho, la medida tiene el potencial de beneficiar a muchos usuarios, teniendo en cuenta que, según un estudio de Eurostat con datos de 2017, casi siete de cada diez internautas europeos han realizado compras en línea en el último año, cifra que va en aumento. Y también tiene la virtud de ayudar a fortalecer a la UE: «Su fortaleza pasa por conseguir un mercado único, que se comporta igual en todos los estados, lo que también incluye, de forma esencial, el mercado digital». Lo explica Blanca Torrubia, profesora de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC. «Las empresas, y en particular las microempresas y las pequeñas y medianas empresas, aplican condiciones de acceso diferentes por la incertidumbre que les genera la diversidad de entornos jurídicos, y con esto segmentan artificialmente el mercado interior y limitan los derechos de los clientes, que no pueden disfrutar de más y mejores posibilidades de elegir», añade. Por eso, ahora «se quiere integrar los dos espacios de las compras, en línea (online) y fuera de línea (offline), para que no se apliquen normativas diferentes», resume Neus Soler, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.

Se trata de una cuestión muy compleja en la que hay que tener en cuenta que «los servicios de transporte, los audiovisuales o las actividades de juego están excluidos del ámbito de aplicación del reglamento», avanza Torrubia. ¿Cuáles son, pues, los cambios que los consumidores europeos notaremos en la práctica en las compras en línea en un estado miembro de la Unión Europea que no sea el nuestro propio? ¿Y qué es lo que seguiremos sin poder hacer?


Productos y servicios digitales: sin derechos de autor

La nueva normativa establece que, cuando una empresa venda por internet sus productos o servicios digitales, lo hará con idénticas condiciones para cualquier ciudadano de uno de los estados miembros de la Unión Europea. Por lo tanto, con igual acceso y precio desde cualquier país. El reglamento afecta, por ejemplo, a los servicios de almacenamiento de datos, de alojamiento de webs, la compra de entradas para espectáculos, acontecimientos deportivos o parques temáticos, así como el alquiler de vehículos.

Para Neus Soler, la medida es beneficiosa para los consumidores, pero «habrá que ver hasta qué punto es interesante para las pequeñas y medianas empresas». «Si yo quiero que mi web esté alojado en un servidor alemán, la empresa alemana, solo por la comunicación que deberá tener conmigo, en mi idioma, o por las comisiones que el banco le cargará para que yo realice el pago, puede tener más costes, cuando tiene que ofrecerme el producto al mismo precio», alerta.

De todos modos, hay otros productos digitales que la normativa, de momento, excluye. Es el caso de los contenidos protegidos por derechos de autor, como los libros electrónicos, la música o los videojuegos. «La protección nacional de los derechos de propiedad intelectual e industrial es una excepción admitida en la libre circulación de mercancías y servicios», remarca Torrubia. También excluye los servicios audiovisuales y de transporte.

Por lo tanto, por poner un ejemplo, Netflix seguirá teniendo derecho a no dejarnos ver determinados contenidos según el país donde vivamos y a ponerles precios diferentes. Además, personas que hablan lenguas que son minoritarias en el país donde residen, lo seguirán teniendo difícil para consumir determinados productos audiovisuales en su idioma, que sí se pueden ver en otros países, como destacan los mencionados eurodiputados.

Eso sí, el Parlamento Europeo ha aprobado revisar este aspecto dentro de dos años.


Productos físicos: precio y transporte

En el campo de la compra por internet de productos físicos, la situación es más complicada, porque la nueva normativa indica que las condiciones de venta por internet deberán ser idénticas en el caso de bienes como los electrodomésticos, los productos electrónicos o los productos de moda. Los problemas se pueden distribuir en dos contextos.

El primer contexto es cuando se realice la entrega a los clientes en un estado miembro donde el comerciante ofrece la venta por internet y la distribución física de sus productos. En este caso, la complicación puede estar en poner un precio único en todos los estados, como apunta Soler.

El segundo contexto es que ambas partes pacten un punto de recogida cuando el comerciante no tenga sedes físicas en el país del comprador y contemple esta opción. Aquí, una complicación añadida puede ser el transporte, «un tema que este reglamento excluye», recuerda Torrubia. «Si los portes los tiene que acabar asumiendo el cliente, porque debe desplazarse para recoger el producto, la medida solo será aprovechable, por ejemplo, para los neófilos, que priorizan adquirir las últimas novedades tecnológicas, como por ejemplo los fans del iPhone, a los que no les importará pagar más para conseguir tener antes el producto. Pero, de este modo, la ventaja principal que debería aportar esta regulación, es decir, que exista mayor diversidad de productos y mayor radio de alcance para el consumidor, queda totalmente diluida», remarca Soler. En este sentido, el Parlamento Europeo tiene previsto votar el próximo mes una legislación sobre servicios transfronterizos de entrega de paquetes.

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