27/6/18 · Institucional

Una de cada tres mujeres de 15 a 29 años tiene miedo de volver sola a casa

El caso de La Manada y la posterior puesta en libertad provisional de los agresores pone de manifiesto la desprotección que viven las chicas y la indignación que siente gran parte de la sociedad
Foto: Denys Argyriou / Unsplash (CC)

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Al 34,2 % de mujeres jóvenes les da miedo ir solas por la noche por el pueblo o barrio en el que residen. Así se desprende del último informe del Observatorio Vasco de la Juventud, que sitúa la cifra en el 3,9 % en el caso de los hombres. El miedo de las mujeres jóvenes a ir solas por la noche se ha incrementado notablemente en los últimos doce años, pasando del 22,5 % (en 2004) al 34,2 % (en 2016). En todos los años analizados se constata que las mujeres de 15 a 19 años son las que expresan más temor. En 2016 el 43,5 % de mujeres de esa edad aseguraban tener miedo de volver solas a casa.

«Ya he llegado a casa, estoy bien», «Yo también». Es una conversación habitual en el grupo de Whatsapp de mujeres jóvenes, que se repite sistemáticamente cada vez que salen juntas por la noche y vuelven solas a casa. Un mensaje que no suele aparecer en los grupos de Whatsapp masculinos, que sí parece que empiezan a tomar conciencia de lo diferente que resulta el regreso a casa para sus compañeras.

Júlia Pascual, psicoterapeuta y profesora colaboradora de la UOC, insiste en que el miedo es a menudo un sentimiento mal visto porque lo asociamos a cobardía, cuando, en realidad, los valientes no son los que no tienen esta emoción básica, «esos son los inconscientes», sino que los valientes son los que pese a sentir miedo se enfrentan a él. «Hablamos de una emoción imprescindible para la supervivencia que, en su justa medida, nos ayuda a adaptarnos al entorno y a evitar los peligros. En realidad, el miedo es solo un problema cuando se convierte en pánico y limita y bloquea a quien lo sufre», añade.

¿Cómo se puede combatir este bloqueo? Para Ferran Roig, psicólogo y profesor colaborador de la UOC, combatir el miedo es como combatir los fantasmas. «Todos sabemos que los fantasmas no existen, pero si yo me imagino que hay un fantasma y echo a correr, entonces el fantasma me persigue. Si me paro, me doy la vuelta y encaro el fantasma, entonces el fantasma se desvanece», explica. Por lo tanto, la terapia consiste en enfrentarse a los miedos en vez de evitarlos.

«A veces tenemos miedo a tener miedo», afirma Roig, seguramente debido a una situación traumática mal resuelta: un mordisco de un perro cuando éramos pequeños, un robo en una ciudad, una mala experiencia en un avión o un caso de violencia. Helene Flood Aakvaag, investigadora y psicóloga del Norwegian Centre for Violence and Traumatic Stress Studies de Oslo, habla en uno de sus estudios de la especial vulnerabilidad de las personas que han sufrido violencia. «Las víctimas de la violencia son particularmente vulnerables a nuevas experiencias violentas. Una relación cercana al perpetrador y el tipo de violencia puede afectar a la salud mental después de la violencia», expresa. Y añade que «cuanta más vergüenza o culpa provoca el trauma, mayor es el choque o el miedo posterior».


«No tengo miedo», cántico contra los atentados del 17-A

Muchos de los miedos individuales son a la vez miedos colectivos. El 17 de agosto hará un año que Cataluña sufrió un ataque terrorista en Barcelona y Cambrils. Aquella tarde murieron 13 personas y más de 130 resultaron heridas. El choque sufrido por la ciudadanía fue elevado; pese a ello, al día siguiente se hizo fuerte el cántico ‘No tengo miedo’. Ferran Roig, presente en la manifestación por los atentados, añadió un pequeño matiz al cántico. «Yo no decía ‘no tengo miedo’ sino que decía ‘no tengo suficiente miedo’. Miedo hay que tener siempre, entendido como prevención ante una situación de riesgo», explica. «La cosa es saber que tienes miedo y saber cómo superarlo. Yo tengo miedo, pero no tengo suficiente miedo para no venir a la manifestación», concluye.


Las fobias más comunes

En realidad, el miedo es solo un problema cuando se convierte en pánico, porque es entonces cuando limita y bloquea. Cuando entra en juego el pánico, el miedo activa la ansiedad, «que es una reacción que el cuerpo expresa con aceleración de frecuencia cardíaca, dificultad al respirar, dolor de cabeza...», explica Júlia Pascual. En cambio, la fobia es cuando «tienes una percepción aterradora sobre una situación, fenómeno, persona, animal, objeto o pensamiento», distingue. Es decir, la fobia es lo que acaba produciendo el pánico.

Existen muchas fobias, y las hay muy extravagantes, como la fobia a paredes blancas o a ángulos rectos. Pascual resume las más habituales:

  • Fobia a perder el control. Tener pánico a perder el control o enloquecer en una situación en concreto o de forma imprevisible. Por ejemplo, hay quien tiene miedo a perder el control de su intestino y hacerse encima sus necesidades, hay quien tiene miedo a vomitar o quien sufre por ahogarse atragantándose.
  • Fobia a volar. Es bastante común el miedo a los aviones. Es quizás el más racional porque volar no es una predisposición humana natural.
  • Acrofobia. Miedo a marearse por las alturas.
  • Agorafobia/claustrofobia. Pánico cuando estás lejos de un lugar seguro o por mantenerse en un espacio pequeño. Cuando la persona no puede salir del espacio pequeño cuando lo desea, el miedo aumenta.
  • Patofobia. Terror de algunas personas a enfermar por si mueren por una enfermedad rápida y fulminante. Suelen evitar todo lo relacionado con enfermedades.
  • Zoofobias. Arañas y serpientes causan temor a los seres humanos desde hace miles de años.

Ambos expertos hablarán del miedo y las fobias en el curso de verano que la UOC impartirá a partir del 27 de junio y que se llama Miedo, Pánico y Fobias: Terapia Breve Estratégica de Giorgio Nardone.

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