19/11/18 · Estudios de Economía y Negocios

Las pymes y la clase media, en la cuerda floja ante el reto de la cuarta revolución industrial

Es necesario planificar a largo plazo para formar a los trabajadores y para potenciar la competitividad de las empresas
Foto: Venveo / Unsplash (CC)

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Crear contenidos que puedan llegar a cualquier parte del mundo está, hoy en día, al alcance de prácticamente todos. Al igual que formar parte de plataformas donde vender o comprar productos a personas que viven a miles de kilómetros de distancia. Según el Eurobarómetro publicado este octubre, el 23 % de los europeos han usado alguna vez servicios de plataformas colaborativas y el porcentaje va en aumento. La robótica, la inteligencia artificial, el análisis de macrodatos o la impresión 3D también son conceptos familiares. Todas estas tecnologías se entremezclan y cambian nuestra forma de vivir, pero todavía es difícil entender cómo afectan al trabajo y a la economía porque no están consolidadas en el ámbito productivo.

«En España, solo una tercera parte de las empresas industriales usan robots», ilustra Joan Torrent-Sellens, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Por eso, dice, es pronto para hablar de la cuarta revolución industrial. Con todo, existen tendencias que sí empiezan a verse claras. Por ejemplo, la irrupción de todas estas tecnologías está poniendo contra las cuerdas a las pequeñas y medianas empresas (pymes), pero también a los trabajadores con competencias intermedias. En otras palabras, la clase media empresarial y la clase media familiar están en la cuerda floja, explica Torrent.

«En el mundo hay entre un 5 y un 10 % de empresas que están al límite actual de las posibilidades de innovación tecnológica. Un ejemplo es Google. A estas empresas, la productividad les crece una barbaridad», destaca el experto de la UOC. «El problema son las otras», sigue. Torrent indica que, actualmente, muchas pequeñas y medianas empresas que se plantean invertir en tecnología para ser más competitivas «no están preparadas, no saben qué decidir». Una situación problemática, teniendo en cuenta que «las pymes ocupan el 60 % de los puestos de trabajo de las economías europeas», subraya.

En este sentido, «muchos de los directivos son excelentes directores de producción, pero no dominan el mercado, ni conocen la tecnología, ni hacen planes estratégicos, ni miran a largo plazo», remarca el experto. Y no es sencillo que se formen: «Las escuelas de negocios juegan en primera división pero desatienden el tejido empresarial normal», dice. A esta situación se suma que a los empresarios les es complicado encontrar trabajadores lo suficientemente cualificados como para asumir los retos tecnológicos actuales. «En España hay un 15 % de paro, pero la gente joven más formada se ha ido», recuerda Torrent.

A su vez, la sofisticación de las tecnologías enfoca a las máquinas a llevar a cabo, cada vez más, lo que se llaman trabajos cognitivos no rutinarios. «Por ejemplo, tareas administrativas, de gestión, de atención a los clientes, de manufactura. Ya no se trata de un brazo articulado, o de una máquina que coloca clavos; en Japón, hace tres años se abrió un hotel donde las personas son atendidas por robots», remarca el profesor de la UOC. Por lo tanto, la tendencia es automatizar las tareas que representan los tramos centrales de capacitación y dejar los extremos para las personas, porque «no es rentable sustituir a un jardinero como tampoco lo es sustituir a quienes tienen una formación y unas capacidades cognitivas tan grandes que nunca podrán ser logradas por un robot», indica. «Llueve sobre mojado para la clase media», concluye en este sentido.


Recapacitar a trabajadores y ayudar a empresarios

Por todo ello, asegura Torrent, las cuestiones económicas a debatir en la actualidad no tendrían que ser el salario mínimo interprofesional o las pensiones, conceptos que están quedando atrás porque «forman parte de una economía industrial en la que las personas estudiaban un tiempo y hacían el mismo trabajo toda la vida». En cambio, el profesor de la UOC considera que administraciones, patronales, sindicatos e instituciones educativas deben planificar a largo plazo y asumir que «el cambio ha venido para quedarse y marca unas tendencias que tenemos que poder modelar y corregir», puesto que, indica, la tecnología no es un problema, pero sí hay que estar atentos al uso que se hace de ella.

En este sentido, para Torrent, la primera receta es recapacitar a todo el tejido productivo; no solo preparar a los jóvenes, sino sobre todo a la gente que está trabajando: «Hay mucho trabajo por hacer en el ámbito de la formación profesional, que está calzada en una lógica antigua». Además, dice, hay que centrar esfuerzos en fomentar la competitividad de las pequeñas y grandes empresas. Y, para el experto de la UOC, también es clave el auge de la economía colaborativa, que en buena parte se desarrolla en plataformas tecnológicas. «¿Quién debe tener el poder, la plataforma o la gente que colabora? En términos de bienestar, será bastante diferente, y esta es una discusión que hay que poner sobre la mesa», concluye.

Expertos UOC

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