5/12/18 · Estudios de Economía y Negocios

La sostenibilidad y los destinos rurales, claves para frenar la turismofobia

Las reservas de viajes para el puente de la Constitución han aumentado un 5 % respecto a 2017 y las casas rurales alcanzan una ocupación del 53 %
Foto: Alexandre Godreau / Unsplash

Foto: Alexandre Godreau / Unsplash

La cercanía a las Navidades del puente de diciembre no disuade a los españoles a la hora de viajar: la Asociación Corporativa de Agencias de Viajes Especializadas (ACAVe) prevé un aumento de las reservas para el puente de la Constitución de un 5 % respecto al año anterior. El turismo es uno de los sectores que más riqueza y empleo aporta en España y, aunque en verano se apreció un descenso en la llegada de visitantes, en los siguientes meses se ha retenido esta caída y se han superado las cifras del año anterior. Según datos de movimientos turísticos en frontera (Frontur) difundidos el lunes 3 de diciembre por el Instituto Nacional de Estadística (INE), España recibió en los diez primeros meses del año a casi 73,9 millones de turistas extranjeros, lo que supone un incremento del 0,5% respecto el mismo período de 2017,  En cuanto al gasto, los visitantes internacionales dejaron en nuestro país 79.921 millones de euros, lo que supone un aumento del 2,7 % respecto al mismo periodo de 2017, según la Encuesta de gasto turístico (Egatur), publicada también este lunes.


Evitar la masificación y apostar por otro tipo de turismo

Sin embargo, los expertos advierten de la importancia de no centrarse únicamente en las cifras de visitantes y de anteponer la sostenibilidad sobre el crecimiento para asegurar que el turismo no afecte negativamente a la vida de los ciudadanos y, por ende, incremente la turismofobia o el rechazo a los turistas.

«¿Realmente hace falta seguir aumentando en número de visitantes?», se pregunta Lluis Garay, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y director del grupo de investigación NOUTUR. «Quizá deberíamos plantearnos no tanto si queremos seguir creciendo, sino cómo y dónde», añade. Para Garay, existen sectores, como el turismo rural, que tienen un gran potencial de desarrollo si su explotación viene de la mano de una política «respetuosa, ecológica y, en definitiva, sostenible». Y en todo caso, «incluso en el turismo rural se dan en ocasiones situaciones de saturación en los destinos», añade.

El potencial económico del turismo rural es cada vez mayor. Según datos del INE, las pernoctaciones de turismo rural han subido en octubre un 3 % (un 7,3 % en el caso de los campings). Y en cuanto a las previsiones del puente de diciembre, de acuerdo con los datos facilitados por el web Escapada rural, los alojamientos rurales alcanzarán estos días una ocupación del 53 %, una cifra superior a la del año pasado.

Sin embargo, Garay, que ha participado recientemente en la jornada Turismo, innovación y medioambiente en la España rural, organizada en el Senado por la Asociación Los Pueblos más Bonitos de España, cree que «aunque es imposible que el turismo rural alcance las cifras del “sol y playa” —y tampoco hace falta que lo haga—, tiene mucho potencial para ofrecer impactos positivos en el territorio. Además, es un producto que en los destinos cercanos a las grandes ciudades posee mucho futuro si se combina con el turismo urbano». Pero para eso, Garay considera que la Administración debe contar con la participación de los agentes locales: empresariado, trabajadores, organizaciones… «El objetivo ha de ser ofrecer un servicio de calidad que favorezca el conocimiento del área por parte de los visitantes, aumente la satisfacción, mejore la atención al cliente y asegure visitas repetidas», explica. «La idea es potenciar redes que fomenten la creación de capital social en los territorios. Y en ese sentido, las TIC y las posibilidades que en un futuro pueden generar las plataformas digitales, si se pueden gestionar desde el territorio, son muy prometedoras», concluye.


Un turismo más responsable

La sostenibilidad es prioritaria para la Organización Mundial del Turismo (OMT), que ha anunciado la creación de un nuevo estándar de estadísticas de turismo. El objetivo es adoptar un nuevo marco para la medición del turismo sostenible. La OMT considera fundamental que se establezcan estrategias para minimizar el impacto sobre el medioambiente y sobre la cultura local. Pero la sostenibilidad ha de ser bidireccional, explica Lluís Garay, por parte de los agentes locales y por parte del turista: «No se trata de buscar solamente un turismo de élite, sino también de ofrecer una oferta de calidad que interese a un tipo de visitante respetuoso y concienciado», asegura.

Según el informe La ciudad digital al servicio del ciudadano del siglo XXI, elaborado por la organización Minsait, perteneciente al grupo Indra, uno de los retos que más afectan a España es la creación de un modelo de turismo sostenible. En este informe se advierte de que, sin una estrategia adecuada, puede llegarse al punto de que la economía local dependa demasiado de unos servicios de poca calidad, lo que puede provocar una bajada también del empleo. Además, sugiere medidas para adaptar los servicios a una afluencia masiva de visitantes para no perjudicar la vida de los residentes locales.

En ese sentido, Yolanda Romero, profesora del máster de Turismo Sostenible y TIC de la UOC y miembro del grupo de investigación Turismo y Territorio, explica que son tres los factores que deben tenerse en cuenta. En primer lugar, está la tendencia creciente y prolongada en el número de turistas internacionales; en segundo lugar, la difícil situación política de otros países receptores de turismo ha desviado parte de sus visitantes a España, y en tercer lugar, está el auge de las viviendas de uso turístico por la aparición de plataformas como Airbnb. «Estas viviendas turísticas están produciendo serios problemas en las ciudades: subidas de precios del alquiler, conflictos de convivencia, desplazamiento de población, etc. Todo ello produce una situación de incremento en la percepción de masificación o saturación turística por parte de los visitantes y de la ciudadanía en general. En algunos casos se ha manifestado en acciones de rechazo social hacia el turismo, lo que se ha venido etiquetando como turismofobia, y en otros encontramos movilizaciones que demandan soluciones, como la recientemente creada Red de Ciudades del Sur de Europa frente a la Masificación del Turismo», explica.


El turismo no puede beneficiar solo a algunos colectivos

El turismo debe generar un beneficio a los ciudadanos en general, explica Romero. Para la profesora de la UOC, la estrategia turística no ha de centrarse en la captación de nuevos visitantes, sino en ofrecer destinos, instalaciones, actividades, entornos… de calidad y sostenibles. «Es fundamental la reflexión: preguntarse para qué desarrollamos actividades turísticas en un territorio y a quién benefician y perjudican esas actividades. Si, entre otras cosas, la población local se beneficia poco o nada, o si el beneficio depende de la destrucción del patrimonio natural y cultural y se hipoteca a las generaciones futuras (y a veces a las presentes), entonces no se está planteando una estrategia adecuada de desarrollo turístico basada en la sostenibilidad, y debería abandonarse esa vía», incide. «El turismo no puede medirse solamente por los beneficios que genera, que a día de hoy tampoco se saben con exactitud, sino por el impacto en la vida de la ciudadanía actual y futura», añade.

Para ello, la profesora cree que hay que implicar no solo al sector turístico, sino también al del transporte, al de la innovación, al de la economía, al del medioambiente, al del urbanismo… Porque «¿de qué sirve esforzarse en construir un hotel superecológico si al lado hay una fábrica que emite gases contaminantes?», pregunta. Según previsiones de la OMT, en 2030 los turistas llegarán a 1.800 millones; «¿qué impacto medioambiental tendrán todos estos desplazamientos si se sigue utilizando un medio de transporte tan contaminante como el avión? ¿Qué pasará con nuestro turismo si el cambio climático nos deja sin nieve en las montañas o sin playas por una subida del nivel del mar…?», concluye Romero.

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