31/5/19

Si estás estudiando selectividad, apaga el móvil

Los smartphones afectan a la capacidad cerebral del estudiante
Más del 80% de los adolescentes se declara adicto al teléfono inteligente
Foto:  Green Chameleon / Unsplash

Foto: Green Chameleon / Unsplash

En las pruebas de selectividad, ahora denominada evaluación para el acceso a la universidad (EvAU) o evaluación de bachillerato para el acceso a la universidad (EBAU), los alumnos deberán sacar al menos cuatro puntos sobre diez para aprobar y poder estudiar un grado universitario. El 4, 5 y 6 de junio, la primera convocatoria de la prueba se celebra en las comunidades de Aragón, Castilla - La Mancha, Madrid, Navarra, Valencia y Extremadura. El 5, 6 y 7, se celebra en las comunidades de Asturias, Cantabria, Castilla y León, País Vasco, Islas Canarias y La Rioja. El 11, 12 y 13 se presentarán los estudiantes de Andalucía, Islas Baleares y Murcia. Y por último, el 12, 13 y 14,  los exámenes tendrán lugar en Cataluña y Galicia. 

¿Una de las claves para aprobar la temida selectividad?: alejar el smartphone de la zona de estudio. En España, el 94 % de los mayores de 14 años tiene un móvil, y casi el 100 % de ellos usa internet, según datos del INE. Además, el 83 % de los adolescentes reconoce que hace un uso intensivo del móvil y las redes sociales, tal y como desvela el informe Las TIC y su influencia en la socialización de adolescentes, elaborado por BBVA, Google y la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).

Esta adicción al móvil, que no es exclusiva de los jóvenes, perjudica a los estudiantes en el aprendizaje, sobre todo en época de exámenes, según los expertos. Entonces, ¿hay que apagarlo? ¿Y si solo se utiliza como herramienta de trabajo para consultar la Wikipedia, acceder a la calculadora, aprender por medio de vídeos educativos…?

«El móvil, cuando se trata de estudiar, tiene más riesgos que beneficios», aclara José Ramón Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. Ubieto advierte de que la mayoría de los adolescentes se distrae con los teléfonos inteligentes, aun cuando se «intentan» utilizar exclusivamente para tareas formativas. Una encuesta que el profesor de la UOC ha realizado a doscientos alumnos de secundaria y bachillerato de Barcelona, y cuyas conclusiones publicará en otoño, ha demostrado «sin lugar a dudas» la dificultad para mantener la concentración cuando se utiliza un móvil, una tableta o un ordenador.

Y aún hay más, otro estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Chicago descubrió que la simple presencia del teléfono inteligente afecta a la habilidad del cerebro para retener y procesar información. «Los móviles son un estímulo cotidiano en nuestra vida y el cerebro les presta atención consciente o inconscientemente siempre que estén a nuestro alcance», aclara María José Acebes, neuropsicóloga y profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Salud de la UOC. «Cada vez hay más evidencia científica que demuestra los riesgos de los dispositivos electrónicos en el desarrollo cognitivo de los menores», añade.

Uno de los experimentos de esta investigación consistió en examinar a 250 personas a las que se les pidió dejar su teléfono en silencio boca abajo sobre el escritorio, en el bolsillo o fuera de la habitación. Los primeros fueron los que peores resultados obtuvieron y los últimos, los mejores. Cuanto más cerca está el móvil, peor nota se obtiene.

Acebes aconseja también alejarse de cualquier dispositivo electrónico, como ordenadores o videojuegos, «ya que su mera accesibilidad puede provocar un desvío de la atención y un menor rendimiento en el estudio».

Objetivo: cero interferencias

«Muchos estudiantes sienten que estudiar es cansado y aburrido», completa Amalia Gordóvil, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC y doctora en psicología, «y la primera solución muchas veces es mirar el móvil». Un me gusta en una foto de Instagram, el pitido de entrada de un WhatsApp, el aviso de una actualización del youtubero favorito…: la reacción ante cualquier notificación «es automática», alerta la profesora, y advierte de la importancia de fomentar la «atención sostenida» al retener información, es decir, la capacidad de atender a un estímulo o actividad durante un largo periodo de tiempo, que es la necesaria al estudiar.

Por el contrario, la atención selectiva, aquella capaz de atender a un estímulo o actividad en concreto en presencia de otros estímulos distractores, no es tan eficaz para comprender y memorizar contenidos.  Por eso recomienda evitar cualquier interferencia antes de ponerse a estudiar. «Y esto vale tanto para aquellas personas que estudian en el comedor de su casa y tienen que lidiar con padres y hermanos que pasan por allí como quienes tienen el móvil al lado», explica.

Las aplicaciones que, a su vez, bloquean otras (Facebook, Instagram, WhatsApp…) tampoco aseguran la concentración 100 %, advierte Ubieto. Los móviles prestan muchos servicios adicionales, pero «la concentración va a depender de nosotros, no de una máquina», concluye. «Hay quien decide dejar el móvil en casa e ir a la biblioteca a estudiar y quien opta por este tipo de aplicaciones. Lo importante es cumplir lo que uno se propone, y, si se bloquean aplicaciones que puedan distraernos, mantener esa decisión», completa Gordóvil, que también es psicóloga del centro GRAT.

Otro tipo de aplicaciones diseñadas específicamente para el alumno, como aquellas que lo ayudan a planificarse el día, a dividir su tiempo de trabajo y a permanecer concentrado contabilizando los tiempos de estudio y descanso, solo serán útiles «si el estudiante cumple de verdad y no se deja llevar por otras distracciones», explica la profesora.

Así sí: el método de los tres niveles de dificultad

Para que el estudio sea eficaz, lo mejor es que el alumno se organice y fije de antemano cuándo descansará, momento en el que puede «premiarse» con un rato de móvil o de cualquier otra actividad. Establecer quince minutos de descanso por cada hora de estudio favorece la concentración y la retención y no llega a saturar al estudiante. «Pero ha de ser el propio alumno el que establezca este horario, él es el director de su tiempo. Cumplir con un plan de estudio le permitirá asegurarse de tener descansos, pero también le dará fuerza porque verá que avanza y va cumpliendo los objetivos marcados previamente», explica la psicóloga.

Además, Gordóvil recomienda dividir los contenidos en tres niveles de dificultad. Lo más eficaz es empezar a estudiar aquello que presenta una complicación media, para continuar después por lo más difícil y ya, por último, lo más fácil. «Empezamos calentando (el contenido de dificultad media), y cuando tenemos el nivel de atención óptima, encaramos la parte más complicada. Cuando esta atención va decayendo, terminamos con lo más asequible», explica.

Por último, la profesora recuerda la importancia de seguir una buena higiene de sueño y alimentación y advierte a los estudiantes que no por invertir más horas retendrán mejor los conocimientos. De hecho, es todo lo contrario: el sueño consolida lo aprendido y prepara el cerebro para recibir nuevos conocimientos. «Dormir menos e invertir esas horas en estudiar no es rentable», concluye.

Expertos UOC

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