11/7/19 · Estudios de Artes y Humanidades

Detenerse a pensar: una urgencia en un mundo en horas críticas

Según la filósofa Marina Garcés, hay que cuestionar el crecimiento ilimitado, el individualismo, la ausencia de límites compartidos y la confianza ciega en la tecnología
Foto: Daniel Mingkook Kim / Unsplash

Foto: Daniel Mingkook Kim / Unsplash

Es el momento de detenerse a pensar. Lo afirman así voces como la de la filósofa Marina Garcés, profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), que considera que el rasgo diferencial de nuestro tiempo es que «hacemos invivible la vida para el conjunto de la humanidad y para el resto de seres con los que compartimos el planeta, y de forma  muy desigual para diferentes sectores de la población mundial».

La emergencia climática es uno de los retos contemporáneos que exigen una respuesta inminente, tal como alertó el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU, que advierte que 2030 podría ser una fecha límite para evitar una catástrofe global a causa del cambio climático.

Por otra parte, la tecnología evoluciona mucho más rápido que nunca, y ámbitos como la robótica o la inteligencia artificial tienen el potencial de transformar radicalmente la forma como trabajamos, como nos organizamos y como se toman las decisiones clave.

Ante esta realidad, Marina Garcés, directora del máster universitario de Filosofía para los Retos Contemporáneos de la UOC propone una reflexión sobre cuatro ámbitos:

  1. Las consecuencias del individualismo. «El individualismo es la base de la negación de este mundo como un mundo común», afirma. Para Garcés, el mundo es un conjunto de ecosistemas y también de relaciones, que están presentes en la cultura, en la política e, incluso, en ámbitos que parecen privados, como la ética o la moral, puesto que se sustentan en sistemas culturales. «Cuando el individuo convierte todo esto en recursos propios y privatiza la vida, el mundo se agota», considera. «Tenemos que aprender a relacionarnos de forma igualitaria y justa, tener una idea compartida de mundo común en la que el individuo pueda abandonar el individualismo y reencontrar los vínculos sociales, culturales y materiales con los demás y con el resto de seres con los que compartimos el planeta».
     
  2. El ideal económico del crecimiento ilimitado. «El capitalismo nos ha hecho creer que el progreso es un crecimiento ilimitado, que la economía funciona si crece ilimitadamente y, por lo tanto, también que el futuro es en el sentido de este crecimiento sin límites», afirma la filósofa en este vídeo. Según la profesora, en nuestro imaginario «el futuro es lo que siempre está más allá, una especie de línea a la que podemos irnos acercando sin llegar nunca a ella. Y cualquier cosa, sean recursos o gasto, tiene valor si crece ilimitadamente», explica. «Este planteamiento es contrario a los propios principios de la vida, que es finita, tanto la individual como la del conjunto del planeta», considera Garcés.
     
  3. La necesidad de establecer límites compartidos. «Hoy nos toca pensar de nuevo la finitud, es decir, los límites, que son condiciones de vida si los pensamos de forma colectiva y compartida», afirma. «¿Hasta dónde podemos ir viviendo como vivimos? ¿Hasta dónde podemos llegar consumiendo como consumimos? ¿Hasta cuándo podemos vivir si nos creemos ilimitados en un mundo finito?», Plantea Marina Garcés.
     
  4. La confianza ciega en la tecnología. «Pensar que la técnica nos salvará y que los tecnólogos aportarán las soluciones que el mundo necesita es una visión que caracteriza mucho la modernidad, pero es una falacia», afirma Garcés. «Solo con respuestas técnicas no resolveremos los problemas de nuestro tiempo, lo que necesitamos sobre todo es formular bien estos problemas», considera. En este sentido, «necesitamos las humanidades, la cultura, las artes, la filosofía o el pensamiento teórico no solo para correr a encontrar soluciones, sino para parar un momento a formular los problemas de manera adecuada». Se trata de un análisis que debe ayudar a identificar qué prejuicios y qué visiones parciales contienen estas problemáticas y poder generar propuestas que aporten valor. «Primero debemos poder preguntarnos por el sentido y el valor de las propuestas, y entonces las tenemos que encontrar desde muchos campos, ya sea desde el saber, la ciencia o la técnica», opina la profesora.

 

La filosofía, una herramienta para encarar los problemas conjuntamente

Desde una visión de la filosofía como «herramienta inagotable para combatir los miedos, ir hasta donde se nos ha dicho que no podíamos pensar y abrir las cajas negras de nuestro tiempo», Marina Garcés también subraya la capacidad de ayudar a realizar propuestas de forma conjunta.

Esta visión integradora y práctica también se traslada a la concepción del nuevo máster: «Apuesta por hacer de la filosofía un espacio común, un espacio de interpelación, un lugar de encuentro y no una disciplina cerrada solo para filósofos. Se invita a los estudiantes a trabajar desde diferentes disciplinas del saber con la filosofía como herramienta», explica Garcés.

La voluntad de que sea un lugar de confluencia entre ciencia, tecnología y humanidades ya se ha concretado con la colaboración con la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) para facilitar que los ingenieros industriales puedan cursar asignaturas. Por otra parte, también se han establecido acuerdos con el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) y con el Medialab Prado de Madrid para contribuir de esta forma al análisis interdisciplinario de los problemas de nuestro tiempo.

Expertos UOC

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