23/9/20

Socializar y compartir vivencias beneficia la salud mental de niños y jóvenes en la vuelta al cole

Amalia Gordóvil, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, destaca los aspectos positivos que ha tenido el confinamiento para muchas familias
Taylor Wilcox / Unsplash

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Cerca de un millón y medio de niños y jóvenes en Cataluña, y unos ocho millones en toda España, se han matriculado de educación infantil, primaria o secundaria presenciales durante el curso 2020-2021, que pasará a la historia por las restricciones, los debates y los nervios a causa de la pandemia de la COVID-19. A pesar de los grupos burbuja, la distancia social, el gel hidroalcohólico y la mascarilla, los principales beneficios que tiene pisar las aulas para la salud mental de los estudiantes son relacionarse con los compañeros y compañeras y abrirse a compartir las experiencias y emociones que han vivido durante los últimos seis meses. Así lo explica Amalia Gordóvil, psicóloga familiar del Centro GRAT y profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

La experta también subraya los aspectos positivos y las «sorpresas agradables» que el confinamiento ha supuesto en muchos hogares. «Hay niños que han fortalecido vínculos con sus madres y padres, y muchos padres y madres han conocido mejor a sus hijos. Muchos adolescentes nos cuentan que ha habido más comunicación y menos conflicto, en buena parte porque era evidente que no podían salir. Creo que han sufrido más los padres, sobre todo los de los más pequeños, porque han ido de cabeza», dice. Pese a ello, Gordóvil matiza que algunas situaciones complicadas, como la muerte de un familiar o la pérdida de trabajo de uno de los progenitores, suponen más estrés para niños y jóvenes, aunque eso «dependerá de cómo lo hayan afrontado sus padres, que son sus modelos de gestión emocional».

El reencuentro con los compañeros, aspecto clave

En cualquier caso, con el inicio del curso 2020-2021, las escuelas y los institutos aportan, más que nunca, el beneficio de la socialización. Para los niños y niñas de educación infantil y primaria, detalla la profesora de la UOC, ir a la escuela es una buena forma de entrenar habilidades sociales: «Una vez tienen un vínculo estable con las figuras parentales, hay un proceso importante, que es el de establecer vínculos con otras personas. En la escuela tienen la oportunidad de vincularse tanto con otro referente adulto —el docente— como con los niños de su edad, lo que supone un gran beneficio desde el punto de vista emocional. Durante toda la educación primaria hacen ensayos sociales, aprenden a manejar conflictos, a defender su punto de vista, a ceder, a construir un criterio propio». Además, pasar tiempo separados de los padres y madres fomenta la autonomía de los niños, añade la experta.

En cuanto a los adolescentes, «el grupo de iguales, de amigos, todavía es más importante», resalta Gordóvil, ya que «es donde encuentran un núcleo para ir construyendo su propia identidad, para tener referentes diferentes a los padres, que es lo que buscan». En este sentido, afirma, durante los meses de confinamiento «les ha salvado la tecnología, pero encontrarse presencialmente es muy beneficioso: debemos tener en cuenta que la comunicación no verbal representa el 93 % de la comunicación».

Con todo, es evidente que el contacto físico se ha reducido. Esto no puede sustituirse, y es saludable vivirlo desde la esperanza de saber que no será para siempre, explica la psicóloga.

Compartir vivencias para fortalecer vínculos

«Muchos docentes están trabajando —y creo que lo hacen muy bien— para que los alumnos compartan cómo se han sentido durante los últimos meses, y eso ayuda mucho a la hora de establecer vínculos con la clase, el profesor y los amigos», apunta la experta. Gordóvil invita a los docentes a compartir también sus propias vivencias con los alumnos.

En este sentido, remarca, hay un aspecto clave del que se habla poco. Es necesario que docentes, madres, padres y familiares de niños y adolescentes se cuiden en beneficio de todos. «Deben tener espacios para ellos para tener una buena higiene de la salud mental, sea con alguna afición, alguna escapada o haciendo vida social», señala.

Explicarse bien para facilitar la adaptación a los cambios

«Los adultos debemos cuidarnos mucho y debemos confiar mucho en los niños», añade la profesora de la UOC. Esto supone contarles todo lo que va pasando, sin engañarlos: «Los niños tienen mucha más plasticidad cerebral que los adultos, se adaptan mejor, y todo lo que implica anticiparse, explicarles muy bien qué prevemos, les ayudará».

Según Gordóvil, que se muestra optimista, los meses de confinamiento no han sido, en general, uno periodo suficientemente largo como para generar efectos psicológicos perjudiciales, y han servido para «entrenar la frustración». Igualmente, los posibles periodos de cuarentena o confinamiento que vendrán serán transitorios, por lo que podemos confiar en que niños y adolescentes se adaptarán.

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