9/12/20 · Institucional

La UOC y la escuela El Llindar codiseñan kits didácticos para la enseñanza de oficios en entorno semipresencial

La UOC colabora con una escuela de segunda oportunidad en la adaptación pedagógica de su enseñanza dirigida a un alumnado en riesgo de exclusión social
El Llindar

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Todo empezó un viernes por la tarde, con una llamada de teléfono. Begonya Gasch, directora de El Llindar, le planteó un reto a Susanna Tesconi, profesora de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC. El mismo reto al que se enfrentaban ella y los educadores de esta escuela de segunda oportunidad: «Desarrollar equipos portátiles que nos permitieran mantener nuestra apuesta por un aprendizaje vivencial y significativo de oficios para un alumnado con un recorrido académico y vital lleno de dificultades», en una situación de semipresencialidad. Situación que complica, sin duda, aún más, su proceso de aprendizaje. Alto absentismo, problemas de conectividad, falta de dispositivos tecnológicos… Un paisaje que, lejos de detener a Tesconi, licenciada en Filosofía del Lenguaje y que ejerció como maestra de primaria en Italia, la animó: «Hay en la UOC, como en El Llindar, un deseo muy fuerte por conseguir cambiar las cosas y hacerlo bien, un deseo que hace que encaremos los retos, ¡incluso los imposibles!». La relación de Begonya Gasch y Susanna Tesconi, que cursó un máster de Investigación Educativa y su posterior doctorado, viene de proyectos anteriores.

«Nuestra idea era trabajar conceptos que pueden resultar complicados, como un esquema de electricidad, de una manera manipulativa y con artefactos físicos, que sea posible usar en casa… y en clase. No trabajamos para la COVID-19. Todas las decisiones que tomamos, lo que diseñamos, se puede utilizar presencialmente o a distancia», aseguran ambas.

La semana próxima se distribuirán los primeros prototipos de cajas de herramientas entre el alumnado para testarlos y evaluarlos: un kit genérico —muchos no tienen siquiera tijeras—, un kit textil, en el que se trabajan técnicas de costura y lengua española —permite construir figuras humanas, vestirlas, aplicarles técnicas de textura electrónica y hacer fluir un relato alrededor de estas—, un kit básico de electricidad y el de mecánica. En la fase de prototipado y elaboración no participan alumnos, pero cuando se proceda a la producción en serie en la misma escuela, se hará con su intervención. A lo largo de los dos trimestres próximos se enviarán kits a más de 200 alumnos de los estudios posobligatorios de El Llindar y, en los próximos cursos, a los de enseñanza obligatoria. «Lo hemos conseguido juntos, con creatividad. No es fácil generar construcción conjunta de conocimiento», recalca orgullosa Begonya, a la vez que asegura que es un privilegio trabajar con la doctora Tesconi.

El Llindar defiende «enseñar a pensar con las manos»: hacen muchas actividades profesionales, artísticas, en las que se rescatan aprendizajes activos para la creación de artefactos. «La dificultad de la digitalización afectaba a todos los aspectos de esta manera de aprender, "si no podemos ir al taller, si no podemos tocar las máquinas…". Empezamos a pensar soluciones más allá de lo digital, a crear materiales físicos que se pudieran llevar a casa para hacer actividades vinculadas a la manipulación», recuerda Susanna al hablar del origen de estos kits, que ya son realidad. Pero si alguien piensa que lo que recibirán estos chicos y chicas es simplemente un objeto están muy equivocados: «Es también una manera de hacer escuela en la distancia. Creo en la importancia de mantener la sensación de pertenencia y vínculo con la comunidad educativa y, ¿por qué no?, esa sensación puede venir al recibir un cuidado a través de algo material, en casa.»

«En el mes de junio pasado empezamos a trabajar con la metodología del codiseño: queríamos mejorar y adaptar lo que el equipo docente ya había hecho. Habían identificado lo que no podían trabajar a distancia, unas necesidades, y a partir de estas, se ha hecho la propuesta de lo que debían contener esos kits», afirma Susanna, que participa en el programa de intensificación de investigación de sus estudios y en el grupo de investigación DARTS. «He apoyado en el diseño de estos artefactos y en la parte de investigación para que el trabajo se pueda hacer bien pensado y documentado, y con la idea de ir difundiendo los resultados. Nos parece que, para enseñanzas como las de El Llindar, se han dejado atrás las necesidades de digitalización traídas por esta situación sanitaria. Nosotros apostamos por ellos. El material quedará en abierto para entidades similares, una vez listo y testeado. Se podrán bajar planos y replicar procesos, adaptándolos a cada entorno», afirma. A este equipo se ha sumado un diseñador con motivación educativa y estudiante de la UOC, Albert Bercero.

Para Susanna, «los mayores retos han sido identificar y priorizar las cosas más importantes para el alumnado. Ha sido necesario dialogar con el profesorado, mucho y en profundidad, para encontrar cómo generar unos kits que no sean simplemente maquetas que "monto y olvido". Buscamos que no tengan un final determinado y único, que el alumnado pueda expresar su creatividad. Vehicular un aprendizaje conceptual y teórico a través de un artefacto físico, dejar a un artefacto que enseñe es muy difícil sin caer en el solucionismo tecnológico».

El proyecto iba creciendo. Susanna vio «que hacía falta un respaldo institucional para que esta colaboración fuera estratégica, de larga duración», y lo obtuvo de la vicerrectora de Globalización y Cooperación. «Queremos transformar la UOC en un nodo abierto que ponga a disposición de todo el mundo el conocimiento que generamos y que, al mismo tiempo, pueda conectarse y enriquecerse con contribuciones externas. Para ello, es imprescindible generar espacios de cocreación, como el que hemos creado junto con El Llindar.»

Además, a raíz de esta colaboración se está gestando otro proyecto destinado a entidades del tercer sector, una caja de herramientas (toolkit) metodológicas para apoyar en los procesos de virtualización de la acción socioeducativa, que estamos creando conjuntamente la profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación Gemma Abellán y el equipo del Área de Globalización y Cooperación de la UOC. A la UOC, esta colaboración le aporta oportunidades docentes y de investigación: «Estamos trabajando para establecer convenios de prácticas para estudiantes de diseño, de arte, de educación social, de multimedia, en un entorno peculiar. Podremos ofrecer experiencias diversas más allá de la empresa y con finalidad social, que sirvan para construir un mundo más justo e inclusivo. Para el ámbito de la investigación también hay beneficios. Este proyecto es un trabajo de campo muy rico y ofrece otro espacio, un laboratorio, para experimentar cosas que no se pueden experimentar en un entorno en línea».

Desde el punto de vista personal, Susanna asegura que, entre otras muchas cosas, este proyecto le ha aportado «la posibilidad de utilizar las tecnologías en los espacios de fabricación para rescatar las pedagogías activas y críticas que, según mi opinión y lamentablemente, se están olvidando con la presión tecnológica. La tecnología es grandiosa, nos conecta, nos permite simplificar nuestra vida, pero en educación, si no se acompaña de una visión crítica, puede contribuir a crear nuevas formas de exclusión, sobre todo si la aproximación es solucionista, no individualizada, acrítica o poco participativa. He descubierto las ganas que tiene la UOC de implicarse, de contribuir a generar conocimiento abierto y de hacer cosas que sirvan a la sociedad».

Porque, en realidad, de esto va este proyecto, «democratizar el saber con los que el sistema educativo ha expulsado, apostar por la equidad y dignidad educativa».

Expertos UOC

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