19/7/18 · Institucional

«El feminismo avanza, pero también la violencia machista, e incluso a mayor ritmo»

Foto: UOC

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Cristina Fallarás , periodista y escritora

 

Periodista, escritora, activista y gestora cultural, Cristina Fallarás ha sido propuesta como consejera de RTVE, un proceso polémico que ha levantado todo tipo de críticas. Fallarás denuncia la presión a la que se ha visto sometida desde el anuncio de su nombramiento y habla con pasión y sin tapujos de cómo está viviendo esta etapa, del movimiento feminista y de la precariedad del periodismo. La creadora del #cuéntalo, por el que miles de tuiteras revelaron sus agresiones sexuales, participó en la Jornada Alumni Madrid 2018, en la que debatió sobre la realidad en clave de género.

 

 

Periodista, escritora, activista y gestora cultural, Cristina Fallarás ha sido propuesta como consejera de RTVE, un proceso polémico que ha levantado todo tipo de críticas. Fallarás denuncia la presión a la que se ha visto sometida desde el anuncio de su nombramiento y habla con pasión y sin tapujos de cómo está viviendo esta etapa, del movimiento feminista y de la precariedad del periodismo. La creadora del #cuéntalo, por el que miles de tuiteras revelaron sus agresiones sexuales, participó en la Jornada Alumni Madrid 2018, en la que debatió sobre la realidad en clave de género.

 

Nada más saberse tu nombramiento como consejera de RTVE, comenzaste a recibir amenazas e insultos públicos. ¿Ha disminuido la presión?

No, en absoluto. Cuando te llaman para proponerte participar en un organismo público cuya gestión has criticado, creo que hay que decir que sí. Yo así lo hice y, nada más anunciarse, empezaron las amenazas y los insultos de todo tipo. El problema es que esos insultos pasaron de las redes a los medios de comunicación. Este tipo de reacciones son habituales; el problema es que el nivel de violencia y de agresión va creciendo día a día. Cuando una persona te llama «guarra» por primera vez, el resto ya sabe que puede hacerlo. El siguiente te llama «puta» y entonces los demás también saben que pueden copiarlo. Pero es que el siguiente te dice que «te va a coser el coño para que no puedas tener hijos», el siguiente te llama por teléfono o consigue tu dirección, o te espera a la salida de la tele... Crece la violencia en las redes y aumenta la violencia en las calles. Y entonces, claro, ya no puedes ir tranquilamente por ahí con tu hija porque corres el riesgo de que alguien te diga: «Mira, esa es la puta roja». Aunque no quieras, vas modificando tu vida íntima e incluso renuncias a salir a la calle con tus hijos.

¿Los medios de comunicación, entonces, copian las formas que imperaban en las redes sociales o que parecían ser patrimonio de ellas?

Sí. Yo puedo criticar a un político porque considero que toma decisiones injustas o puedo criticar a un presidente de un banco porque desahucia a personas. El problema es cuando se critica a una persona que todavía no ha hecho nada, que suele ser una mujer. En este caso soy yo, pero hay muchas otras. Desde que se hizo público mi nombramiento se me echaron encima miles de personas; sobre todo hombres, pero también alguna mujer y muchas con una ferocidad inusitada. Esta agresividad ha estado alimentada por la invención y las mentiras que se han creado en las redes o en los medios de comunicación. Se han publicado cosas como que yo quiero quitar la misa o los toros de la televisión, o que la corona se ha opuesto a mi nombramiento. ¡Qué idiotez! Tengo que confesar, además, que ni siquiera sabía que se emitían los toros.

Se inventan bulos para insultarme, y de repente me he visto vilipendiada, humillada y arrastrada. Otro de los mecanismos que utilizan es vender como hallazgos propios determinados detalles de mi vida que yo misma había hecho públicos. Siempre he sido transparente: lo que digo y hago lo he dicho y lo he hecho públicamente. Como cuando me desahuciaron y lo expliqué en el libro A la puta calle, cuando me despedí de Diario16 o cuando conté que había robado una pasta de dientes porque en ese momento no tenía dinero. Por cierto, lo que no dicen es que luego fui y la pagué. Yo cuento las cosas porque creo que así se crean mecanismos de identificación. Pero se utiliza esta información para hacer creer que han descubierto aspectos de mi vida ¡que son públicos! Se genera la idea de «la hemos pillado» y se anima a una violencia feroz en las redes, en los medios y en las calles. Y esta interconexión es la que yo nunca había visto y es la que me preocupa seriamente.

¿Cuándo terminará este modelo centrado en el odio?

En mi caso no sé si se terminarán aburriendo o acabará mi cargo antes de que se aburran. Pero creo que este modelo de agresividad no tiene final. Va a crecer y está penetrando en los medios de comunicación. Me pueden decir que yo también soy beligerante con aquellos aspectos que me parecen mal: el acoso, la injusticia, el recorte de los derechos... pero ellos son beligerantes con armas inventadas, con ideas que no existen. Hoy por hoy no existe la consejera Cristina Fallarás, y en todo caso no es mi responsabilidad que exista, sino de aquel que me propuso. Curiosamente, este tipo de modelos de violencia y acoso se dan casi siempre hacia mujeres. Habría que preguntarse qué tipo de mujeres eligen y por qué. Conmigo siempre se han metido mucho, pero como ahora, nunca. Y ha sido, casualmente, cuando se me ha propuesto para participar en la Administración pública. No me cabe ninguna duda de que es un castigo a la mujer por entrar en los ámbitos de poder. Porque si analizas lo que han dicho de mí, es una idiotez detrás de otra. Lo que no es una idiotez es que todo ello genera dolor, violencia y venganza.

¿Cómo valoras lo ocurrido con los nombramientos de RTVE en las últimas semanas?

Yo no sé qué ha ocurrido y tampoco puedo hablarte como consejera, porque aún no lo soy. Lo que sí puedo decirte es que soy defensora a ultranza de lo público y de que el patrimonio de todos los españoles se respete y sirva para crear mecanismos cultos. En todo caso, yo no pertenezco todavía a RTVE, ni siquiera creo que mi papel tenga que ser ese. Tanto La 1 como La 2 o RNE tendrán un director o directora que tomará sus decisiones. A mí me gustaría participar para que el ente público sea rural, culto, austero y genere mecanismos informativos complejos donde participe toda la población. Esto quiere decir que, más allá de ofrecer actualidad, esta se analice; pero no con un debate de cuatro personas hablando, o por lo menos no solo con eso, también con buenos reportajes, con buena documentación... Y siempre con la premisa de que se representa a todos los españoles y no solo a una parte. Pero esto te lo cuento como Cristina Fallarás, no como consejera.

Durante el Mundial de Fútbol, en Rusia, muchas periodistas han denunciado acoso machista. El caso más mediático ha sido el de la reportera de Telecinco María Gómez, que a su vez fue criticada por la periodista Mónica Marchante, quien dio a entender que su físico, más allá de su profesionalidad, es lo que le ha permitido cubrir un evento deportivo de ese nivel.

El acoso machista en ámbitos eminentemente masculinos es y ha sido lo habitual. Lo que cambia es la periodista y nuestra imagen del periodismo. A todas las mujeres que hemos trabajado en este tipo de ambientes nos han pasado cosas similares. Yo siempre cuento que un político catalán me envió una foto de su pene. En Francia, por ejemplo, las periodistas se manifestaron para protestar y exigir que los políticos ni las tocaran ni las agredieran sexualmente. Es cierto que algo ha cambiado, pero lamentablemente, la mujer que denuncia no solo recibe aplausos, también castigos. A veces creo que pensamos que las feministas somos más de las que realmente somos. Somos minoría, el 8M fue minoría y los medios de comunicación que nos apoyan, más minoría aún. Con ese primer aplauso nos crecemos, pero no estamos pendientes de que paralelamente al aplauso viene el castigo. Y ese castigo es brutal. A esta periodista la llamarán de todo durante mucho tiempo. Lo triste es que, cuando denuncias, quedas marcada para siempre por algo que no has hecho tú, sino por evidenciar algo que ha hecho un hombre.

Es decir, que todo este levantamiento no ha conseguido mejorar la condición de las mujeres.

Lo que es cierto es que hemos cambiado. No sé si para mejor o para peor, pero es indudable que el movimiento feminista ha avanzado. Cuando yo era joven no había feministas de mi edad y ahora son muchísimas. También ocurre con los chicos jóvenes; yo veo en el instituto de mi hijo que muchos ya tienen nociones de lo que significa la igualdad entre hombre y mujer. Sin embargo, vivimos en burbujas y nos creemos que el mundo es como la gente que conocemos. Pero luego entras a Forocoches y te das cuenta de que son miles y miles los que piensan lo contrario.

¿Cuál es la mejor manera, entonces, para luchar contra el patriarcado?

Desde luego no basta con manifestarse. Creo que es necesario crear un organismo real, algo parecido a una estructura de carácter político, económico y de resistencia que permita a las feministas luchar contra la violencia que reciben y que seguirán recibiendo. Si no quiere llamarse partido político, puede llamarse de otra forma; pero es fundamental crear un organismo político y un colchón económico para hacer frente a esta venganza que vivimos como reacción a nuestro movimiento, una venganza que pasa por el despido, por la separación y el impago de pensiones... El feminismo avanza, pero también lo hace la violencia machista, incluso a mayor ritmo.

¿Es la reacción al empoderamiento de las mujeres el precio que tienen que pagar?

Sí, está estudiadísimo. Pero yo no me esperaba una reacción tan bestia, desde luego. Es que ya va pasando a lo físico. Como dice Rosa María Calaf: estamos a un paso de que lo siguiente sean agresiones físicas.

Se habla mucho de la educación como la única solución.

Eliminar a la Iglesia católica de nuestras estructuras es la única solución. ¿Y realmente creemos que puede eliminarse? Pues entonces, no hay solución. En la base de la Iglesia está la discriminación a la mujer. Y si, a la mitad de los alumnos de este país, los educan en estructuras católicas, si están en las grandes empresas, en los medios de comunicación, en los partidos políticos...

¿La maternidad también se castiga laboralmente? Tú, como profesional de la comunicación, ¿crees que la combinación periodista y madre es posible?

De 2008 a 2012 se produjo una precarización enorme del periodismo: de dieciséis mil periodistas contratados en nuestro país, se echó a la calle a doce mil. De todos estos, muchos fuimos regresando a los medios, pero con peores sueldos, sin contrato... Las que ya somos madres no podemos ser periodistas. Yo estoy pensando en dejarlo porque para tener lo justo para comer, para pagar el alquiler, etc., tengo que trabajar de ocho a doce de la noche. Y claro, además tengo que llevar a mi hija de nueve años al cole, mi otro hijo de dieciséis no puede hacer todos los días la cena... Y el gran problema lo tienen las que vienen: ¿cómo van a ser madres si se las castiga sin dinero, sin sueldo, sin trabajo? Pronto habrá quien defienda que la mujer deje de trabajar. De esta forma podrá tener más hijos y habrá más oportunidades laborales para los hombres. Y entonces volveríamos a repartirnos los roles de «los hombres trabajan» y «las mujeres tienen hijos». ¡Con todo lo que habíamos avanzado, ahora estamos retrocediendo!

 

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