15/6/21 · Investigación

«La evolución de la tecnología nos impone a los ingenieros informáticos la necesidad de formación continua»

lola burgueño

Lola Burgueño

Lola Burgueño , investigadora del grupo Systems, Software and Models Lab (SOM Research Lab), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC

 

La malagueña Lola Burgueño es investigadora del grupo Systems, Software and Models Lab (SOM Research Lab), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC. Graduada y doctora en Ingeniería Informática por la Universidad de Málaga, ha recibido financiación como investigadora por el programa Juan de la Cierva del Ministerio de Ciencia e Innovación. Burgueño ha tenido diferentes experiencias profesionales y formativas internacionales, que la han llevado hasta el parisino CEA LIST, uno de los institutos de investigación tecnológica de la Comisión Francesa de Energías Alternativas y Energía Atómica, o a Estados Unidos, a la Universidad de Vanderbilt, de Tennessee, o a la Universidad de Alabama.

 

La malagueña Lola Burgueño es investigadora del grupo Systems, Software and Models Lab (SOM Research Lab), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC. Graduada y doctora en Ingeniería Informática por la Universidad de Málaga, ha recibido financiación como investigadora por el programa Juan de la Cierva del Ministerio de Ciencia e Innovación. Burgueño ha tenido diferentes experiencias profesionales y formativas internacionales, que la han llevado hasta el parisino CEA LIST, uno de los institutos de investigación tecnológica de la Comisión Francesa de Energías Alternativas y Energía Atómica, o a Estados Unidos, a la Universidad de Vanderbilt, de Tennessee, o a la Universidad de Alabama.

¿En qué consiste tu actividad investigadora dentro del grupo SOM y cuáles son los proyectos en los que estás implicada?

Investigamos la ingeniería del software, en concreto, cómo mejorar los procesos de desarrollo y la calidad del producto final, por ejemplo, con la incorporación de técnicas de inteligencia artificial, que permitan hacer el trabajo más rápidamente y con garantías. También estudiamos la mejora de la calidad de entendimiento y respuesta de agentes conversacionales, los chatbots.

Además, desde el comienzo de mi doctorado, también me dedico a la mejora del rendimiento y la calidad de las herramientas de desarrollo de software. Hemos hecho propuestas para llevar a cabo pruebas que ayudan a los ingenieros a detectar fallos en una fase temprana del desarrollo, lo que se traduce en un producto final de mejor calidad y con menores costes económicos asociados.

Vuestra investigación ayuda a impulsar la industria 4.0 y la inteligencia artificial. ¿Crees que se acelerará en las próximas décadas la innovación tecnológica gracias a un ámbito como el vuestro?

Sí, sin lugar a dudas. De hecho, el término industria 4.0 fue acuñado en 2015 y debe su nombre a lo que muchos ya llaman la cuarta revolución industrial, donde los sistemas ciberfísicos y el software potenciado con big data e inteligencia artificial son las piezas clave.

¿Percibes que vuestro ámbito ha cambiado desde que iniciaste tus estudios de ingeniería?

Sí, incluso durante mis estudios ya se iba notando el cambio. Trabajamos en un área en continua evolución, que desde los últimos años se está produciendo todavía más rápidamente y a pasos agigantados. Hay conocimientos base que estudié durante la carrera de Ingeniería Informática que me siguen siendo muy útiles hoy en día y no han cambiado –por ejemplo, las diferentes áreas de las matemáticas–, pero hay otros que se han quedado completamente obsoletos. La evolución de la tecnología nos impone a los ingenieros la necesidad de una continua formación. Aún más acentuada si nos dedicamos a la investigación.

La formación tecnológica universitaria, las titulaciones STEM, es un ámbito en el que persiste la brecha de género, con más hombres que mujeres. ¿Qué ha supuesto para ti esta desigualdad?

Soy consciente de que esta brecha de género ha afectado y sigue afectando negativamente a muchas mujeres. En mi caso me siento afortunada de no haberme visto en desventaja en ningún momento por el hecho de ser mujer.

A pesar de que desde que comencé la carrera hasta el día de hoy, tanto en el ámbito académico como laboral, he estado predominantemente rodeada de hombres, siempre he tenido las mismas oportunidades y he disfrutado de sus mismas condiciones. Respecto al trato interpersonal, nunca me he sentido ni infravalorada ni discriminada por ningún hombre.

No obstante, en la investigación en alguna ocasión he sido yo misma la que he dudado de mí, no por mi género, sino por mi edad. En los primeros años de mi doctorado recuerdo haber recibido algunas invitaciones para asistir a eventos internacionales, y trabajar codo con codo con investigadores sénior y con mucho talento, y me surgieron dudas sobre mi capacidad para poder aportar. En estos momentos, han sido compañeros míos –también séniores– los que han confiado en mí, me han quitado la idea de la cabeza y me han hecho ver que la edad tampoco es un motivo para crear diferencias o estereotipos, y que todos podemos aportar mucho independientemente de nuestras diferencias.

Cuando escucho experiencias de mujeres que nada tienen que ver con la mía, solo puedo pensar que ojalá todas tuvieran mi misma suerte.

¿Qué principal argumento le dirías a una chica para incentivarla a ser ingeniera informática?

Le diría que, a la hora de escoger la carrera a estudiar y su profesión, se fije en que le guste e ignore cualquier estereotipo. Que se crea que tiene las mismas capacidades y habilidades que un hombre, porque realmente es así, y que, si se le cruza en el camino alguien que la discrimine por ser mujer, defienda sus derechos y busque apoyo si lo necesita. Por suerte, en la actualidad hay muchas comunidades de mujeres –pertenezco a varias– en las que nos ayudamos las unas a las otras a luchar contra las desigualdades de género.

Tu formación e investigación te han llevado hasta París. ¿Qué valoración sacas de esa experiencia?

Ha sido una experiencia muy positiva en todos los sentidos. CEA LIST y la Universidad París-Saclay son entornos de reconocido prestigio mundial, por lo que, además de ser un orgullo para mí que me ofrecieran la oportunidad de trabajar con ellos, esta experiencia me ha servido para potenciar mi carrera y mejorar tanto mis habilidades y conocimientos técnicos como organizativos. Además, los proyectos en los que trabajamos han dado frutos y han abierto una nueva línea de investigación prometedora, lo cual pensamos que es también bueno para la comunidad científica.

Previamente a la experiencia francesa, tuviste la oportunidad de formarte en dos universidades estadounidenses: Vanderbilt, en Tennessee, y la de Alabama. ¿Qué te llevó a ellas y qué supusieron para tu carrera?

Mi primera experiencia en Estados Unidos fue parte de mi formación predoctoral y me llevó a obtener la mención de doctorado internacional. La elección de realizar una estancia en la Universidad de Alabama se produjo en un evento al que tanto un profesor estadounidense como yo atendimos. Allí nos dimos cuenta de que estábamos trabajando en temas relacionados y que había una oportunidad prometedora de colaboración. Esta experiencia fue tan enriquecedora tanto a nivel profesional como personal que, cuando tuve la oportunidad de repetirla, esta vez en Vanderbilt, no lo dudé.

Hoy en día pienso que ambas estancias tuvieron un rol en mi carrera más importante de lo que pensaba en ese momento. No solo fueron buenas experiencias de formación y colaboración, sino que también me hicieron dar cuenta de lo necesario que es para la investigación salir de nuestras universidades y grupos de investigación, hablar con otros investigadores, compartir nuestros diferentes puntos de vista y nuestras ideas y, a partir de ahí, construir juntos.

¿Es referencial Estados Unidos, cuna de Silicon Valley, para tu ámbito profesional, o realmente la globalización ha hecho que su realidad sea notable en muchos países?

No todas las instituciones en Estados Unidos son de referencia, y muchas de otros países no tienen nada que envidiar a las norteamericanas. Pienso que las dos universidades en las que he tenido la oportunidad de trabajar son referentes. Y me atrevería a decir que parte de su éxito lo consiguen mediante sus esfuerzos e iniciativas para captar talento.

Solo hay que entrar a estas universidades para darse cuenta de que, a pesar de estar situadas en Estados Unidos, los grupos de investigación no están predominantemente compuestos por estadounidenses, sino por personas de muchas nacionalidades.

¿Cómo le justificarías a una persona de fuera del ámbito académico la importancia de la investigación tecnológica como la vuestra?

Tengo la sensación de que, cuando se escucha la palabra investigación, lo primero –o incluso lo único– que se piensa es en salud. Nuestra investigación es de vital importancia para muchas áreas y dominios. A fin de cuentas, la ingeniería informática no solo se usa para el ocio y disfrute personal –juegos, redes sociales, etc.–, sino que los avances en la tecnología están directamente relacionados con los de otras muchas disciplinas, como los equipamientos para medicina, el comercio, las finanzas, el transporte… La investigación tecnológica y sus avances son una pieza clave para el desarrollo de nuestra sociedad.

 

UOC R&I

La investigación e innovación (RI) de la UOC contribuye a solucionar los retos a los que se enfrentan las sociedades globales del siglo xxi, mediante el estudio de la interacción de la tecnología y las ciencias humanas y sociales, con un foco específico en la sociedad red, el aprendizaje en línea y la salud digital. Los más de 500 investigadores y 51 grupos de investigación se articulan en torno a los siete estudios de la UOC y dos centros de investigación: el Internet Interdisciplinary Institute (IN3) y el eHealth Center (EHC).

Los objetivos de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y el conocimiento abierto son ejes estratégicos de la docencia, la investigación y la innovación de la UOC. Más información: research.uoc.edu. #25añosUOC

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