22/7/21 · Institucional

«En la UOC queremos convertir conocimiento en propuestas para una transformación social positiva»

pastora martínez samper

Foto: Pastora Martínez Samper (UOC)

Pastora Martínez Samper , vicerrectora de Globalización y Cooperación de la UOC

 

"Conocimiento abierto como bien común", tituló la vicerrectora de Globalización y Cooperación de la UOC su artículo en la revista Horizons, de la Asociación Internacional de Universidades (IAU). Esta idea impregna la actividad del equipo dirigido por Pastora Martínez Samper, quien desde 2016 lidera la estrategia de despliegue global de la universidad. Doctora en Ciencias Físicas, máster en Dirección de Empresas y en Liderazgo y Gestión de la Ciencia, desde Globalización y Cooperación de la UOC ha impulsado, entre otras acciones, la incorporación de la Agenda 2030 de la ONU, con sus objetivos de desarrollo sostenible, al Plan estratégico de la UOC, lo que ha dado lugar a muchas colaboraciones con actores de dentro y fuera de la academia y a planes como el de Conocimiento Abierto o el de Igualdad de la universidad.

La vicerrectora es desde 2019 directora del Observatorio de la Cooperación Universitaria al Desarrollo, impulsado por la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE), con la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) y el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, y en 2018 formó parte de la delegación española del Foro de Alto Nivel de la ONU para la Agenda 2030.

 

"Conocimiento abierto como bien común", tituló la vicerrectora de Globalización y Cooperación de la UOC su artículo en la revista Horizons, de la Asociación Internacional de Universidades (IAU). Esta idea impregna la actividad del equipo dirigido por Pastora Martínez Samper, quien desde 2016 lidera la estrategia de despliegue global de la universidad. Doctora en Ciencias Físicas, máster en Dirección de Empresas y en Liderazgo y Gestión de la Ciencia, desde Globalización y Cooperación de la UOC ha impulsado, entre otras acciones, la incorporación de la Agenda 2030 de la ONU, con sus objetivos de desarrollo sostenible, al Plan estratégico de la UOC, lo que ha dado lugar a muchas colaboraciones con actores de dentro y fuera de la academia y a planes como el de Conocimiento Abierto o el de Igualdad de la universidad.

La vicerrectora es desde 2019 directora del Observatorio de la Cooperación Universitaria al Desarrollo, impulsado por la Conferencia de Rectores y Rectoras de las Universidades Españolas (CRUE), con la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) y el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, y en 2018 formó parte de la delegación española del Foro de Alto Nivel de la ONU para la Agenda 2030.

La UOC cumple 25 años en medio de una pandemia que ha sacudido, entre otros, al sector educativo, que ha situado el e-learning en el centro del debate y que ha llevado a las instituciones y las personas a ayudarse entre ellas. ¿Qué red de complicidades ha tejido la universidad en este tiempo a raíz de su saber y experiencia en enseñanza en línea durante un cuarto de siglo?

En 2020 la comunidad docente del mundo tuvo que afrontar el difícil reto de adaptar la actividad de las aulas presenciales a la docencia en remoto, sin base ni preparación ni tiempo ni recursos. Según la UNESCO, el impacto de esta crisis afectó al 90 % de la población estudiantil mundial.

Fue todo un desafío, complejo de abordar porque muchos sistemas educativos arrastran dificultades del aseguramiento de la calidad, inequidad en el acceso y carencia de digitalización y de competencias digitales del profesorado, además de recortes de financiación pública. La situación destapó muchas desigualdades a afrontar.

Entonces en la UOC vimos que no solo podíamos hacer llegar a profesorado de todo el mundo el conocimiento en e-learning de nuestros 25 años, sino que teníamos que hacerlo de tal manera que pudiera aprovecharlo y ponerlo en práctica. En abril de 2020 pusimos en marcha el programa Docencia no presencial de emergencia, un ciclo formativo virtual y en abierto para profesorado de habla hispana de cualquier sistema educativo con 24 seminarios sobre cómo diseñar un curso en línea, cómo evaluar a distancia o cómo motivar al estudiantado.

La iniciativa, gracias a la participación transversal de la UOC, ha sido todo un éxito, con una decena de miles de docentes que la siguieron en directo, y ya suma más de 160.000 visualizaciones repartidas entre Cataluña, España y América Latina. Es el proyecto de cooperación universitaria al desarrollo de mayor impacto de toda nuestra trayectoria de la UOC. Su éxito deriva de saber dar respuesta inmediata al problema y de contar con sólidas relaciones tejidas previamente con instituciones educativas de Iberoamérica y redes internacionales, como el CINDA o la IAU. Tenemos que continuar nutriendo estas complicidades para compartir conocimiento, aprendizajes y experiencias y que se transformen en acciones concretas.

Se presupone el rol educativo y formador de las universidades, pero se desconoce más su vertiente de transformadora social. ¿Qué proyectos, estudios o investigaciones de la UOC están colaborando a mejorar la sociedad?

Es curiosa la percepción generalizada de desconexión entre las actividades universitarias y la idea de transformación de la sociedad. Creo que no hay transformación sin conocimiento. En la universidad lo generamos, lo compartimos, lo transferimos, lo valorizamos y, en muchas ocasiones, también lo convertimos en propuestas para una transformación social positiva. El impacto social de la UOC en Cataluña en estos 25 años ha sido indiscutible gracias a la formación de más de 53.000 personas que nos han elegido en diferentes circunstancias vitales, en ocasiones difícilmente adaptables a otras universidades.

Pero también hemos contribuido desde la propia academia, con hechos y posicionamientos concretos −o con la carencia de ellos− a la percepción de una universidad aislada de las necesidades sociales. Y solo lo podemos cambiar desde la propia academia, como lo hemos estado trabajando, por ejemplo, con la incorporación en el Plan estratégico 2017-2020 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, una apuesta para incluir en nuestro plan de acción la agenda política internacional para abordar de forma global grandes retos sociales. De hecho, incorporar la Agenda 2030 y sus objetivos de desarrollo sostenible (ODS) a nuestras líneas de trabajo nos permitió visualizar en 2018 que una gran parte de las investigaciones desarrolladas en el IN3 están alineadas con los mismos.

Apostamos por contribuir a vivir en una sociedad mejor para todo el mundo, como lo reflejan nuestros programas y proyectos de docencia, investigación e innovación, así como otras actividades con actores diversos. Una apuesta todavía más patente durante esta pandemia.

Hace un tiempo erais pocos los que hablabais de la Agenda 2030 y de tener los ODS como hoja de ruta de las instituciones. En estos años, ¿cómo está integrando la universidad el desarrollo sostenible? ¿Podrías explicarnos algunos proyectos concretos?

La Agenda 2030 nos permite poner el foco en unas necesidades sociales que solo se pueden abordar desde el trabajo colectivo y compartido de los diferentes actores y sectores. La academia tiene aquí mucho que decir y aportar, como se ha ido haciendo patente, de forma que son muchas las universidades que han incorporado la Agenda 2030 en sus estrategias. 

Hemos apostado por ello para acelerar nuestra transformación interna y externa. En la docencia estamos incorporando la competencia transversal "compromiso ético y global". En R&I, el Plan Conocimiento Abierto busca compartir y generar conocimientos dentro y fuera de la academia para abordar los ODS. La transversalidad de la perspectiva de género toma forma gracias a nuestro Plan de igualdad de género 2020-2024. O el Plan de sostenibilidad medioambiental que estamos codiseñando gracias al impulso y liderazgo del Consejo de Universidad, el cual verá la luz pronto. 

También conviene destacar el trabajo conjunto con los diferentes sistemas universitarios. En el Estado español, desde la UOC trabajamos para ser un actor reconocido para el abordaje de los retos de la Agenda 2030 y sus soluciones. Así, los compromisos de las universidades españolas figuran en el Plan de acción español, presentado en 2018 a la ONU, así como en la Estrategia de desarrollo sostenible aprobada en junio. Con las universidades catalanas hemos dado un paso más allá y en 2020 acordamos un plan de acción desde el Consejo Interuniversitario de Cataluña para acelerar la incorporación de la Agenda 2030 al sistema universitario, para abordar conjuntamente los retos y las acciones a seguir.

El ODS 4 busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover las oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todo el mundo. Teniendo en cuenta la brecha digital, ¿el e-learning democratiza el acceso universal a la educación o es una barrera?

Sin duda, la metodología en línea es muy potente para facilitar el acceso a la educación superior. Lo vimos en Cataluña con la creación de la UOC, que propició incluso la formación universitaria de perfiles excluidos. Vemos como esta hipótesis la están incorporando otros sistemas universitarios para incrementar su cobertura de educación terciaria. La pandemia ha acelerado la tendencia e incluso países que no permitían el e-learning, como Perú, han hecho un cambio de 180° en este sentido. 

Y, como para cualquier aplicación metodológica, es crucial tener presente el contexto y las condiciones del estudiantado, donde puede haber muchas brechas −como la digital− que dificulten o impidan su aprendizaje. Por eso, los pasos que estamos dando para contribuir a la transformación digital de la educación, con el acompañamiento de instituciones y equipos docentes, deben tener como espina dorsal la lucha contra las brechas de acceso y digital. Este camino se tiene que hacer en colaboración con otras instituciones y entidades locales. 

Desde el repositorio institucional de la universidad, se puede acceder a más de 2.000 artículos científicos, 150 tesis doctorales, un centenar de libros, 1.600 recursos de aprendizaje y 8.500 trabajos finales del estudiantado. ¿Qué beneficios aporta a la sociedad que la institución apueste por el acceso libre y universal al conocimiento y la ciencia?

No hay transformación sin conocimiento. Y para que una transformación social sea amplia, el conocimiento tiene que estar al alcance de todo el mundo. A pesar de que en esta sociedad de la información puede parecer que tenemos un acceso ilimitado al conocimiento, no siempre está disponible de manera abierta y gratuita, además de que está repartido por todas partes, no solo en la academia. Así que, para favorecer la eclosión de propuestas transformadoras, queremos devenir "nodo de conocimiento", de encuentro de actores académicos y no académicos que lo potencien conjuntamente y generen nuevo conocimiento. Espacios de diálogo, creación e intercambio de conocimiento, que integren aproximaciones e ideas de cualquier procedencia. Así, tenemos que empezar porque el conocimiento generado en la UOC esté disponible y accesible, facilitando su reutilización, redistribución y reproducción, como lo estamos articulando con nuestro Plan de acción Conocimiento Abierto. 

Se tiene que abrir la universidad en todos los sentidos y hacerla más accesible y conectada con la sociedad, preocupándonos por el nodo y por las relaciones entre los actores, como ya apuntó la presidenta de nuestro Consejo Asesor, Lorena Jaume-Palasí

Has puesto en marcha iniciativas de la mano de otras instituciones, como los ciclos temáticos con la Sala Beckett, para acercar el conocimiento a la ciudadanía. Después de seis ediciones, ¿qué valoración haces?

La colaboración desde 2017 con la Beckett, sala de teatro de Barcelona y obrador de dramaturgia contemporánea, va en la dirección de propiciar espacios de encuentro y creación de conocimiento con y desde fuera de la academia. En la UOC buscábamos una propuesta para hacer salir el conocimiento fuera de nuestras paredes. La Sala Beckett, situada muy cerca nuestro, en el distrito 22@, era la socia idónea para compartir conocimiento en un entorno completamente diferente al de la universidad.

Llevamos juntas seis ciclos temáticos con un éxito rotundo, por los miles de participantes en las actividades, para las dos instituciones. Hemos reflexionado sobre aspectos tan diversos como las condiciones del cerebro, los terrores de la ciudad, la juventud y la ficción, la muerte, la figura de la dramaturga Lluïsa Cunillé o las violencias de género y las estructuras de poder. La valoración que hacemos es tan positiva que ya estamos planificando dos nuevos ciclos sobre la tensión entre personas y planeta y sobre inteligencia artificial.

En las aulas de la UOC se mezcla estudiantado que vive en 142 países. Además, se potencian las movilidades virtuales de estudiantado de otras universidades, que hacen de las aulas un espacio de globalización. ¿Cómo puede aprovechar el profesorado y el estudiantado esta riqueza cultural? 

Promover aulas globales en la UOC, con profesorado y estudiantado diverso y un currículo con perspectiva global, local e intercultural, es una de nuestras acciones para favorecer una mejor comprensión del mundo con múltiples visiones y realidades y, a la vez, la adquisición de competencias básicas para la empleabilidad. 

En este sentido, las movilidades virtuales son fantásticas para trabajar algunas de nuestras líneas, como la promoción de estas aulas globales y la internacionalización de las universidades que formamos parte del programa, y compartir aprendizajes tanto académicos como de gestión. Sabemos que para algunas de las instituciones que participan las movilidades virtuales son una oportunidad para que el estudiantado disfrute de una experiencia internacional. Desde 2016, han pasado por las aulas de la UOC más de 2.000 estudiantes de Colombia, Ecuador, Perú o Chile. Para 2022 estamos estudiando movilidades con universidades europeas y con la australiana Deakin University.

Es difícil hacer predicciones, pero ¿hacia dónde crees que irá el futuro de la educación superior a escala global?

Es urgente que las universidades reflexionemos, cuestionemos y tomemos decisiones sobre nuestra apuesta educativa, para que dé respuesta a las necesidades de un mundo cambiante y más interconectado. Es difícil hacer predicciones, pero tenemos que acordar el rol de la universidad, del docente y del estudiante, con un pacto con otros actores de la sociedad. Estoy convencida de que la transformación digital está en la ecuación, y es nuestra responsabilidad incorporarla para dar respuesta al presente y el futuro. 

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