28/10/21 · Estudios de Ciencias de la Información y Comunicación

«Para mí, el humor está más cerca de la inteligencia que de la comicidad»

Foto de Carla Step para la Revista Gráfica

Foto de Carla Step para la Revista Gráfica

Flavia Álvarez-Pedrosa Pruvost , Flavita Banana, ilustradora y viñetista

 

Flavia Álvarez-Pedrosa Pruvost es el nombre real de Flavita Banana, que se define como viñetista de humor en periódicos y que también ha firmado campañas de publicidad y ha recopilado su obra en más de un libro. El profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Efraín Foglia la ha entrevistado en el pódcast Parenthesis, donde defiende que el humor no puede enseñarse porque es innato y que su trabajo se resume en ser "dibujante de las cosas normales".

 

Flavia Álvarez-Pedrosa Pruvost es el nombre real de Flavita Banana, que se define como viñetista de humor en periódicos y que también ha firmado campañas de publicidad y ha recopilado su obra en más de un libro. El profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Efraín Foglia la ha entrevistado en el pódcast Parenthesis, donde defiende que el humor no puede enseñarse porque es innato y que su trabajo se resume en ser "dibujante de las cosas normales".

¿A qué te dedicas?

Hace tanto que no hago un currículo que no sabría qué decir. En el terreno técnico, soy viñetista de humor para periódicos. Eso es con lo que me siento más cómoda como descripción, y lo más ajustado, pero, como de eso no puede vivirse a secas, también he hecho viñetas para campañas de publicidad, libros…, y poco más. Dibujo, soy dibujante de las cosas normales.

¿Cuál es tu dieta intelectual? 

Hay pocas cosas que detonen o que estén directamente relacionadas con la viñeta. Intento evitar consumir viñetas, por ejemplo, cuando voy corta de ideas, porque hay peligro de que se te cuele algo que has visto. En general, leo novela, clásica o contemporánea, y casi no veo series ni películas, porque me cuesta mantener la atención en pantallas. Yo diría que leer y hablar con la gente.

Tu trabajo tiene que ver con la ilustración, la política, el feminismo, el diseño… ¿Cómo aprendiste?

Estudié ilustración en la Escuela Massana: cómo plasmar ideas, métodos, formatos, materiales…, todo eso. Pero yo creo que la parte del contenido de la viñeta es difícil aprenderla en algún lado. La parte del humor se tiene o no se tiene. Puede reforzarse, pero que de la nada alguien se convierta en humorista lo veo difícil. Y la inquietud: no solo es ver que se te da relativamente bien, sino creer que los demás lo tienen que saber. Todo el mundo puede tener ideas y sacar unas conclusiones interesantes, pero en privado. Pero estar motivada a poner algo en público y dedicarme a dar mi opinión a diestro y siniestro, eso es una ambición, una inquietud de que la gente sepa lo que tú quieres decir. Y eso es también difícil enseñarlo.

¿Expresas tus opiniones en tu trabajo?

Sí, pero hay algunas cosas que considero certezas. Es así y ya. El tema del feminismo, por ejemplo, se tiene que inculcar mucho más. No viene a ser mi opinión. Y en otras cosas, sigo creyendo que es mi opinión. Me siento más segura pensando así, no quiero ser profeta de nada.

¿El feminismo en ti fue algo ya orgánico, generacional, o tuviste un clic para ir hacia donde trabajas ahora con este tema?

Fue más lento, como un garrote vil. Despacito, el tornillo fue apretando el cuello hasta que me partió la médula y desperté. Yo crecí solo con mi madre y mi hermana porque mi padre se fue cuando yo tenía seis años con la secretaria. No he tenido cerca a mi familia, porque mi madre es francesa, así que he crecido educada por una mujer y mi hermana mayor. Para mí siempre fue obvio el poder de las mujeres y su capacidad para hacer absolutamente de todo. Y en mi casa se ha educado así sin que supiéramos que tenía un nombre. Ese es el tema. Sí que el garrote apretó algo más cuando terminó una relación larga, cuando tenía 25 años. Había idealizado una relación cuando el trato era nefasto. Y lo vi porque muchas chicas empezaban a quejarse… Descubrí el feminismo por el tema de las relaciones románticas y de ahí ya fui al sistema y a todo. Y fue un poco un despertar. 

En este sentido, si no ilustraras, ¿has imaginado otra forma de expresar estos contenidos, otro medio?

Ya lo hago, darle la chapa a todo el mundo [se ríe]. Cuando me tomo más de tres cervezas soy un altavoz con patas. Pero, si te refieres a un medio profesional y remunerado, creo que podría ser guionista. Podría estar en la sombra, fácil y gustosamente. No solo digo que es una opción en un universo paralelo, sino también en uno futuro, porque del personaje público ya hace tiempo que me cansé. Las apariciones físicas son con cuentagotas, no me interesan. Poder ver que tu trabajo funciona sin tener que dar la cara a mí me parece una buena opción.

A día de hoy eres referente en tu sector y para los estudiantes; ¿cuántas horas les dedicas a tus viñetas?

Depende del día. Soy fan del caos y no hay un día parecido al anterior. El trabajo principal es darle vueltas a la siguiente viñeta y lo hago haciendo cualquier cosa: en la cola de Correos, tomando una birra, leyendo… Me tengo que obligar a mí misma a decir que es trabajo, porque, si no, siempre digo que trabajo poquísimo y mis amigos cercanos me dicen que deje de decir eso. Todo lo que tiene que ver con la vida cotidiana es también trabajo. Desde pequeña ya me chocaba el concepto tiempo libre. En el colegio decían "una hora de actividad libre". ¿Lo demás no es libre? Y me sigue chocando que la gente diga "no tengo tiempo libre". Defíneme tiempo contrario: ¿tiempo esclavizado, encarcelado? Cuando vi que la cosa iba bien con este tipo de trabajo, decidí fundir la frontera entre ambas cosas. ¿Qué define el tiempo libre? La diversión, el ocio, amigos, el descanso… Pues he incorporado eso a mi trabajo. 

¿Cuántos tatuajes tienes? ¿Tiene relación con tu trabajo gráfico?

Los conté el otro día, 47. Empecé a tatuarme cuando tenía 19 años. Al terminar la carrera no conseguía curro y me puse a trabajar de todo. Recuerdo bien trabajar en un hotel donde estaba prohibido llevar tatuajes a la vista, y yo tenía que ponerme esparadrapos. Tengo los brazos bastante peludos y recuerdo arrancarme los pelos. Cuando lo dejé, me hice tres tatuajes más, en los brazos, para prometerme a mí misma que no volvería a aceptar un trabajo donde no aceptaran tatuajes. Creo que eso sí que me encaminó al mundo artístico, a esas profesiones donde se respeta más la imagen del trabajador. Sigo siendo una trabajadora del dibujo, pero en el arte está bien visto.

También en deportes, como el fútbol o el baloncesto.

En las artes, en cualquier disciplina, está al margen del éxito. Y en el deporte, más relacionado con el éxito. Si eres conocido y no dependes de cómo te juzguen, te puedes permitir hacer barbaridades. Yo en mi caso no creo que lo sean. Jamás lo he hecho por la imagen que proyecto, sino porque me gustan a mí. 

¿Qué tipo de asignatura o especialidad incluirías en los estudios de comunicación en relación con el humor o la ironía?

Es muy difícil. Yo he dado cursos alguna vez, puntuales, de viñeta o humor, y no daré más. Creo que debe haber maneras de conseguirlo, pero no voy a ser yo quien lo consiga. Hay que tener el humor de base y eso no se puede enseñar. Y mucha empatía, porque estás reflejando lo que le pasa al mundo. Me inspiro mucho hablando con la gente; una de las cosas que más me inspira es hacerlo con gente que está en desacuerdo conmigo. Amo hablar con los taxistas, ir al mercado y hablar con señoras mayores, con testigos de Jehová… La juventud es difícil que piense en los demás. Y lo entiendo. Todos hemos sido jóvenes: primero son las hormonas y después te importa tu culo y punto. Y una asignatura teórica sobre este tema… Lo tienen en internet. Tienen entrevistas de personas que generan humor: de presentadores de televisión, de dibujantes, de actores… Creo que se logra una línea en el humor y en la ironía por espejarse, por elegir un camino. Yo no hago nada nuevo, la viñeta de periódico existía, a mí me gustaba y pensé: "Yo quiero hacer eso". 

¿Es difícil o imposible enseñar humor?

El humor para mí es algo tan primario como que te guste comer o cagar. ¿Cómo analizas esto? Me parece muy frívolo el análisis del humor, cómo fabricarlo. Que no cuenten conmigo porque es innato. Triunfa el que lo tiene innato; por eso los memes fueron un bum tan grande y lo siguen siendo. Es una fantasía.

¿Es un nuevo lenguaje?

Sí, pero no deja de ser el chiste. Es breve, con imagen, es anónimo. El premio Nobel de las artes del siglo xxi.

¿Quiénes son tus referentes en el mundo de la ilustración o de las viñetas?

En España, pocos, más franceses. La mayoría están muertos y son hombres: Cesc, Forges, Quino y, sobre todo, salirse de lo más conocido de ellos, cuando se pusieron más transgresores. Me gustan porque más que humor es un análisis mental, y para mí el humor está más cerca de la inteligencia que de la comicidad. El humor es reflexionar tú y lograr que el otro reflexione. Es contagioso. 

¿Cómo imaginas que se leerán tus ilustraciones en diez años?

En el último libro que publiqué en noviembre del año pasado hay unas páginas marcadas en el centro con hojas negras. Avisan que esas hablan de la pandemia y que el resto no. Yo no quería que estuvieran en el libro, pero mi editor me dijo: "Es que esto no se va a borrar de la historia". Ahora estoy intentando evitar hablar del tema. Pero espero que todas puedan servir para que se vean más adelante. Y, las de feminismos, ojalá se miren raro porque se hayan cambiado las cosas. Pero intento esforzarme para que sigan siendo de humor: poner en evidencia obviedades ridículas que tenemos hoy en día; usar la figura del ama de casa, que no va a desaparecer en diez años. Ojalá se miren como diciendo: "¡Qué arcaico!". Pero lo dudo.

¿Por qué esa figura recurrente del ama de casa?

Porque cualquier mujer entiende que habla de nosotras. Si siempre dibujara chavalas jóvenes, quizá las amas de casa no prestarían atención, pero hay muchos otros problemas. Si dibujo amas de casa, abarco una población mucho más grande. Y no solo eso. A veces, cuando hablo con personas mayores, acabo colando el tema del feminismo y te llevas sorpresas. Llevan una fuerza dentro que, como la liberen, se acaba todo. Me gusta apoyarme en esa figura porque creo que la juventud está mejor encaminada.

Contacto de prensa

También te puede interesar

Más leídos