Artículo
El efecto de las TIC en la organización de la acción colectiva: la virtualización de los movimientos sociales
Israel Rodríguez Giralt

Profesor de Psicología de la acción colectiva (Universidad Autónoma de Barcelona)
Consultor de los Estudios de Humanidades y Filología (UOC)
irodriguezgir@uoc.edu


Resumen: En la actualidad existe un alto nivel de conciencia sobre el impacto de la innovación tecnológica en la organización social de las sociedades modernas. En las últimas dos décadas se ha insistido desde diferentes ámbitos, académicos, políticos, técnicos y socioculturales, en la necesidad de analizar y valorar de un modo global e integrado las innovaciones tecnocientíficas y las respectivas transformaciones culturales y sociales que conllevan.

Entre estas innovaciones encontramos el gran abanico que constituyen las denominadas tecnologías de la información y de la comunicación, las TIC. Las TIC son vistas, a menudo, como palancas importantes para conseguir nuevas formas de actividad económica, social o cultural (comercio electrónico, educación a distancia, saber democratizado, etc.), así como nuevas formas de organización social (por ejemplo, en ámbitos laborales, institucionales, educativos o incluso por lo que respecta a nuevas formas de relación social, como es el caso de las comunidades virtuales). Pero, frecuentemente, la velocidad de los cambios supone, o puede suponer, una barrera para estudios detallados y prolongados de las implicaciones de este proceso de virtualización en la transformación social y cultural. Prueba de ello es el escaso interés que han despertado estas dinámicas en lo que concierne a procesos de transformación social, tales como los cambios acaecidos en el seno de proyectos políticos, sociales y culturales con expresa voluntad de cambio social. Estamos hablando, por supuesto, de comunidades u organizaciones de protesta, de la emergencia de nuevas inquietudes y reivindicaciones, así como de la transformación sufrida por movimientos sociales asentados a raíz de la eclosión de las denominadas TIC.

A pesar, pues, de que en la actualidad se está formando un cuerpo de investigación sistemáticamente aplicado al impacto de las TIC en la transformación social y cultural, este trabajo pretende llenar algunos vacíos u omisiones que acarrean dichas investigaciones. Fruto de una labor prolongada, este texto presenta algunos análisis sobre los efectos que estas nuevas tecnologías producen en los procesos de cambio social y, en concreto, analiza el papel de la virtualización en el campo de los denominados movimientos sociales.

En particular, estudiaremos las transformaciones a partir de las transiciones y cambios que afectan a la organización, acción y producción de conocimientos de un movimiento social como es el ecologista. A partir del análisis de una controversia ecológica acaecida en España, analizaremos el papel de las TIC en las dinámicas de protesta, movilización, organización, producción de conocimiento y articulación con otras organizaciones de este movimiento.
Al proporcionar una explicación de la pluralidad y tensión constitutiva de la vida social, la investigación puede contribuir a la práctica de la libertad.
Alberto Melucci (1996, pág. 397)


1. Hacia una lógica social de la complejidad del presente

El presente por el que transitamos a menudo se nos aparece complejo y desorganizado, fragmentado, caracterizado por el movimiento, el contacto, la conexión, la ubicuidad, la incertidumbre, la ambigüedad. De ello es en buena parte responsable una creciente impronta tecnológica, cada vez más imborrable. Cada vez decimos con más alborozo que transitamos por espacios globales, repletos de gentes, pero también de informaciones, objetos, miríadas de objetos, dinero o imágenes. Espacios por los que circulamos rápidamente y sin apenas limitaciones, a través de regiones y temporalidades diversas que adquieren formas y concreciones impredecibles. Sin duda, estas condiciones, al margen de que nuestra postura se mueva de la admiración a la hilaridad, generan lo que Bauman (1998) advierte como una condición nueva para la humanidad.

Nuestra cotidianidad está sembrada, cada vez más, de colectivos y ordenamientos sociales que mutan con extrema facilidad, que se ven modificados, o tal vez creados, por los nuevos dispositivos tecnológicos que entreveran, amplían y conectan las sociedades contemporáneas. Esta complejidad ha atraído las ciencias sociales, que desde distintos ángulos y con distintas herramientas ha ido acometiendo la ingente tarea de pintar un retrato, más o menos global, de este presente calidoscópico. Para ello, y ante estas nuevas condiciones, las ciencias sociales se ven obligadas a desprenderse de parte del legado instrumental, metodológico y teórico propio de la modernidad, repleto por otra parte de divisiones y distinciones claras y distintas, llenas de espacios y sustancias homogéneas y nítidas. Ahora, el pensamiento social se ve inmiscuido por completo en la ingente tarea de dar cuenta de este presente que nos atrapa, repleto de simulaciones, de relaciones superpuestas, de hibridaciones constantes y de acontecimientos que derogan todo intento de encontrar un orden subyacente, claro, distinto y último.

La impronta tecnológica es, sin duda, un aspecto central y nuclear de la organización y el devenir de las sociedades contemporáneas. Por ello su consideración teórica es vital para pintar esos retratos a los que aducíamos al hablar de los cambios y las transformaciones sociales que vivimos en nuestro presente. Es tan básica, y se entrevera tan profundamente en los cimientos de las sociedades actuales, que incluso nos impele a actualizar nuestras consideraciones sobre lo social.

Pero si hay una mediación tecnológica que destaque en nuestro presente, y que atrae un cuerpo cada vez más grande y consistente de trabajos e investigaciones, ésta es la que concierne a las denominadas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC). De todos es conocido que las tecnologías de la información y la comunicación aparecen como condiciones de posibilidad que transforman nuestro presente, pues vinculan, median, aglutinan, transforman muchas relaciones sociales. Son parte constitutiva de las enredadas y complejas sociedades contemporáneas. Por ello, es imprescindible dar cuenta de su acción, efectos y mediaciones para detallar los cambios, senderos y derroteros que acucian nuestro presente y futuro inmediato.

De todos modos, en este ensayo no pretendo despejar la complejidad contemporánea de un solo cometido. Por ello, es imprescindible iniciar la reflexión sobre estas transformaciones y sus razones, desde algún ángulo concreto. Y uno de los ángulos donde estas transformaciones se aprecian de un modo más claro es, sin duda, el de la acción colectiva. La acción colectiva es desde hace años uno de los campos más fructíferos y atractivos dentro de las ciencias sociales. Su estudio no sólo ha reportado un acervo teórico y empírico considerable para un campo joven dentro de las ciencias sociales, sino que además ha alimentado de conceptos y perspectivas repletas de novedad las ciencias sociales en su conjunto. Desde hace unos años, además, su estudio ha devenido cada vez más atractivo debido, en buena parte, a las mutaciones y cambios de expresión, organización y desarrollo que vive en las sociedades contemporáneas.

Las nuevas formas de protesta, movilización y organización para el cambio social generan, sin lugar a duda, una fuerte expectación y atracción en los medios y en la opinión pública, y no es menos el interés que despierta por parte del pensamiento social. En los últimos años no dejan de aparecer teorías y aproximaciones que intentan dar cuenta de las motivaciones, características de organización, efectos o, incluso, ideario de estas formas de protesta contemporáneas. De estos estudios han llegado a nacer aproximaciones que reclaman la especificidad de las formas contemporáneas de protesta, como pone de manifiesto el denominado enfoque de los nuevos movimientos sociales (NMS). A pesar de estos intentos, pocos trabajos tienen en cuenta el creciente y cada vez más importante papel de las tecnologías de la información y de la comunicación en estas nuevas formas de acción colectiva. Muchos autores destacan la utilidad comunicativa o, incluso, su idoneidad para articular nuevas identidades, pero pocos se toman en serio el profundo poder constitutivo y mediador de estas tecnologías.

Para dar respuesta, pues, a estos vacíos, nos centraremos en los cambios que han acaecido en los movimientos sociales y en la acción colectiva en general a raíz de la mediación e imbricación de estas formas de organización social con las denominadas TIC. Así, intentaré ofrecer algunas herramientas que nos permitan, aunque sea parcialmente, dar cuenta de la influencia que tienen las denominadas TIC en la organización y acción de los movimientos sociales contemporáneos, explicar el modo en que las formas organizacionales y las acciones tácticas encaminadas a la transformación social quedan modificadas por la mediación de las TIC, y finalmente exponer cuáles son sus características presentes y rasgos diferenciales.

2. El estudio del impacto de las TIC en las sociedades contemporáneas

En la actualidad existe un alto nivel de conciencia sobre el impacto de la innovación tecnológica en la organización social de las sociedades modernas. En las últimas dos décadas se ha insistido desde diferentes ámbitos, académicos, políticos, técnicos y socioculturales, en la necesidad de analizar y valorar de un modo global e integrado las innovaciones tecnocientíficas y las respectivas transformaciones culturales y sociales que conllevan.

Entre estas innovaciones encontramos el gran abanico que constituyen las denominadas tecnologías de la información y de la comunicación, las TIC. Las TIC son vistas, a menudo, como palancas importantes para conseguir nuevas formas de actividad económica, social o cultural (comercio electrónico, educación a distancia, saber democratizado, etc.), así como nuevas formas de organización social (por ejemplo, en ámbitos laborales, institucionales, educativos o incluso por lo que respecta a nuevas formas de relación social, como es el caso de las comunidades virtuales). Pero, frecuentemente, la velocidad de los cambios supone, o puede suponer, una barrera para estudios detallados y prolongados de las implicaciones de este proceso de virtualización en la transformación social y cultural. Prueba de ello es el escaso interés que han despertado estas dinámicas en lo que concierne a procesos de transformación social, tales como los cambios acaecidos en el seno de proyectos políticos, sociales y culturales con expresa voluntad de cambio social. Estamos hablando, por supuesto, de comunidades u organizaciones de protesta, de la emergencia de nuevas inquietudes y reivindicaciones, así como de la transformación sufrida por movimientos sociales asentados a raíz de la eclosión de la denominadas TIC.

A pesar, pues, de que en los últimos diez años un gran número de trabajos han analizado la relación entre las TIC y la estructura del cambio organizacional e institucional, las dinámicas de cambio de la comunicación en organizaciones e instituciones que implementan estas tecnologías y la difusión de las TIC a través del tejido organizacional, pocos de estos trabajos han puesto énfasis en el análisis de los efectos que las TIC producen en los agentes de cambio social y cultural.

Este artículo pretende, pues, llenar un doble vacío. Por una parte, el de la despreocupación o incluso desprecio de los enfoques sobre los nuevos movimientos sociales acerca del papel de las tecnologías de la información y de la comunicación. Por otra parte, el proveniente del desprecio de los denominados estudios sociales de la tecnología acerca de los efectos y dinámicas de transformación social y cultural que han introducido las tecnologías de la información y de la comunicación. Es por ello que este trabajo analiza las implicaciones y efectos de las TIC en los agentes de cambio social y cultural, ciñéndose a las implicaciones sociales potenciales de la adopción, por parte de organizaciones y movimientos sociales, de sistemas TIC.

A través del análisis de los nuevos movimientos sociales, en los que lo tecnológico desempeña un papel crucial, podremos reformular las implicaciones de la adopción de tecnologías TIC, así como algunas de las definiciones que atañen a las particularidades y características propias de los movimientos sociales contemporáneos, e incluso podremos postular un principio de inteligibilidad del sentido de las luchas sociales y culturales contemporáneas. De este modo, debido a las condiciones de posibilidad surgidas como consecuencia de la mediación tecnológica de nuestras sociedades, los nuevos movimientos sociales llevan a cabo una regeneración de las temáticas que constituyen el objeto mismo de la lucha política. Por su parte, tal regeneración exige que los propios movimientos sociales se involucren en un ejercicio constante que aspira a ejercer efectos globales desde actividades locales, ejercicio en el que, como veremos, el papel de la tecnología es decisivo. Estos cambios nos permitirán argumentar que las luchas culturales y sociales contemporáneas, debido en parte al influjo tecnológico, viran su sentido. Podemos decir que pasamos de la política a la cosmopolítica. Es decir, gracias a la participación de las TIC en la organización de la acción colectiva, pasamos a practicar y a definir la política, y lo político, de otro modo. La denominada cosmopolítica actual es posible gracias a la presencia de estas tecnologías, que permiten reunir actores muy diversos —incluso ontológicamente— en un mismo escenario, precario y global, donde el intercambio de propiedades, la negociación y las alianzas, por ejemplo entre humanos y no humanos, es moneda común.

Para dar cuenta de estas cuestiones, nos centraremos en el análisis de un caso que ilustre nuestros planteamientos: analizaremos el papel y la organización del movimiento ecologista durante el desastre ecológico acaecido en el parque de Doñana, en España, en abril de 1998. Tal y como se desprenderá de la lectura de los acontecimientos, la acción de los grupos ecologistas, gracias sobre todo a la mediación de las denominadas TIC, movilizó y enroló a entidades humanas y no humanas para resignificar el contenido de la actividad política y tejer una globalidad que resistiera a los intentos de localización que operaron sobre el desastre. En suma, practicaron la cosmopolítica.

Así, y a modo de anticipo, intentaré mostrar que los movimientos sociales contemporáneos se organizan de una forma completamente diferente debido a la introducción de las TIC en su acción y organización. Es decir, que hay una profunda reformulación de lo que constituye un colectivo con voluntad práctica o de transformación social.

3. La irrupción de las TIC en la acción colectiva: un interrogante previo a toda pregunta

Existe una larga tradición de estudios y trabajos acerca de los movimientos sociales, su constitución, eclosión y razón de ser como fenómeno diferencial de las sociedades modernas. Estos estudios constituyen un campo privilegiado para investigar dinámicas que hacen referencia al cambio y transformación social, y han proporcionado inestimables herramientas para el estudio de lo que habitualmente denominamos la lógica de lo social.

A pesar del acervo reunido hasta ahora al respecto, el estudio de los movimientos sociales no deja de abordar paradojas y generar respuestas parciales para un fenómeno atractivo a la par que heterogéneo y cambiante. De hecho, como nos recuerda Melucci (1996), el afán de generalidad, por querer dar una respuesta global y última sobre los movimientos sociales y su lógica, nos ha privado de atender a la verdadera esencia de los mismos; así lo dice al menos el fracaso que hasta ahora ha recubierto su abordaje. Una esencia que no es otra que la de emprender un campo repleto de diferencias, heterogeneidad, lógicas cambiantes y profundamente arraigadas a elementos contextuales y en permanente movimiento. Por eso es tan difícil llegar a un principio general de los mismos que no sea el ambiguo principio que define únicamente la heterogeneidad de sus particularidades. Con ello, no cejo en el empeño de atribuir una lógica social a estos fenómenos, sino que pongo el énfasis en que para entender los movimientos sociales debemos atender a sus particularidades constituyentes.

Como decimos, este campo de estudio se ha enfrentado, y se enfrenta actualmente, una y otra vez, a la problemática definición de su propio objeto de estudio. ¿Qué constituye un movimiento social? ¿Qué le da sentido como colectivo? ¿Cómo explicar la movilización y el enrolamiento en determinadas actividades? Tal y como hemos dicho, la persecución de un marco de estudio e interpretación global, holístico, sobre las diferentes formas de acción colectiva ha llevado una y otra vez al fracaso a las diferentes perspectivas, y no ha hecho sino multiplicar las corrientes y disputas existentes. Este debate incluso ha dividido las corrientes de estudio en función de escuelas diferenciadas continentalmente: la llamada perspectiva americana y la denominada perspectiva europea. Cada escuela destaca énfasis distintos. La primera se centra en las elecciones racionales y el cálculo de costes y beneficios como gran estandarte para explicar el cómo y el porqué de la acción colectiva, y por tanto, detallar su constitución como colectivos y su orientación hacia la acción política o cultural. La segunda, la europea, pone un marcado énfasis en los procesos de identidad y su preeminencia, poco racional, en toda acción colectiva. Ambas aproximaciones ofrecen marcos de interpretación útiles e interesantes de la acción colectiva, pero, lejos de resolver su ambición holística, no han hecho más que multiplicar las paradojas e interrogantes que se ciernen sobre la explicación de la acción colectiva.

Como he comentado anteriormente, lejos de querer solventarlos, y mucho menos de una sola vez, el interés de este artículo es precisamente multiplicar aún más estos interrogantes y paradojas. Multiplicarlos a partir de los cambios que transforman la acción colectiva contemporánea. Las formas contemporáneas de protesta presentan multitud de ángulos nuevos desde los que construir nuevas teorías acerca de la acción colectiva, sus motivos, su organización, su acción política, sus reivindicaciones culturales, etc. En este artículo, sin embargo, nuestro interés es presentar la complejidad que introducen las denominadas tecnologías de la información y de la comunicación. La articulación de las formas de protesta contemporáneas con estas tecnologías está fuera de toda duda, pero esto no hace más que poner sobre la mesa de nuevo la sorpresa y el retraso en las respuestas que las ciencias sociales proporcionan a este tipo de nuevas formas de acción colectiva y de organización de la protesta. Sin duda, las TIC han supuesto, para el estudio de los movimientos sociales, un interrogante, incluso antes de que se formulara, desde las ciencias sociales, pregunta alguna en este sentido (Castells, 2001; Blickstein y Hanson, 2001; Borsook, 2000). Es algo para lo que tenemos que dar respuesta ya, enfrascados como estábamos en debates de otra índole.



4. La "novedad" de los movimientos sociales actuales

Para dar cuenta de esta complejidad del presente, han aparecido multitud de enfoques que detallan y caracterizan las nuevas formas de acción colectiva, y los derroteros y modos que adquieren los movimientos sociales. Incluso, algunos de estos enfoques han sido recogidos bajo el nombre de enfoques o teorías acerca de los "nuevos movimientos sociales". A pesar de que el epígrafe es a menudo tachado de impreciso y pretencioso (Melucci, 2001), su interés reside en el intento sistemático de diferenciar y explicar las características de los movimientos sociales en las actuales y complejas sociedades globales. Pese a su inestimable esfuerzo, pocos de éstos permiten mostrar el importantísimo papel, al menos de un modo rotundo, que desempeñan las tecnologías de la información y la comunicación en la organización contemporánea de la acción colectiva.

Si hacemos caso del llamado paradigma de los "nuevos movimientos sociales", éstos formalizan su aspecto novedoso en el hecho de que invaden la cotidianidad, politizando la vida cotidiana, politizando aspectos que antes quedaban reducidos a la mera privacidad o intimidad. Tal y como nos dilucida este enfoque, los denominados nuevos movimientos sociales introducen reivindicaciones nuevas, un aspecto simbólico completamente nuevo, problematizan nuevas áreas y nos muestran nuevos modos de organizarse. Estos cambios emergen, como decimos, de las características funcionales, estructurales, sociales y políticas de nuestro entorno. Pero en estas razones a menudo nos olvidamos de la mediación tecnológica y de su poder para conformar colectividades y ordenamientos particulares. Pues bien, el argumento que se defenderá en este artículo es que las llamadas tecnologías de la proximidad tienen un papel activo en la disolución de tales fronteras, y por lo tanto constituyen un elemento central para dar cuenta de esta "novedad" que atañe a los movimientos sociales actuales. El argumento que aquí se defiende es que las tecnologías de la información y de la comunicación emergentes han transformado la práctica, la organización y el discurso de los movimientos sociales contemporáneos. No sólo instrumentalmente, ni organizacionalmente, sino más profundamente, con lo que han proporcionado nuevos modos de relación y de comunicación, que permiten la gestión de conocimientos, la creación de comunidades y el intercambio de significados en otro régimen de relaciones.

5. La perspectiva de los nuevos movimientos sociales y el hiato tecnológico

Si echamos un vistazo al pasado, veremos que habitualmente períodos de pérdida de bienestar, de recesión, de penurias, en términos tecnológicos y en términos económicos, han sido períodos de radicales reconstrucciones culturales y de una importante emergencia de movimientos sociales. Gracias a estas acciones, la crítica social y cultural y los movimientos críticos han permitido reexaminar, reevaluar y orientar procesos políticos, así como ciertos desequilibrios producidos por el desarrollo técnico y científico. Sin embargo, hoy en día no parece que sean simplemente unas condiciones estructurales y funcionales de desequilibrio las que generen un movimiento en los movimientos sociales. De hecho, y éste es parte del argumento de este artículo, lo que anima a algunos de los movimientos sociales son las propias condiciones tecnológicas actuales, emergentes, esperanzadoras y revolucionarias, las que estimulan la protesta y la modifican de raíz. El enfoque que se engloba dentro del epígrafe de los "nuevos movimientos sociales" comparte ampliamente esta interpretación sobre la emergencia de acciones organizadas con voluntad transformadora en sociedades opulentas, globalizadas y altamente tecnológicas como las actuales. Sin embargo, este reconocimiento no traspasa una consideración meramente cosmética, o agregada, de la mediación tecnológica en las sociedades actuales.

¿Qué es, pues, lo que anima a los nuevos movimientos sociales? De entre los diferentes rasgos que se citan cuando se trata de caracterizar los nuevos movimientos sociales, uno de los más interesantes es el que se refiere a la politización de la vida cotidiana (Casquette, 1998; Riechmann, 1994). Es una característica que tiene mucho que ver con el rechazo que éstos muestran hacia la dicotomía público/privado y hacia la subordinación de la esfera sociocultural respecto de la política. En ese sentido, estamos ante planteamientos que enfatizan las problemáticas que emanan de aspectos personales de la vida cotidiana. Alberto Melucci (1996), por ejemplo, explica el fenómeno de la emergencia de movimientos sociales de índole diferencial, a partir de la transición que se produce en Occidente desde una sociedad industrial a una sociedad "compleja" o de la información. En ese contexto, afirma:


"Surgen demandas que tienen que ver con el nacimiento y la muerte, la salud y la enfermedad, y que se centran en la relación con la naturaleza, la identidad sexual, los recursos comunicativos y la profunda estructura biológica y afectiva de la conducta individual. En estas áreas, la intervención a través de aparatos de control y la manipulación van en aumento, de modo que provocan, sin embargo, una manifiesta y amplia reacción contra la definición heterónoma de la identidad; surgen demandas de reapropiación a través de las cuales los individuos reclaman la vuelta de su derecho a ser ellos mismos." (Melucci, 1996, pág. 101)


En cierta medida, el autor plantea la acción colectiva actual como una respuesta al problema del individuo en las sociedades postindustriales. Éstas proporcionan recursos simbólicos que permiten aumentar el potencial de "individuación", de forma que favorecen la autonomía, la autodefinición, la posibilidad del metaconocimiento y la metacomunicación. Sin embargo, al mismo tiempo, con el fin de preservar la integración interna, los sistemas altamente diferenciados requieren extender los mecanismos de control sobre los niveles simbólicos de acción en los que se construyen los significados, las identidades y las bases individuales del comportamiento:


"El mismo movimiento por el que estos sistemas sociales distribuyen estos recursos para la individualización sirve de manera simultánea para fortalecer las formas de control y transferirlas a ese nivel básico en el que se da forma al significado y la identidad individual." (Melucci, 1998, pág. 371)


Así, durante las últimas décadas, hemos asistido a un proceso de regulación creciente de esferas de la vida de las personas que tradicionalmente eran consideradas como propias del ámbito privado: el cuerpo, las relaciones afectivas, las emociones, los procesos cognitivos o el código genético son algunos ejemplos recurrentes. Los movimientos sociales actuales, frente a estas condiciones, actuarían como fuerzas que resisten las presiones sistémicas que empujan hacia la conformidad, y reivindicarían nuevos espacios de autorrealización y construcción de significados que los implicados en la misma pudiesen considerar propios. Así, Melucci entiende los movimientos sociales como generadores de códigos culturales alternativos a los dominantes, como un recurso fundamental para la construcción de identidades, especialmente de lo que denomina "identidad colectiva":


"Llamo identidad colectiva al proceso por el que se 'construye' un sistema de acción. La identidad colectiva es una definición interactiva y compartida producida por un número de individuos (o grupos, en un nivel de mayor complejidad) respecto de las orientaciones de su acción y el campo de oportunidades y constreñimientos en el que tal acción tiene lugar." (Melucci, 1996, pág. 70)


Conviene resaltar que la identidad colectiva no aparece en Melucci como algo estático, que se logra de una vez para siempre, sino que se define como un proceso en el que se construyen y negocian los elementos que la conforman. De este modo, la identidad colectiva implica definiciones cognitivas respecto de las finalidades, los medios y el campo de acción, se refiere a una red de relaciones activas entre actores que interactúan, se comunican, negocian o toman decisiones, y, finalmente, requiere una cierta inversión emocional que permita a éstos sentirse parte de una unidad común.

Para Touraine (1992), lo que es central de los movimientos sociales actuales es su continua batalla por la redefinición de la historicidad, y la articulación de nuevos escenarios para el futuro y nuevos proyectos históricos. Esto hace que su acción se desvincule de coordenadas estrictamente políticas para acometer objetivos ambiciosos de carácter cultural y simbólico. Es fundamental para su teoría de los "nuevos movimientos sociales" reconocer que, al margen de las batallas políticas actuales, existe una lucha cultural, que se cifra en un intento por construir, hacer, producir una nueva identidad colectiva. El autor considera lo siguiente:


"Un movimiento social, en mi definición, es una acción colectiva orientada a la implementación de valores culturales centrales contra los intereses e influencias de un enemigo definido en términos de relaciones de poder. Un movimiento social es una combinación de conflictos sociales y de participación cultural." (Touraine, 1991, pág. 389)


De este modo, la producción de códigos y valores culturales es crucial para estos nuevos movimientos sociales. Del mismo juicio son los autores Jamison y Eyerman (1991), con su enfoque de los marcos cognitivos. Para estos autores lo verdaderamente relevante en el estudio de los movimientos sociales es la producción colectiva de marcos cognitivos, de marcos de interpretación de la realidad, que permiten producir conocimiento, un saber transformador. Eyerman y Jamison (1991) utilizan el concepto de práctica cognitiva, o incluso el más reciente de acción ejemplar, para hablar de esta producción de conocimiento, de símbolos y significados, de marcos de acción e interpretación que acompaña a los movimientos sociales y su acción transformadora. Así, la producción simbólica, discursiva, de conocimiento es vital para caracterizar el porqué y el cómo de los movimientos sociales actuales.

Melucci, intenta descifrar precisamente estos códigos y rituales de protesta que tienen lugar hoy en día en los movimientos sociales (1998; 1996). De esta observación se derivan ciertas conclusiones útiles para nuestra definición de los nuevos movimientos sociales, sus características y los modos de estudiarlos:


1. El autor distingue entre períodos activos y periodos latentes de la actividad de los movimientos, y constata que los movimientos sociales, a lo largo del tiempo, modifican su carácter, así como su presencia y visibilidad pública.

2. Los movimientos sociales actuales pueden explicarse mejor si los consideramos no como organizaciones sino como redes, sin la coherencia y firmeza estricta que habitualmente tienen los movimientos sociales tradicionales y que funcionan como organizaciones estables (Castells, 2001; Diani, 1999).

3. Lo verdaderamente importante para Melucci es la acción simbólica que tiene lugar en esas redes, los significados y conceptos que son articulados, así como los vínculos de solidaridad y comunidad que se establecen y reproducen. Con este énfasis en el cuestionamiento-de-códigos del que nos habla Melucci, se enfatiza que hay algo más que comportamiento instrumental en los movimientos sociales y, de un modo más profundo y general, en lo que se refiere a la vida social en general.

4.Esto hace que para explicar la movilización individual tengamos que dar cuenta de procesos de construcción identitaria, de elementos emocionales y empatías y solidaridades diversos, y no sólo de decisiones o posibilidades instrumentales.


El poder de la sociedad actual opera, pues, cada vez más sobre los códigos que regulan el flujo de información, para al final metamorfosearse en un conjunto de signos. Esto afecta tanto en las prácticas de dominación como en las prácticas de resistencia, tal y como el propio Beck (1998) reconoce en su caracterización del cambio social a partir de lo que él llama subpolitics, o política de baja intensidad, poco organizada, que se establece a partir de prácticas de consumo. El poder en la sociedad actual no cristaliza únicamente a través del Estado, ni se materializa solamente en representaciones grandilocuentes, se introduce y prolifera en las prácticas cotidianas, en el pensamiento y en los juicios de valor constantes. Los movimientos sociales significativos, por críticos, de la sociedad presente ya no son los movimientos que luchan por los derechos del trabajo. Acostumbran a ser movimientos sociales que problematizan la identidad y manifiestan posibilidades de nuevos estilos de vida y significados culturales, incluso más allá de inquietudes políticas, o mejor dicho, con énfasis en conocimientos, saberes y códigos culturales de especial importancia para las sociedades actuales.


"La principal idea acerca de los 'nuevos' movimientos sociales está en relación con la necesidad de superar la imagen de los movimientos como actores históricos unificados que desempeñan un papel central en los conflictos estructurales. He subrayado el hecho de que, debido a razones estructurales, la ubicación y los actores implicados en conflictos sociales pueden ser más variables, centrarse más en temas específicos y asumir un papel simbólico frente al resto de la sociedad." (Melucci, 2001, pág. 166)


En términos de estrategia algunos autores apuntan que las nuevas formas de protesta ponen énfasis en el espectáculo, en la representación, en el escándalo, sobre todo mediático, en el gesto, en lo carnavalesco (Ekins, 1992; Hill, 1998; Ray, 1993). En términos organizacionales, los nuevos movimientos sociales han descentralizado sus acciones, con lo que han devenido modos o estilos de organización más ligeros, que sin embargo exigen un alto grado de coordinación de la acción. Constituye lo que algunos han denominado una espontaneidad organizada. De hecho, son muchos los autores que destacan la apariencia de red, y a menudo de yuxtaposición de organizaciones, que caracteriza la protesta contemporánea. Estos cambios organizativos, además de un creciente énfasis en códigos culturales y de estilos de vida, y en la importante presencia de la denominada cultura de masas, o cultura popular, caracterizarían para muchos a los nuevos movimientos sociales (NMS). Así, como nos recuerda Diani (2000), los movimientos sociales contemporáneos pueden ser vistos como redes informales de relaciones entre multiplicidad de individuos y organizaciones, que comparten cierta identidad colectiva y que movilizan ciertos recursos en determinados conflictos (Diani, 1990). Esta definición hace referencia a diferentes elementos que intervienen en la caracterización de lo que sería un movimiento social. Ésta incluye:

a) El comportamiento específico de los actores, ya sean individuos u organizaciones.

b) Las relaciones que vinculan estrechamente y de un modo recíproco a individuos y organizaciones (Diani, 1999).

c) Los sentimientos de mutua identificación y solidaridad que aglutina un determinado movimiento y que aseguran su persistencia incluso cuando no hay ciclos de activismo concreto (Melucci, 1996).


Tratar a los actores y movimientos como redes permite hacer explícita la relación de éstos con un entorno espacial, político, económico, institucional concreto, que evidentemente desempeña un papel crucial en todo proceso de transformación social o de protesta. Y, sin duda, la noción de red y de multiplicidad es especialmente útil en un contexto en el que los movimientos sociales contemporáneos se forman y tienen como objetivo contextos que traspasan los límites y fronteras nacionales que tradicionalmente habían dado cobijo a los movimientos sociales del siglo XX.

De este modo, y aunque se debe ser crítico con esta fijación y focalización en los aspectos novedosos de los mismos, esta perspectiva permite orientar las nuevas luchas y discusiones que sin duda están fraguando una nueva identidad pública, y que dan origen a nuevos espacios sociales entre los participantes de la acción colectiva. Con el objeto de comprender el modo en que los movimientos llevan a cabo esta función, resulta extremadamente importante referirse a las formas en que está organizada la sociedad. Ahí, en esa lógica que buscamos, desempeña un papel central la mediación tecnológica en las sociedades contemporáneas. Como nos recuerda Melucci (1996):


"Hoy en día, a medida que estamos cada vez más tratando con movimientos que no pueden referirse a ninguna condición social específica, la cuestión de cómo un colectivo deviene eso se ha vuelto más prominente." (Melucci, 1996, pág. 84)


Al atender a ese proceso por el cual el colectivo mismo se convierte en colectivo, los diversos autores contemplados como pertenecientes al enfoque de los nuevos movimientos sociales admiten la novedad de las organizaciones y grupos actuales, y consideran que los movimientos sociales no son actores políticos ni sujetos históricos globales, sino que, más bien, hay que conceptualizarlos como fenómenos compuestos de muchos y variados elementos que conforman estructuras segmentadas, reticulares y multifacéticas. Ahora bien, si prestamos un poco de atención a los elementos que se enumeran cuando se refieren a su composición, no encontramos nada que vaya más allá de lo que tradicionalmente ha constituido la materia de lo social: relaciones entre humanos, procesos cognitivos, relaciones de poder, valores, códigos y significado... No obstante, si observamos el despliegue de actividades que llevan a cabo estos nuevos movimientos sociales, nos encontramos con innumerables ejemplos que contrastan con tal formulación y la objetan (Rodríguez, Domènech, Tirado, 2000; Rodríguez, Tirado, Domènech, 2001). La heterogeneidad propuesta por este enfoque queda reducida, a menudo, a una suerte de heterogeneidad de corto alcance que excluye de su formulación cualquier atisbo de referencia al papel heurístico y explicativo que pudiesen tener los elementos no humanos: tecnología, artefactos técnicos, animales... Como mostraremos a continuación, los nuevos movimientos sociales despliegan y basan su actividad en una heterogeneidad tot court: humanos y no humanos, tecnologías diversas, forman parte en igualdad de condiciones del mismo entramado de acción y significación. Y en esta heterogeneidad constitutiva es especialmente destacable el papel de las denominadas TIC.

6. El papel de las TIC en los movimientos sociales

Como decíamos, el creciente auge de las comunicaciones asistidas por ordenador (CMC) ha abierto un importante interés por parte de los científicos sociales y ha acrecentado los debates sobre sus posibles efectos en las organizaciones sociales contemporáneas (Castells, 2001; Sieber, 2001). La adquisición de nuevos medios, así como de nuevos símbolos, es algo cada vez más habitual entre actores políticos diferentes. Es lo que de algún modo caracteriza lo que muchos denominan "nueva política", que da lugar a nuevas formas de comunicación política y ciudadana, así como a nuevas formas de participación y acción política. Esto ha llevado a algunos autores a proclamar un "giro cultural" (Chaney, 1994) en esta modernización postrera o reflexiva que vivimos (Beck, 1998), que ha dado lugar a nuevas "culturas políticas" (Clarke y Hoffman-Martinot, 1998). Estos cambios hunden sus raíces, en parte, en los que se produjeron con las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Cambios que no sólo suponen un nuevo modo de instrumentalizar las razones, los modos de hacer política o de persuadir, sino que en buena medida modifican lo que entendemos como política. Constituyen unas mediaciones imprescindibles para comprender las mutaciones contemporáneas (Fisher y Kling, 1993). Más que herramientas manipuladoras, que pueden serlo, devienen máquinas expresivas (de devenir) completamente nuevas (Jordan, 1999). La movilización de este tipo de material cultural no sólo transforma la práctica política, sino que hace mella también en las teorías postradas y redundantes que invaden la explicación de la organización social y política. A continuación repasaremos los aspectos que hasta el momento han sido estudiados de un modo más sistemático.

6.1. El auge de la comunicación asistida por ordenador (CMC)

La comunicación asistida por ordenador (CMC) supone una modificación importante de los modos de comunicar. La popularización del correo electrónico facilita la comunicación entre ramas locales y nacionales de una misma organización, así como con otros grupos o coaliciones, ya sean locales, nacionales o transnacionales. Permite, también, estrechar ciertos vínculos entre individuos y organizaciones. Permite, además, reunir, juntar, grupos, discusiones entre individuos que comparten unos mismos intereses, alimentar formas de interacción multimodales, que combinan espacios y tiempos diferentes, y que permiten difundir y recoger información en sistemas de registro flexibles y disponibles en distintos momentos y desde diferentes localizaciones (caso de una web); permite generar órganos de coordinación o de encauzamiento globales, e incluso independientes (por ejemplo, el Institute of Global Communication). Los efectos potenciales de estas tecnologías son por todos conocidos: bajo coste, rapidez y potencialidad para comunicar actores distantes. Sin duda, dichas tecnologías muestran que permiten transformar espacios repletos de individuos social y geográficamente dispersos en poblaciones y grupos densos en relaciones y conexiones. Un aspecto que algunos autores ya han utilizado para reivindicar la solución de ciertos problemas referentes a la movilización (Myers, 1994; Boncheck, 1995; Rheingold, 1993).

Las TIC han modificado con fuerza dimensiones temporales, geográficas, de proximidad que han afectado profundamente a las formas de acción colectiva. Tanto en su infraestructura como en nuevas formas de protesta, configuración de comunidades e identidades sociales. Diani analiza estos efectos en tres tipos de organizaciones que se incluirían en lo que denominamos movimientos: organizaciones que movilizan recursos de participación, organizaciones que se centran en recursos profesionales y redes transnacionales (Tarrow, 1994; Diani y Donati, 1999). Concluye que, sin duda, la perspectiva que tenemos de los movimientos sociales contemporáneos debe ser reinterpretada a la luz de la mediación de las llamadas TIC, tanto en la organización y estructuración de las redes de las que hablábamos, como en los procesos de construcción de la identidad (Klein, 2001).


6.2. Internet y los movimientos sociales

Tal y como hemos visto antes, recientemente los movimientos sociales han pasado de ser interpretados como organizaciones estables en torno a identidades claras y fijas, apegados a situaciones estructurales o emergentes de ellas, a ser vistos como movimientos en red, articulados sobre la base de coaliciones que se constituyen en torno a valores y proyectos que pueden ser, incluso, rápidamente perecederos.

Internet, sin duda alguna, ha contribuido a modificar algunas de las mentadas nociones sobre los movimientos sociales. La mayor parte de movimientos sociales y políticos utilizan Internet como una forma privilegiada de acción y de organización. Es, de hecho, el medio que últimamente viene siendo más privilegiado. ¿Qué confiere este medio a la movilización social? Ante la crisis de las organizaciones tradicionales, estructuradas, consolidadas, sólidas, como por ejemplo los partidos políticos, Internet permite, es condición de posibilidad (Castells, 2001), la emergencia de nuevos actores sociales, a partir, sobre todo, de coaliciones específicas sobre objetivos concretos.

Podemos decir, pues, que actualmente Internet es la estructura organitzativa, el medio, el instrumento de comunicación, la tecnología suficiente que permite nuevos desarrollos para la acción colectiva (Scott y Street, 2000). En un mundo cambiante como el actual, cada vez más globalizado, Internet se convierte en el medio que permite la flexibilidad necesaria a la movilización, que permite esta redefinición espacial y temporal de la movilización, manteniendo al mismo tiempo el componente colectivo, de afirmación, coordinación y focalización, que caracteriza la acción de los movimientos sociales (Routledge, 2000).

No es nueva, por tanto, la afirmación de que los movimientos sociales contemporáneos se organizan, emergen y se desarrollan en torno a códigos (Melucci, 1996). Actualmente los movimientos dependen en gran parte de la capacidad, disposición y composición de la comunicación, de la capacidad, así pues, de aglutinar apoyos, de difundir y transmitir sus ideas, acciones, movilizaciones, etc., e Internet constituye un eje fundamental para la consolidación y posibilidad de este tipo de acciones y organizaciones. La transmisión instantánea de ideas en un marco muy amplio permite la coalición y la agregación en torno a estos códigos (Waterman, 1998).

La pregunta, pues, que incumbe a la acción colectiva contemporánea parece planteada en los mismos términos en los que estas tecnologías parecen operar: con la articulación local/global como eje alrededor del cual han de girar (O'Brien, 2000). No es extraño que la mayoría de grupos y movimientos articulen su acción en torno a esta inquietud: ¿Cómo con acciones locales puedo tener efectos globales? ¿Cómo puedo hacerlo? La pregunta que se plantean estos grupos es, por tanto, operativa, por el mecanismo, por las formas de organizarse. Sin duda las tecnologías de la información y de la comunicación, y entre ellas Internet, constituyen un mediador perfecto para resolver algunas de estas cuestiones. Internet permite la articulación de los proyectos locales, alternativos o no, conformando protestas globales, que acaban aterrizando en algún lugar (algo que podemos ver sin duda en las recientes movilizaciones antiglobalización). Estos grupos se organizan a partir de la conexión y coordinación global, de movimientos locales, de grupos dispersos, de alternativas. Como nos recuerda Castells:


"La conexión global-local, que es la nueva forma de control y de movilización social en nuestra sociedad." (Castells, 2000)


A pesar de estas consideraciones, como afirmábamos en la introducción de este texto, el estudio del papel de las TIC en la innovación cultural y social es aún escaso, y hace falta contemplar de un modo más profundo, y sobre todo a partir de análisis pormenorizados y concretos, las principales consecuencias de la mediación tecnológica en las sociedades actuales. A esto precisamente es a lo que nos dedicaremos en los siguientes apartados.


7. El desastre de Aznalcóllar y la movilización ecologista

26 de abril de 1998. Hacia las 02.30 horas se produce una rotura parcial del dique de contención del embalse de una explotación minera. Vertidos acumulados durante veinte años fluyen hasta el río Guadiamar. Concretamente, cinco millones de metros cúbicos de residuos de metales pesados como cobre, plomo y zinc. ¡Desastre ecológico en Doñana! ¡Catástrofe ecológica! ¡La naturaleza en peligro! ¡Gran catástrofe ecológica en Europa! ¡Desastre mundial! ¡Patrimonio de la humanidad arrasado! La prensa informa inmediatamente del accidente, que al poco tiempo alcanza dimensiones espectaculares y desborda los límites de su localización geográfica y temporal.

El accidente en la mina de Aznalcóllar tuvo un eco importantísimo en la prensa española y causó conmoción en la opinión pública de toda Europa. Fue comparado con accidentes como el del petrolero Exxon Valdés en Alaska, el vertido de 3 millones de lodos tóxicos en el río Buac, en Filipinas, los vertidos de la mina de oro Harmony en Sudáfrica, que causaron la muerte de 17 personas, y el vertido de lodos en Ecuador que enterró a una población entera y ocasionó 24 muertos. En todas estas comparaciones, el caso de Aznalcóllar acabó recibiendo la catalogación de máxima gravedad, dado que se vertió una enorme cantidad de lodos, se produjo en las inmediaciones de una población muy habitada, los vertidos recorrieron una distancia de 40 kilómetros, destruyeron enormes extensiones de cultivos agrícolas y zonas de pesca en el río y envenenaron multitud de pozos de agua potable. Desastre ecológico y desastre económico.

La complejidad de Doñana y del accidente queda patente desde el primer momento. En el parque se acumulan parajes naturales, zonas de protección regional, fincas privadas, explotaciones hortofrutícolas, mineras, etc. En el imaginario europeo se sobreentiende que Doñana es, ante todo, una zona natural; en el imaginario español se mezclan cuestiones relacionadas con la ecología, la historia y la economía. También, desde el primer momento del desastre, se manifiesta un problema de competencias, responsabilidades y acción política. Doñana es especialmente relevante porque es un punto de paso obligado en las migraciones de aves que se mueven entre Europa y África, y por la riqueza y singularidad de sus zonas naturales. Por su singularidad y complejidad, encontramos muchos actores, instituciones e intereses afectados por el acontecimiento: la Junta de Andalucía, el gobierno autonómico, responsable del parque natural; los ayuntamientos de la zona, afectados en las zonas colindantes por el vertido; el Ministerio de Medio Ambiente, a cargo de la zona que es parque nacional; el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que se hace cargo de la reserva biológica integral que el parque alberga, y también la Unión Europea, responsable de la zona de protección para las aves (ZEPA).

Ante esta situación de indeterminación, el debate político, social y cultural no tarda en estallar. El gobierno nacional acusa rápidamente al gobierno autonómico de ineficacia, y viceversa. Del mismo modo, inmediatamente, la responsabilidad del accidente queda desdibujada. La empresa niega toda responsabilidad y se despreocupa de los efectos que esto pueda acarrear. La misma definición de lo ocurrido, las zonas afectadas, las medidas a tomar, las responsabilidades, etc., empiezan a ser motivo de debate e incluso de abierta controversia. Mientras las administraciones discuten, se acusan y buscan soluciones y responsabilidades, emergen con fuerza las discusiones y acusaciones de otros actores que no tardan en movilizarse: los ecologistas.

Desde el primer momento, los grupos y movimientos ecologistas aparecen como un importante actor implicado en la controversia sobre el accidente de Doñana. Éstos en seguida se movilizan y piden responsabilidades. Desde el primer momento estos grupos se desplegan en el parque, toman sus propias medidas de protección de animales y limpieza de lodos, y ofrecen un discurso que opera como contrapunto a las versiones del desastre ofrecidas por las administraciones y sus científicos.

Movilizan recursos, emprenden acciones legales, sociales, políticas y científicas que les llevan a redefinir tanto el alcance como la intensidad de la catástrofe. Greenpeace, WWF/Adena, la Coordinadora de Organizaciones de Defensa Ambiental (CODA), SEO/BirdLife, Aedenat y la Coordinadora de Ecologistas y Pacifistas de Andalucía (CEPA) son algunas de las organizaciones que participan en semejante movilización. Dichos grupos, por ejemplo, movilizan a voluntarios para retirar los lodos (Greenpeace), recogen peces muertos y limpian plantas y sembrados afectados. Se exige enérgicamente la declaración de zona de emergencia (Adena/WWF), y se denuncia de manera incansable la entrada masiva de contaminación al parque y, en consecuencia, el peligro inminente sobre la fauna y especies que habitan en la zona (SEO/BirdLife). Un sinfín de acciones da rienda suelta a la movilización y protesta de estos grupos: se organizan protestas que incluyen manifestaciones, peticiones de responsabilidad civil y penal, artículos de denuncia en publicaciones científicas, redacciones de informes, peritajes autónomos, etc. En seguida estos grupos exigen imputaciones para la empresa propietaria, para los políticos que han autorizado concesiones que vulneran la legislación medioambiental y para los peritos encargados de supervisar las instalaciones del embalse.

Pronto se forman dos grandes corrientes de opinión y de definición sobre lo ocurrido: El "no ha pasado nada" (Bravo, 1999) de las administraciones, enzarzadas en una disputa dialéctica e interesadas en restablecer de inmediato las actividades y la normalidad en la zona; y el "lo peor está por venir" (Cobelas, 1998) que proclaman los ecologistas, interesados en mostrar el alcance real y potencial de lo ocurrido y en exigir responsabilidades y otra política para la administración de los parajes naturales. Poco después estos dos grupos se ven más enfrentados en sus juicios y determinaciones. Los ecologistas son acusados de "alarmistas" y de "preferir los patos a las personas". Éstos, por su parte, se erigen a ellos mismos en aquéllos que pueden determinar verdaderamente lo ocurrido, sin temores a sanciones políticas, a disciplinas ni a intereses ocultos, económicos o políticos. Esto conlleva que para unos lo ocurrido no es más que un movimiento de tierras desafortunado, que pronto será limpiado, por lo que todo volverá a estar en orden. En todo caso no puede ser más que una desafortunada catástrofe natural. En breve, lo sucedido será un recuerdo. Para los otros, los ecologistas, el acontecimiento puede considerarse un verdadero desastre ecológico. Un delito en toda regla; delito porque en ello ha habido prevaricación. Sin temblar, los ecologistas señalan responsables y piden que se haga justicia. Éstos recogen muestras, visitan pozos, sistemas hidráulicos. La contaminación de aves migratorias, que anidan en Doñana, anunciada un año después de la catástrofe, no hace más que confirmar que el desastre no puede quedar reducido a la geografía que ocupan los lodos. No es local y contingente, es global, su devenir es incierto y difícilmente mensurable. Sus efectos pueden durar eternamente. El alcance del desastre demanda, pues, una implicación y consideración internacional y universal. Y así lo atestigua la propia acción de los movimientos ecologistas.

El análisis de la actuación de los grupos ecologistas en el vertido tóxico de Aznalcóllar[1] nos mostrará precisamente que su acción fue completamente dependiente de articulaciones heterogéneas entre entidades humanas y no humanas, naturales y tecnológicas. Como colectivos, éstos se tejieron sobre un conjunto de prácticas heterogéneas de entre las cuales destaca el uso masivo de Internet.

7.1. La producción de un colectivo heterogéneo y global

Mostrábamos hace un instante que para los ecologistas no cabe ninguna duda: la contaminación entró en Doñana. El desastre es de una magnitud mucho más elevada de lo que las administraciones oficiales están dispuestas a reconocer. La contaminación difícilmente podrá limpiarse. Permanecerá eternamente. Sucesivas generaciones arrastrarán ese presente hacia un futuro desolador. El desastre es, por tanto, global:


"Los metales pesados permanecerán en los diferentes ecosistemas. Hasta los troncos de los árboles afectados que no mueran dejarán grabado en sus anillos el estrés de la agónica comida de la que se nutrieron en la primavera de 1998."[2]


Los ecologistas realizan análisis y experimentos ciertamente sofisticados. Han buscado el apoyo de científicos independientes, organismos universitarios, recursos tecnológicos de vanguardia, etc. Y poco a poco van poniendo sobre la mesa la potencialidad destructiva de los metales pesados y su red de apoyos y conocimientos disponibles.

Desde el 12 de mayo, apenas un mes después de la catástrofe, ADENA, que gestiona la reserva biológica del Guadiamar, río que pasa por las cercanías del parque, insiste una y otra vez en que colectivos como las aves del parque, de vital importancia para la zona, están afectados gravemente por el vertido tóxico. Hasta ese momento, las medidas emprendidas por las administraciones, como ya hemos indicado, se centraban exclusivamente en la retirada de los lodos. Decenas de camiones y excavadoras ejercían de eficientes limpiadoras y de facto suponían un fuerte control en la delimitación de lo ocurrido: su acción hacía pensar que el desastre se circunscribía a los depósitos arrojados en las riberas de los ríos. La construcción de diques y muros de contención señala hacia una acción rápida y a corto plazo. Por añadidura se considera que sólo una pequeña parte de la naturaleza está afectada. No obstante, los grupos ecologistas denuncian que lo que está en peligro es todo el equilibrio de la zona. Para ello no dudan en implicar las aves en su acción. Efectivamente, las aves, fundamentales en el equilibrio de la zona, extremadamente protegidas por su valor ecológico y singular, se convierten en su pancarta principal.[3]

Desde ese momento, el movimiento de las aves deviene un elemento central para los intereses de los ecologistas. La catástrofe no es ya algo que pueda ser reducido a la tierra, fácilmente monitorizable, local y contingente. Ahora es un asunto global, incierto, perdurable, que se desplaza por el aire y que implica a la totalidad tanto de la naturaleza como de la sociedad europea.


"¿Un botón de muestra? El lugar común de la marisma como refugio de aves migratorias, que cuando se desplacen a África o al norte de Europa, llevarán consigo la ponzoña." (Cobelas, 1998)


La acción de los movimientos ecologistas se articula de forma heterogénea y determinados ejes de protesta van paulatinamente tomando sentido. Así, irán construyendo el escenario a partir de desplegar su acción como movimiento social. Acción que se cifrará en diferentes puntos calientes y que se resumirá en un conjunto de prácticas como demandar, exigir responsabilidades, formular políticas de acción sostenibles, establecer coaliciones con otros grupos e instituciones y, especialmente, reformular las relaciones que se establecen entre humanos y no humanos, o dicho de otra manera, reconsiderar el valor cultural y simbólico de la relación sociedad-naturaleza para nuestro equilibrio y desarrollo sostenible.

De este modo, a partir de su acción, la contaminación se va alejando de Doñana. Se esparce por doquier. Poco a poco van rompiendo divisiones políticas y administrativas, desbordan incluso los límites entre países europeos, e incluso entre continentes. El desastre implica cada vez más a organismos y estamentos internacionales.


"A causa de la contaminación, España ha aconsejado a los países escandinavos implantar una prohibición temporal para la caza de los gansos, muchos de los cuales vuelan hacia el norte para pasar el verano [...]. Pero incluso eso puede que no detenga el rastro tóxico. Los biólogos comentaron que los depredadores que viven lejos de España, quizás tan lejos como el norte de Europa o el este de África, tenían probabilidades de comer aves migratorias contaminadas en Doñana."[4]


A través de sus acciones la definición de lo ocurrido va tomando otro matiz, las medidas para paliar lo sucedido son fuertemente discutidas, e intercalan espacios/tiempos que desbordan previsiones y concepciones arraigadas entre las administraciones y otros organismos hasta el momento competentes en la zona. Datos científicos, biológicos, ecológicos, geográficos, topológicos cercanos a los ecologistas conforman nuevos límites de un desastre que implica ya a una multitud de actores diferentes e interrelacionados.

Por eso la movilización y la acción política demanda ser de alcance internacional. A ello se ciñen los ecologistas, integrando y estableciendo coaliciones, sin dudar, con organizaciones diversas, mezclando tanto grupos regionales, de carácter local, con grandes organizaciones ecologistas transnacionales y de gran impacto mediático, así como voluntarios a título individual, o departamentos universitarios. En suma, su acción implica la participación de un amplio y heterogéneo colectivo de personas e instituciones.

Sin duda, no obstante, ello es posible gracias a la vital participación de las denominadas TIC. La irrupción y uso de estas tecnologías por parte de los ecologistas en Doñana transforma las dispersas y en muchos casos tanteantes acciones comentadas hasta ahora, les da sentido o incluso podemos decir que las coagula de forma definitiva.

Las TIC, en este sentido, no pueden ser consideradas como simples intermediarios, elementos o entidades sin agencia, irrelevantes en el análisis de la acción social de los movimientos ecologistas, tal y como se considerarían bajo el prisma de una teoría de los movimientos sociales basada en una concepción tradicional de la política. Por el contrario, estas tecnologías operan como mediadoras y participan decisivamente de la conformación de un determinado orden. Reúnen lo disperso, juntan relaciones, aseguran alianzas, implican y complican a otros actores con su uso. Ambivalentes en sus direcciones y efectos, conectan el interior del parque con su exterior, en una espiral que borra las distinciones que las excavadoras desplegadas por las instituciones públicas intentaban asegurar. Componen una globalidad. Tejen, sin descanso y sin reparo, lo local y lo global.


7.2. El uso masivo de Internet en la controversia de Doñana

Resulta interesante observar cómo este conocimiento se integra en un cuerpo de saber coherente y es difundido a partir del uso masivo de páginas web.[5] Hasta tal punto la mencionada integración es relevante que es posible seguir en directo el vuelo de algunas aves desde un observatorio virtual situado en la página web de SEO/BirdLife.

A través de éstas, es posible consultar los últimos datos de los análisis más recientes del terreno contaminado, protestar, añadirse a campañas de movilización o formar parte de un grupo de voluntarios,[6] afiliarse como simpatizante a determinadas organizaciones, o incluso consultar y leer informes científicos que analizan, desde diferentes enfoques, lo ocurrido.

En ese espacio virtual, Doñana se transforma en un flujo continuo de datos. Informaciones y conocimientos, fotografías, textos, que son compartidos, leídos, enviados. En ese sentido, Internet desempeña un papel de primerísimo orden en la articulación de la acción colectiva y política de los grupos ecologistas. Ignorarlo es mutilar el análisis de la misma.

Esta participación no se da únicamente a través de la coordinación u organización mediante la comunicación asistida por ordenador. Podríamos decir que este aspecto tiene un papel secundario. Internet es clave en esta controversia porque permite desplegar un espacio virtual, paralelo y en muchos casos traductor del espacio actual donde ha ocurrido la catástrofe. Es decir, consiguen extender Doñana más allá de sus límites geográficos, físicos y materiales. Doñana y la catástrofe se virtualizan. A través de diversos sitios web, enlaces, vídeos y recursos hipermedia, la catástrofe se produce y reproduce una y otra vez.

Adena/WWF, por ejemplo, construye a través de su web una plataforma de acción heterogénea, global y completa que permite virtualizar lo ocurrido y mantenerlo activo, incluso más de 4 años después del suceso.

Gracias a todos estos recursos, lo que había sido tan sólo un acontecimiento local adquiere un eco internacional. Publicaciones electrónicas, fotografías, datos, informes constituyen la movilización de una serie de recursos que tienen como función alargar, prolongar, propagar y mantener vivo lo sucedido en abril de 1998. El mismo procedimiento se repite en la acción del grupo ecologista Greenpeace, quienes, gracias a Internet (http://www.greenpeace.es/ toxicos/donana/tdonana.htm), construyen una plataforma de acción local/global repleta de análisis, contraanálisis, imágenes, informaciones y enlaces.

Semejante masa heterogénea de elementos es completamente imprescindible para la protesta ecologista. A su vez, ésta se convierte en un fenómeno descentralizado, sin un centro claro. Organizado aquí y allá, en Europa o en un país del norte de África. Estamos ante lo que Castells (2001) denomina movimientos-red.

De este modo, vemos que Internet consigue producir una "extensión virtual", más que convertirse en una "comunidad virtual" que se constituya propiamente en Internet, ya que consigue aglutinar relaciones, organizaciones, hechos, acontecimientos e informaciones que existían ya, pero que son articulados de un modo nuevo, diferente, amplio, virtual y global.

Así, más que hablar de una mera contribución instrumental, al referirnos a Internet y a su papel en la movilización ecologista en el conflicto de Doñana, debemos hablar de su potencial para articular de un modo efectivo realidades, relaciones, organizaciones, inquietudes e identidades dispersas, y de algún modo locales y desconectadas, sin posibilidad previa de interacción. De hecho, el aspecto más importante para valorar la contribución de las TIC en los nuevos movimientos sociales es, precisamente, hasta qué punto logra articular meros agregados de personas que comparten o no una misma condición o situación, organizaciones, intereses, conocimientos e instituciones en auténticas redes sociales, redes de intercambio, de comunicación, de solidaridad y de acción colectiva. Es así como podemos dar cuenta de su papel en la facilitación de la movilización y en sus consecuencias para el espacio político, social y cultural en las sociedades contemporáneas.


8. La movilización ecologista a través de Internet

Una de las consecuencias más importantes de tal uso de Internet por parte de los ecologistas en Doñana consiste en la modificación del escenario de la protesta. ¿Qué confiere este medio a la movilización social? Cierta solución a la crisis de las organizaciones tradicionales, estructuradas, consolidadas, como por ejemplo los partidos políticos. Internet es la estructura organizativa, el medio o la tecnología suficiente que permite una redefinición espacial y temporal de la movilización, manteniendo al mismo tiempo el componente colectivo, de afirmación, coordinación y focalización que caracteriza la acción de todo movimiento social.

Los ecologistas en Doñana utilizan este medio para difundir noticias, pero también para articular una protesta de alcance global. Los enlaces y conexiones se suceden, las fotos, los reportajes alimentan documentos dinámicos y relaciones entre asociaciones que no dejan de aumentar en densidad y dimensiones.

Por ejemplo, Internet es utilizado para construir una oposición consistente, heterogénea y global a las definiciones de lo ocurrido que constantemente intentan imponer las administraciones. Los grupos implicados en la zona, como es el caso de Ecologistas en Acción, encuentran en Internet el medio ideal para desplazar el debate, denunciar, argumentar e informar al margen de los canales controlados por estas administraciones y por los grupos de poder dominantes. Este espacio virtual, próximo y a la vez alejado, es de vital importancia para la acción reivindicativa y para articular una movilización consistente.

Internet supone la transmisión instantánea de ideas en un marco muy amplio, que permite la coalición y la agregación soslayando los problemas geográficos y temporales. En este eslogan recogido en un manifiesto ecologista se muestra perfectamente dicha situación:


"Desde Andalucía para el patrimonio de la humanidad"[7]


Esta globalidad contrasta en gran medida con la localidad, que expresa el habitual vocabulario con que se trata la acción de los movimientos sociales: alternativas, propósitos, acciones, respuestas, etc. Internet genera complejas redes comunicativas que coordinan proyectos locales, alternativos o no, de modo que conforman protestas globales, que acaban aterrizando en algún lugar.

Esto es lo que pone de manifiesto, por ejemplo, la articulación que Internet supone de propuestas globales con grupos y alternativas locales. Este medio permite organizar acciones locales, con una difusión global, y al revés, alternativas globales desde la propia localidad. Es el caso de los Verdes de Andalucía.

9. La práctica de la cosmopolítica

Gracias a la participación de las TIC en la organización de la acción colectiva de los ecologistas, vemos que no sólo éstos se organizan de otra forma, sino que pasamos a practicar y definir la política, y lo político, de otro modo. La contribución de las TIC también favorece, pues, el despliegue de lo que los propios grupos ecologistas denominan ecología política y que es clave para entender sus reivindicaciones y el papel en la política y el orden mundial contemporáneo.

Las articulaciones colectivas que tejen los ecologistas sortean las viejas tensiones del mundo moderno y su manera de mirar la política. Los ecologistas nos permiten, mediante su acción, entender lo sucedido y la acción y movilización social a partir de una concepción híbrida, heterogénea. Como una línea transversal, su acción cruza distinciones clásicas que nos habían sido útiles para comprender la acción de los movimientos sociales. Su acción nos permite puntualizar lo colectivo, lo social, de otro modo. Un lazo compuesto, heterogéneo (Latour, 1999a). Es decir, un mundo repleto de conexiones e hibridaciones constantes, donde lo acaecido ni es un asunto natural ni social: es ambas cosas al mismo tiempo. Los movimientos ecologistas operan como una suerte de pilotos de esta nueva nave socionatural. Un mundo para el que hacen falta tecnologías diversas, pájaros, grupos, edificios... pero también ser global para dar forma a un verdadero actor con incidencia en la conformación del orden social y la política.

Lo social para los ecologistas es social, precisamente, porque, como su propio nombre indica, está asociado. De este modo es como los ecologistas despliegan nuevos espacios para la organización de la vida, social y natural, nuevos espacios para la política, que deshacen los límites y formatos tradicionales de la misma. Es lo que hemos denominado el paso de la política a la cosmopolítica (Stengers, 1996). En ello, las TIC son esenciales; esenciales para comprender esta metamorfosis constituyente y constitutiva de un movimiento social contemporáneo como es el ecologismo. Ahora, aunque lo híbrido nunca nos haya abandonado por completo, es más fácil entender los mecanismos bajo los cuales:


"Bruscamente un objeto local, la naturaleza, sobre el cual un sujeto, tan sólo parcial, podía actuar, se convierte en un objeto global, el planeta-Tierra, sobre el cual un nuevo sujeto total, la humanidad, se afana." (Serres, 1990, pág. 16)


Si la noción moderna de política hace referencia a valores, intereses y relación de fuerzas entre seres humanos, la noción de cosmopolítica, de origen estoico,[8] sitúa en un primer plano los efectos generados por cualquier tipo de relación entre cualquier clase de cuerpo. La cosmopolítica asume ese objeto como centro de su reflexión e insiste en que es imposible distinguir el reino de lo humano del ámbito de lo no humano; asume, en definitiva, que los entrecruzamientos[9] entre ambos son una constante de nuestra condición ontológica. Sus relaciones son permanentes, intensas y autodefinitorias. Efectivamente, la cosmopolítica deja atrás la vieja creencia que defiende que gobernar es actuar sobre un mundo preexistente. Gestionarlo, determinarlo, pautarlo, etc. Por el contrario, el gobierno tiene que ver con su producción, con la generación de realidades, y ya hemos visto que la acción de los nuevos movimientos sociales incide precisamente en ese punto: la constitución de colectivos híbridos. De este modo, podemos afirmar que la denominada cosmopolítica actual es posible gracias a la presencia de estas tecnologías, que permiten reunir actores muy diversos —incluso ontológicamente— en un mismo escenario, precario y global, donde el intercambio de propiedades, la negociación y las alianzas, por ejemplo entre humanos y no humanos, es moneda común.

Con esto señalamos de nuevo la pregunta obvia que resuena desde el principio en este artículo: ¿Qué tienen de nuevo los "nuevos movimientos sociales"? Pues nada más y nada menos que la virtud de abrir un espacio que permite una respuesta diferente a la pregunta con la que abríamos este texto. Efectivamente, los nuevos movimientos sociales, como el ecologismo, al abrir el espacio de la acción política con nuevas temáticas y preocupaciones, logran algo más que ampliar el espectro de lo políticamente relevante. En realidad, establecen las bases para poder repensar la noción misma de política; para resignificarla y sustituirla por la de cosmopolítica. Y una vez adoptado el término, la respuesta al interrogante que abre nuestro texto se transforma radicalmente. Lo que nos mantiene unidos no es un abstracto contrato social o un lazo político, racional y perfectamente organizado. Lo que precisamente nos une y preserva así es la elaboración permanente y precaria de compromisos entre humanos y no humanos. Si algún rasgo caracteriza a los nuevos movimientos sociales es precisamente ése: la continua reformulación de tal relación, y la (re)creación de esos lazos gracias a la contribución de las denominadas TIC.

10. Consideraciones para una teoría de los movimientos sociales contemporáneos

Lo sucedido en Doñana muestra que el tamaño de los ecologistas, y su medida en términos de influencia y de efectos, está estrechamente emparentado con el éxito de estas articulaciones híbridas. Medios de comunicación, portales, continuos, masivos e interactivos conforman parte integrante de esta forma de movilización y de acción social por la que pasa la actividad política en nuestros días. De este modo, podemos decir que Internet modifica, más que los intereses, condiciones colectivas o demás razones, la propia organización de la protesta. Dibuja nuevos espacios de protesta, que permiten formas de coordinación y lazos de solidaridad distintos, que suponen una transformación de los recursos para difundir, aglutinar apoyos y movilizar.

El caso del ecologismo, estudiado ampliamente por diversos autores (Diani y Donati, 1999), nos permite ver como se modifican estas estrategias en un movimiento que trabaja tanto a partir de recursos profesionales (WWF/Adena y Greenpeace, por ejemplo), y que, en consecuencia, necesita una buena coordinación entre instituciones públicas, organismos privados, redes transnacionales y activistas locales, como a partir de recursos de participación (grupos de voluntarios, afectados y activistas locales). En ambos intereses Internet es clave, puesto que permite dar a conocer una realidad puntual, discursos, prácticas, denuncias que fácilmente, y sin pedir un apoyo identitario contundente, permiten tener a muchas personas solidarizadas con un modo de ver el mundo, empáticas o simpáticas con una causa. Se difunden fácilmente causas o episodios como el de Doñana, episodios controvertidos que consiguen atraer una fuerte atención mediática, política y social, y que logran por su condición atraer un fuerte consenso a su alrededor. Permite, pues, nutrir de efectivos, apoyos y la difusión necesaria para garantizar el soporte a sus grupos especializados. Además, al ser organizaciones transnacionales, dispersas y compuestas, su organización es flexible y a menudo descentralizada, por lo que Internet se convierte en imprescindible para articular una acción conjunta y una buena coordinación entre sus miembros y activistas. Además, permite articular, como hemos visto, alternativas de forma veloz, descentralizada y continua en el tiempo y el espacio, sin grandes costes para la organización, lo que facilita una rápida identificación, y sin necesidad de movilizar en mayor grado a sus simpatizantes.

También permite aglutinar la protesta de un modo más heterogéneo y, por ello, más global. Internet posibilita la convivencia y coordinación de estos grandes grupos con organizaciones más locales, con activistas comprometidos con una causa más identitaria o con grupos que se articulan debido al agravio directo producido sobre sus intereses. Permite mantener lazos, comunicaciones e intercambios entre particulares, entre organizaciones ampliamente identificadas y activas en la zona; permite, pues, afirmar y mantener virtualmente fuertes lazos emocionales e identitarios que son claves para la actuación sobre el terreno y para la movilización y adhesión a estos grupos, para la legitimidad sobre su propia intervención, y, cómo no, decisivos por su conocimiento sobre el terreno para la acción transformadora. Se generan, pues, redes que permiten construir espacio libre, virtual, que nos remite a un transmovimiento (Diani, 2000).

Así pues, podemos decir que las TIC, en relación con la política y con la participación social, operan como potentes facilitadores en el mantenimiento y extensión de contactos e interacciones entre redes heterogéneas, cosiendo entramados híbridos constantemente, cosiendo enclaves socioculturales nuevos e incluso aportando una inestimable colaboración técnica para el enrolamiento y la organización de la acción colectiva.

En la denominada sociedad de la información, en la que las tecnologías de la comunicación tienen un papel decisivo, vemos que cada día aumentan los espacios de control, invasión y redefinición de aspectos como la vida privada o el espacio político. Vemos que se esfuman ciertas fronteras, que se globalizan organizaciones, instituciones e informaciones, y que se acrecentan, al mismo tiempo, diferencias y desigualdades. Lo que caracteriza a los nuevos movimientos sociales es precisamente que sus prácticas de resistencia, de redefinición de la vida política, pública o cotidiana, se estructuran en torno a las condiciones y cartografías por las que el poder actual se vehicula. Vemos que las condiciones para el control y la uniformidad sirven también para constituir nuevas prácticas de libertad, organización y alternativa. Como vemos, o veremos, estas redefiniciones nutren la capilaridad y las transformaciones que experimenta el control y el poder dominante, pero nutren también las formas y posibilidades de la acción colectiva destinada a transformar la vida social.


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Enlaces relacionados

Breve vídeo de la CNN en el que se detalló lo sucedido en el accidente de la mina de Aznalcóllar:
http://cnn.com/EARTH/9805/16/chemical.spill/chemical.spill.52.240.mov
Dossier de prensa sobre lo ocurrido en Doñana:
http://www.el-mundo.es/ciencia/ecologia/desastredonana/desastredonana.html
Algunos de los principales informes realizados por grupos ecologistas sobre la situación de la zona y las medidas a tomar:
http://www.greenpeace.es/Ftp%20web/Documental/descarga/Donan2advertido11.pdf
Otros informes realizados por grupos ecologistas sobre la situación de la zona y las medidas a tomar:
http://www.panda.org/europe/donana/esdisaster.htm
[Fecha de publicación: junio de 2002]


SUMARIO
1.Hacia una lógica social de la complejidad del presente
2.El estudio del impacto de las TIC en las sociedades contemporáneas
3.La irrupción de las TIC en la acción colectiva: un interrogante previo a toda pregunta
4.La "novedad" de los movimientos sociales actuales
5.La perspectiva de los nuevos movimientos sociales y el hiato tecnológico
6.El papel de las TIC en los movimientos sociales
6.1.El auge de la comunicación asistida por ordenador (CMC)
6.2.Internet y los movimientos sociales
7.El desastre de Aznalcóllar y la movilización ecologista
7.1.La producción de un colectivo heterogéneo y global
7.2.El uso masivo de Internet en la controversia de Doñana
8.La movilización ecologista a través de Internet
9.La práctica de la cosmopolítica
10.Consideraciones para una teoría de los movimientos sociales contemporáneos


Nota1:

Para un análisis pormenorizado de tales actuaciones puede consultarse: Caussa et. al., 2000; Rodríguez, Tirado y Domènech, 2000; Tirado, Rodríguez y Vitores, 2000.
Nota2:

Noticia aparecida en El Mundo, el 1 de mayo de 1998.
Nota3:

Doñana, como reserva natural, es un punto especialmente relevante de paso, de descanso y, a menudo, de reproducción de aves migratorias. Desde que se produce el vertido, los ecologistas centran buena parte de sus reivindicaciones en mostrar el alcance de la catástrofe a partir de un estudio detallado del movimiento de las aves. Éste constituirá la base científica para pedir la intervención de la Unión Europea y exigir responsabilidades, ya que una parte de Doñana es reserva mundial de aves.
Nota4:

Noticia aparecida en el New York Times, el 24 de mayo de 1998.
Nota5:

Ved, por ejemplo, http://www.panda.org/europe/ donana/index.htm?spotcoto; http://www.greenpeace.es/ toxicos/donana/tdonana.htm; http://www.ecologistasenaccion.org/, i http://www.interbook.net/ colectivo/verdesandaluz/ donana.htm.
Nota6:

Es altamente aconsejable entrar en la página de SEO/BirdLife (http://www.seo.org/), que posee una multitud de conexiones locales, nacionales, transoceánicas, etc.
Nota7:

Pancarta extraída del sitio web de los Verdes de Andalucía: http://www.interbook.net/ colectivo/verdesandaluz/ donana.htm.
Nota8:

Los estoicos utilizaban el concepto para expresar la ausencia de vínculos con cualquier polis concreta y el establecimiento de lazos con la humanidad en general. El vocablo adquiere un significado más profundo en la obra de esta autora, puesto que indica los parámetros de la nueva política a la que debe enfrentarse la humanidad. Ejercicio ahora alejado de las dimensiones prescritas por la modernidad, en las que sociedad y naturaleza pertenecen a reinos separados y ajenos.
Nota9:

Entrecruzamiento es un concepto que Latour (1999b) toma prestado de la genética para conceptualizar el constante intercambio de propiedades entre humanos y no humanos.