Sin duda. Ese comentario lo hizo el crítico Daniel Giralt Miracle porque ve una actitud similar en los dos proyectos. Gaudí creó un nuevo lenguaje para dialogar con la ciudad a partir del tema de la vivienda. Ahora, en la era digital, la fachada del Media-TIC habla a la ciudad, pero nuestro tema es la energía. Gaudí trabajaba con los artesanos del momento, que eran ceramistas, vidrieros, carpinteros, y nosotros utilizamos a los artesanos de hoy, que son programadores de software e ingenieros de energía.

Exacto. Me gusta recordar unas palabras de Jorge Wagensberg. Él dice que si miras a la naturaleza es bella, pero no está en equilibrio. La naturaleza es puro caos, azar, indeterminación y todo acaba ocurriendo por una especie de magia. Pero también es verdad que la naturaleza performa. Ahí está la fotosíntesis. Un árbol es una fábrica de alimentos, de medicamentos, se orienta según el viento, busca el agua en la capa freática, es una máquina de hacer energía, y nosotros, que somos arquitectos de la energía, miramos a la naturaleza no como el modernismo, que lo hacía por sus formas y geometrías, sino por la línea científica, de partículas, de movimientos físicos.

Hemos diseñado unas placas fotovoltaicas en la cubierta que producen el 15% de la energía que consume; además tiene una piel de ETFE (etileno/tetrafluoroetileno) que reduce el uso del aire acondicionado en un 60% y disponemos de sistemas de sensores dentro del edificio que hacen que el consumo baje un 20%. Eso nos hace estar en un 90-92% de ahorro de emisiones de CO2, lo que los americanos llamarían un netbuilding. Sólo hay dos o tres edificios en Europa de estas características.

Hemos monitorizado su actividad. El arquitecto ahora tiene que certificar resultados; no es como antes, cuando entregaba la llave y desaparecía. Con las primeras facturas, hemos comprobado que consume muy poco.

El ETFE aparece gracias a la encrucijada de dos materiales. La industria de los polímeros busca ser resistente como el vidrio y la del vidrio inteligente como los polímeros. El polímero cristalizado es el teflón, un polímero que actúa como un vidrio: es ligero, fácil de manipular, ahorras en transporte, no se quema, no desprende humo, se autoextingue. Además, performa mucho, es un filtro solar natural. De momento sólo hay tres edificios con ETFE en todo el mundo: el Eden Project en las afueras de Londres, el Water Cube de Pequín y el Estadio Arena de Múnich.

Sí, porque lo usamos por primera vez como membrana energética. Lo hemos convertido en una piel performativa con ordenador, sensores y movimiento para que reaccione al clima. Y hemos patentado esos procesos. La innovación se ha basado en elementos existentes que nunca habían sido combinados así.

Mire, la sostenibilidad es una ciencia en proceso. La primera fase era la de los gurús: Al Gore o Jeremy Rifkin. Ahora estamos en la segunda fase, la radical, en la que la sostenibilidad establece un dogma, unos certificados energéticos, un código técnico, la ley, la eficiencia energética... Aún discutimos quién es sostenible y quién no. Es como el feminismo, hay que pasar esta fase radical, porque la situación ahora nos pide ser radicales.

Estábamos obligados por el código técnico de la construcción, que exige un número de plazas por metro cuadrado construido, y es altísimo. En realidad, la mitad del parking va a quedar vacío porque la relación persona-coche ha bajado muchísimo, afortunadamente.

A partir del 15 de enero empezarán exposiciones, show rooms, eventos, intervenciones. No es que esté vacío; es que es un espacio público pero dentro del edificio. Probablemente el alcalde, Jordi Hereu, pronunciará su discurso de principios de año y ese será el punto de partida del uso del espacio.

No, el espacio tiene que ser diáfano y flexible como un sistema operativo. Tiene luz artificial, sensores, suelo, techo, clima, aire, iluminación; lo tiene todo para que la gente se instale, es una plataforma para aterrizar.

Nuestro modelo de negocio está basado en la innovación. Un equipo de gente investiga y de ahí salen prototipos que luego pueden convertirse en patentes. A largo plazo esas patentes se aplicarán a proyectos. La innovación se mide por patentes. Pero no patentes para protegernos de que nos copien, sino patentes compartidas que introduces en el sistema. Son abiertas, como el software libre.