Número 93 (noviembre 2019)

Aquí y ahora: comunicar la emergencia climática

Antoni Roig

Estos últimos meses están siendo emocionalmente intensos por muchos motivos. Uno de ellos, la definitiva explosión del movimiento colectivo que confronta lo que vivimos ya con el nombre de emergencia climática; en definitiva, que nos confronta con nuestro futuro inmediato y el de las próximas generaciones. Las acciones y reacciones en torno a Extinction Rebellion, la denominada huelga por el clima y la popularidad creciente de Greta Thunberg son el punto de partida de toda una serie de pensamientos, sentimientos y conflictos que me asaltan como ciudadano, comunicador, padre y académico implicado en el estudio de la cultura popular y las narrativas digitales. Esto es lo que quiero compartir con vosotros en este artículo.

 

No quiero ni pretendo hacer una crónica estructurada o lineal. Con suerte, poner un poco de orden en una nube de pensamientos sobre la comunicación de la emergencia climática. Los estímulos son continuos, así que en cierto modo escribir este artículo busca exorcizar algunos demonios. Y lo haré en forma de preguntas…

 

¿Es honesto que abordemos la comunicación de la emergencia climática como llamada a la acción para detenerla cuando posiblemente ya no estamos a tiempo?

 

Coincidiendo con la huelga por el clima convocada el pasado 27 de septiembre, algunos artículos periodísticos de ese mes me causaron una fuerte impresión, ya que se apartaban del maniqueísmo entre la celebración o la crítica negacionista y neoliberal. En uno de ellos, titulado elocuentemente «Olvídense de parar el cambio climático», Ramón Lobo planteaba que, tras los discursos políticamente correctos, había que aceptar que hemos traspasado el punto crítico de irreversibilidad y que es una evidencia hace tiempo que el crecimiento económico infinito es imposible, aunque se aferre a una mínima esperanza ante movimientos como Extinction Rebellion. Jonathan Franzen, en The New Yorker, parte de supuestos similares, pero va más allá y nos mueve a ser realistas y reevaluar lo que significa tener esperanza: «Ante la elección entre una abstracción alarmante como la muerte o la evidencia tranquilizadora de mis sentidos [...] la mente se centra en la segunda [...]. El planeta aún parece maravillosamente intacto, básicamente normal –las estaciones se suceden, vienen elecciones, se estrenan nuevas series en Netflix– y nos cuesta mentalizarnos sobre la idea de su inminente colapso». La confianza en cambiar lo que no se puede detener puede llevarnos a la frustración. Para Franzer, la esperanza se encuentra en pensar en un portafolio más realista de esperanzas: algunas a corto plazo, librando pequeñas batallas que sabemos que podemos ganar en comunidades, instituciones o entornos naturales que amamos, lo cual nos permitirá apreciar cambios aquí y ahora. Y otras a largo plazo, para mitigar lo peor que está por venir. Un artículo pesimista que a pesar de todo se cierra con un «Mientras ames algo, tendrás esperanza en algo». Finalmente, Andrew Brown, en The Guardian, expone la dificultad de crear incluso entre los científicos y los gobiernos una posición o un curso de acción común y aboga por la necesidad de asumir un tipo de racionalidad que se sitúe por encima del interés personal, en un sentimiento colectivo similar al que ejercían las religiones siglos atrás.

 

 

 

¿Por qué Greta Thunberg y los jóvenes que dan vida a muchas de las protestas que están teniendo lugar a nivel mundial generan reacciones de rechazo, sobre todo por parte de generaciones anteriores?

 

Esto, sin duda, daría para un monográfico. Muchas declaraciones, cargadas de cinismo y sexismo, acusan a Thunberg de no ser científica, de hipocresía por venir de un país rico, de representar a una generación que contribuye al cambio climático por su consumismo, de estar financiada por el millonario y filántropo George Soros, de ser una niña consentida, manipulada por sus padres y que regaña de forma histérica, e incluso llegan a recurrir a su enfermedad (Thunberg padece Asperger) y a montajes con imágenes falsas. Todo para minar su autoridad moral. La mayor parte de este tipo de críticas se desacreditan por sí mismas o son simplemente irrelevantes, pero no dejan de ser significativas de un clima de incomodidad más amplio. Una incomodidad que se traduce en críticas hacia los jóvenes por parte de las generaciones adultas. La que más me ha llamado la atención, y que he podido leer sólo en lengua catalana, me ha llegado por redes sociales a través de amigos y familiares, bajo el título «Recordatorio a los jóvenes que protestan contra el cambio climático». En el texto se les acusa de exigir aire acondicionado en la escuela, de no querer ir andando, de ser los mayores consumidores de productos hechos en el tercer mundo y de pasarse noche y día conectados a dispositivos electrónicos de última generación. De nuevo, algunas de estas generalizaciones caen por su propio peso. Pero aun así, como padre, me sorprende que una parte de mi red de relaciones dé por buenas una serie de acciones que, en el caso de ser ciertas, nos interpelan también a nosotros como responsables de nuestros hijos e hijas y como consumidores. Para mí estos posicionamientos son un desgraciado exponente de la barrera que los adultos levantamos ante los jóvenes cuando sentimos cuestionada nuestra autoridad. Suerte que celebridades veteranas como Harrison Ford (77 años) se manifiestan de forma muy diferente.

 

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¿Qué papel juega (o no) la ficción y la cultura popular en la comunicación de la emergencia climática?

 

Una de las preguntas recurrentes que me hago últimamente es hasta qué punto la ficción mainstream tiene la capacidad de sensibilizar y concienciar al gran público sobre la amenaza de la sobreexplotación de recursos, la contaminación o este capitalismo desenfrenado movido sólo por la maximización de beneficios. Muchas películas contemporáneas ofrecen escenarios postapocalípticos o motivados por la insostenibilidad del ritmo de vida de la humanidad, desde Mad Max: Fury Road, Elysium o Avatar hasta Wall-E o Avengers: Infinity War / Endgame. Tal y como estamos trabajando en un proyecto de tesis que estoy asesorando, cabe cuestionarse que por sí mismas puedan ser agentes de cambio, por mucho que reflejen inquietudes crecientes entre la población. Pero al mismo tiempo pueden ser un punto de partida para la comunicación y el diálogo, aprovechando su condición de ficciones masivas y parte del imaginario popular de la ciudadanía.

 

Hace unos años escribí un COMeIN dedicado al papel de la cultura popular en la protesta política. Algunos elementos claramente están presentes en la viralización de la famosa intervención de Greta Thunberg en las Naciones Unidas. Así, el momento visualmente impagable de la severa mirada de Thunberg hacia un evitativo Donald Trump, la versión death metal de su encendido discurso (que hizo declarar humorísticamente a Thunberg que pasaría a dedicarse al mundo de la música), el remix de Fatboy Slim o, como no, memes y parodias a costa de los negacionistas. Se trata de nuevo de puentes de diálogo entre un fenómeno masivo y la producción de base (no hecha por equipos profesionales ni con intenciones comerciales) y su difusión en redes. Posiblemente se trata de pequeños gestos de largo recorrido que podemos transformar en batallas que pueden ganarse y traducirse en corrientes de solidaridad y formas de empatía global. Al menos eso quiero seguir pensando.

 

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Para saber más:

The Irish Times: Why is Greta Thunberg so triggering for certain men?

https://www.irishtimes.com/life-and-style/people/why-is-greta-thunberg-so-triggering-for-certain-men-1.4002264

 

Metal Hammer: Watch Greta Thunberg's UN Speech transformed into a brutal AF Swedish death metal track 

https://www.loudersound.com/features/watch-greta-thunbergs-un-speech-transformed-into-a-brutal-af-swedish-death-metal-track

 

El diario.es: Greta Thunberg, icono pop: Fatboy Slim remezcla en directo su discurso con la canción 'Right here, right now' 

https://www.eldiario.es/tecnologia/Greta-Thunberg-Right-Fatboy-Slim_0_950855754.html

 

Discurso de Harrison Ford en las Naciones Unidas en la Cumbre por la Acción Climática 

https://www.youtube.com/watch?v=NzsV0_PIKp0&feature=youtu.be

 

New Republic: The misogyny of climate deniers 

https://newrepublic.com/article/154879/misogyny-climate-deniers

 

The Guardian: If we are to cope with climate change we need a new moral order 

https://www.theguardian.com/commentisfree/andrewbrown/2012/aug/21/confront-climate-change-moral

 

The New Yorker: What if We Stopped Pretending the Climate Apocalypse Can Be Stopped? 

https://www.newyorker.com/culture/cultural-comment/what-if-we-stopped-pretending

 

infoLibre: Olvídense de parar el cambio climático 

https://www.infolibre.es/noticias/.../olvidense_parar_cambio_climatico_99164_1023.html

 

Banda sonora:

John Mollusk ft. Greta Thunberg: How dare you (2019)

https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=CLxpgRqxtEA

 

Michael Stipe: Your capricious soul (2019))

https://www.youtube.com/watch?v=n6A0WZrjvNk

 

Fatboy Slim ft. Greta Thunberg: Right here, right now (2019)

https://www.youtube.com/watch?v=ABIbH-LtpFs.

 

 

Cita recomendada:

ROIG, Antoni. Aquí y ahora: comunicar la emergencia climática. COMeIN [en línea], noviembre 2019, no. 93. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n93.1972

 

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