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Así, el 40,4% de las mujeres que han creado microempresas son universitarias, frente al 30,4% de los varones. Ellas también se preocupan más por ampliar su formación reglada (el 25,2% frente al 23,8% de los varones) y no reglada (el 39,3% frente al 35,3%). Asimismo, sobresalen en la dinámica innovadora, un 52,2% de la innovación de producto se genera en empresas lideradas por mujeres, frente a un 37,7% de las dirigidas por hombres. Pero lo que mejor habla del estilo de dirección de ellas es su apuesta por el personal propio (un 73,9%, frente a un 50,9% en el caso de los hombres). En esta línea, también destacan por su interés en las nuevas prácticas de organización del trabajo en red. En las empresas femeninas, la supervisión por objetivos se da en un 72,9%, frente al 70,9% de las masculinas. La autonomía del trabajador se favorece en el 75,4% y el trabajo en equipo, en el 84,7%, ratios todas más elevadas que en las empresas lideradas por hombres. «Las empresas impulsadas por mujeres usan más intensivamente las redes sociales que las creadas por hombres, que se focalizan en las redes internas de la empresa», resalta Joan Torrent.

No obstante, las empresas con nombre de mujer también tienen sus retos de mejora, como son hacer un mayor uso de las redes locales de empresa, utilizar el comercio electrónico en toda la cadena, evolucionar hacia prácticas de retribución variable, aprender a organizarse por procesos, tener mayor presencia en estructuras de innovación formal, manejar los mecanismos de financiación externa y lograr una mayor participación en viveros y ayudas públicas.

Mujeres con traje de emprendedoras

Emprender ya no es solo cosa de hombres, tampoco lo es hacerlo con fondos públicos y una escasa formación universitaria. Desde 2008, estos tres grandes tópicos y hándicaps han empezado a desmoronarse. «Una de cada tres empresas creadas en España están dirigidas por mujeres y jóvenes menores de 35 años con una excelente formación universitaria, y además lo hacen con fondos propios». Es lo que dice la investigación dirigida por Torrent. El 30,8% de las empresas creadas desde 2008 pertenecen a mujeres, y en el 34,4% de las nacidas, sus fundadores tenían menos de 35 años. Además, del colectivo de mujeres que han emprendido, el 90,2% lo han hecho sin ayudas públicas, frente al 81,7% de varones, que también han emprendido desde el inicio de la crisis (un 69,2%). Así, las nuevas emprendedoras arrancan sus sueños e ideas con sus propios recursos; de hecho, el 85,6% se han nutrido de fondos propios, mientras que en los hombres eso pasa en un 79,5% de las veces.

Igualdad, ¿avance lento?

Torrent recientemente apuntaba la dificultad para delimitar cómo afecta la cuestión de género a las relaciones empresariales, si bien reconoce como obvia la situación secundaria de las mujeres en el emprendimiento. Según la Encuesta de población activa publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2010, las mujeres españolas continúan a la cola de Europa en lo que a emprendimiento se refiere, y en España la diferencia entre sexos también es importante. En ese mismo año, el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) limitaba en un 36,4% la actividad emprendedora protagonizada por mujeres.

Según un estudio de la Confederación Nacional de Autónomos y Microempresas (CONAE), el 32,2% de los autónomos españoles son mujeres, porcentaje que en diez años ha crecido un 45,4%, frente al caso de los hombres, que tan solo lo ha hecho en un 30,6%. En esta línea, el Parlamento Europeo, en la Resolución aprobada (31/05/2011) sobre las mujeres empresarias en pequeñas y medianas empresas, insiste en que «el espíritu empresarial de las mujeres y las pymes gestionadas por mujeres son un medio clave para aumentar la tasa de empleo femenino, y estas juegan un papel decisivo en el proceso de crecimiento de los países».

Sin embargo, este aumento de la presencia femenina en la creación de micropymes no significa que los avances en igualdad hayan sido suficientes. Según los expertos, uno de los principales problemas es la falta de conciencia y de políticas de conciliación de las empresas españolas, ya que las dificultades para compaginar la vida familiar con el trabajo suponen un freno a la hora de iniciar un negocio.

España es uno de los países de la Unión Europea donde las microempresas emplean a un mayor porcentaje de trabajadores y son las que aportan el 70% del trabajo y el 80% del PIB nacional. «No es cierto que para competir en un entorno global hagan falta grandes empresas. Se puede competir siendo pequeño y estableciendo redes con otras empresas similares gracias a la tecnología», expone Joan Torrent, director de la Business School de la UOC, frente a la creencia de que son las grandes, las conocidas, las del Ibex, las que sustentan el país.