A los dieciséis años volví a coger la cámara después de un año sin haber tomado ninguna foto. Lo hice con más ganas, con más energía, con más ilusión... Fue entonces cuando vi que podía pasarme horas y horas haciendo cosas relacionadas con la fotografía: pensando ideas, descubriendo fotógrafos, fotografiando...

Se podría decir que la del teléfono móvil que me regalaron mis abuelos fue la primera. Sin embargo, al ver que ni la resolución ni la memoria del teléfono daban para mucho, decidí comprarme una compacta digital.

En estos momentos no tengo una cámara preferida, a pesar de que espero encontrarla algún día. Actualmente uso una reflex digital de gama mediana y dos cámaras analógicas: una de formato medio y una de 35 mm. Seguramente, basándome en la calidad de los resultados y en el «misterio» del proceso, me inclinaría por cámaras analógicas. A pesar de ello, fotografío en digital por la agilidad que me ofrece. Me quedan muchísimas cosas por aprender del analógico.

De momento, todo lo que he aprendido ha sido de manera autodidacta. Cuando necesitas saber algo para seguir adelante, para llevar a cabo aquello que tenías en mente, te espabilas para encontrar la fuente que te dé la solución, ya sea alguien a quien puedas consultar o bien no parar de buscar hasta encontrar.

Me presenté en enero con dos fotografías. Un mes más tarde me comunicaron que las dos eran finalistas de la categoría de retrato y, unas semanas más tarde, recibí un segundo mensaje donde me comunicaban que una de ellas (Ariadna a Urquinaona 2) había sido la ganadora de la categoría.

La fotografía de las dos chicas en la bañera salió por casualidad. Justo antes habíamos hecho una fotografía con Carla, una de las protagonistas, donde la había pintado de negro y blanco. No quedé muy satisfecha con el resultado y entonces, en el momento de quitarse la pintura del cuerpo, le pedí que dejara el tapón de la bañera. Pensé que podríamos experimentar un poco y le dije a Xènia, la otra protagonista, que también entrara y así salió esa foto.

En cambio, la fotografía ganadora está tomada en un edificio de la zona de Urquinaona. Era un edificio vacío que en un mes iba a ser derribado para construir un hotel. Con Ariadna, la chica de las fotografías, habíamos coincidido varias veces en el autobús, pero nunca habíamos hablado. Al descubrir el edificio, decidí ponerme en contacto con ella y fotografiarla allí dentro: me encajaba a la perfección y ya me la imaginaba allí.

No tengo un único fotógrafo referente. Hay trabajos de muchos fotógrafos que considero admirables. Me refiero a las fotografías que te hacen querer seguir fotografiando y te muestran que en el mundo de la fotografía no hay límites. Michal Chelbin, Annie Leibovitz, Sally Mann y Nan Goldin son algunos de estos fotógrafos con obras en sus espaldas que considero inmejorables.

De momento, no puedo quejarme; a pesar de que no me gano la vida con la fotografía, encuentro que el sector no me ha dificultado las cosas por ser una «nueva» fotógrafa sino todo lo contrario. En general no considero que sea fácil ganarse la vida como fotógrafo en España, ni mucho menos, pero no es imposible.

 

A la hora de decidir mis estudios, tenía claro que quería ir hacia el sector de la fotografía, pero no había ningún grado que me convenciera. Entonces, encontrar el grado de Multimedia en la UOC me facilitó las cosas, ya que estudiar a distancia me permitía organizarme según mis necesidades y, por otro lado, me permitía llevar a cabo el grado a mi ritmo. En segundo lugar, en un futuro me gustaría estudiar fotografía en el extranjero, pero se me pide haber estudiado un grado previamente. Por último, estudiar Multimedia en la UOC me ha permitido viajar a Australia tal y como tenía previsto desde el principio.

Tengo ideas de fotografías que quiero hacer y posibles proyectos que me gustaría desarrollar, como por ejemplo fotografiar el día a día de mis familiares. También pienso en jugar con el tiempo, quiero decir empezar ahora un proyecto o una serie de fotografías  y acabarlo dentro de unos años. De todos modos, no tengo ninguno muy claro. Prefiero ir fotografiando y estar abierta a lo que venga; creo que todo tiene su momento.

Hace aproximadamente dos años, mientras estudiaba bachillerato, pensaba: «Cuando todo esto termine, quiero viajar, irme durante un tiempo». Decidí que este viaje lo haría a Australia: siempre había oído hablar muy bien de ese país.

Ahora, una vez ya he viajado por la gran isla, puedo decir que lo que más me ha llamado la atención es la proximidad de la gente y la inmensidad del país. Actualmente me encuentro en Nueva Zelanda. Mientras viajábamos por Australia decidimos pasar las tres últimas semanas en la isla sur de Nueva Zelanda aprovechando que estábamos cerca. La verdad es que aquí los paisajes son aún más impresionantes, y muy diferentes unos de otros.