Algunos estudios los hice mientras no trabajaba y otros los he hecho como especialización profesional y los he podido compaginar con el trabajo. Tampoco soy muy adicto a la tele, a ir de tiendas, ni a hacer manualidades digitales. Disfrutar de tiempo para el estudio requiere esfuerzo, organización, previsión... y tener la firme convicción de que, por muy bien que se haga, todo se estropeará a última hora. Con los partidos de la Champions, el martes y el miércoles, es casi imposible.

Las dos cosas. Cursar la licenciatura de Filosofía en la Universidad de Barcelona fue casi un éxtasis intelectual. Los profesores de la Facultad eran verdaderos maestros y sabios: Argullol, Morey, Sales, Marzoa, Estrada, alguna clase magistral del Dr. Valverde... Los estudios de Ciencias Empresariales y de ADE, los he hecho por razones profesionales, aunque también me han aportado una gran satisfacción intelectual.

La formación, como proceso de adquisición de conocimientos, te desarrolla como ser humano y te hace más competitivo en el ámbito laboral. En mi caso, la formación en ciencias empresariales me ha proporcionado una base sólida para desarrollar herramientas de gestión y me ha ayudado a adaptarme a las tareas que me ha tocado dirigir.

Es un honor que el Colegio haya valorado el esfuerzo invertido en mi currículo. Quiero agradecer el premio públicamente. Con esta distinción también se reconoce la excelencia educativa de la UOC. Ha sido el conjunto de su comunidad —profesores, consultores, técnicos, responsables de la gestión académica— quien lo ha hecho posible. También querría trasladar este reconocimiento, de una forma muy especial, al Dr. Antoni Meseger, director de los Estudios de Economía y Empresa, por haber presentado el expediente al Colegio.

Me considero un alumno normal, más preocupado por la fecha de entrega de las PEC que por las notas, en las que sin duda influye la benignidad de los consultores y profesores. Según los temas, me gusta profundizar en el estudio y, si tengo tiempo y dinero, lo hago con la bibliografía.

De la universidad presencial destacaría la relación con los profesores y la transmisión de conocimientos más personalizada. La universidad virtual abre todo un abanico de posibilidades formativas, rigurosas y de calidad, compatibles con la realidad familiar y laboral de cada uno. Es una formación muy libre, con pocos imperativos, sin horarios de clase, en que el estudiante es el protagonista principal. La gran ventaja es la asincronía: lo tienes todo a un clic, sin colas, en cualquier momento y lugar. En el Campus Virtual de la UOC lo tienes todo: matrícula, itinerarios curriculares de acceso, anchísimo abanico de carreras y grados, formación doctoral especializada en TIC, materiales digitalizados, acceso a bases de datos, aplicaciones de comunicación con los compañeros y compañeras, ocio, etc. También es otra manera de relacionarse y una gran experiencia, con un enorme potencial formativo.

Rotundamente, no. La UOC me ha aportado conocimientos y me ha ayudado a progresar humanamente y profesionalmente. También he hecho buenos amigos y amigas, especialmente entre los compañeros y compañeras del foro «Libros para leer», de los que he aprendido mucho.

Sin su apoyo, especialmente de mi mujer y mi hijo, no habría sido posible. He tenido una comprensión total y una ayuda inestimable. Necesitas, eso sí, una dosis elevada de constancia, tener siempre un calendario a mano y no olvidarte jamás de hacer una copia del archivo que tienes que entregar. Ahora me toca a mí echar una mano a mi hijo con la ESO.

La larga formación académica me ayuda a desarrollar mis responsabilidades, como persona y como profesional. Me consideraría un gestor de recursos y de procesos. He sacado adelante proyectos de planificación estratégica, de creación de empresas, he gestionado políticas medioambientales y últimamente le doy vueltas a la posibilidad de vincularme al mundo de la edición digital de contenidos formativos.

Es una evidencia científica que habrá vida fuera de la UOC hasta la próxima glaciación. Me falta aquello de escribir un libro, y todavía hay que encontrar el bosón de Higgs.