Siempre me he dedicado a la formación en competencias que mejorasen la adaptabilidad de la gente al entorno en el que viven. Creo en la empatía, la capacidad de conectar con las necesidades de las personas o de las instituciones como habilidad esencial para el formador. Ese sería el nexo. Aunque parezca extraño, si miramos años atrás, lo cierto es que confié desde sus inicios en la web, en su potencial para la realización de las personas. Al principio eran solamente los recursos de actualización que ofrecía para cada disciplina. Hoy el componente esencial es la participación. Recuerdo haber dedicado bastante tiempo durante web 1.0 a convencer de la futura importancia de la red en cuanto a gestión del conocimiento; cuando empezó a ser más democrático, ya no el acceso al conocimiento sino su misma producción, pasé de la creencia a la pasión.

Supongo que se debe a una actitud vital de profundización en cada uno de los ámbitos en los que he querido o me ha tocado trabajar. Quizás lo más vocacional fue en su momento la Psicología. Estudié Criminología a partir de unas prácticas en prisiones cuando aún no era común poder acceder a ello desde Psicología. Después, un programa europeo entre prisiones y la orientación laboral me fue derivando hacia el ámbito de la orientación. También, por suerte y casualidad, accedí a dirigir una zona para Ceprom, el entonces centro de formación de Comisiones Obreras. Era muy joven y aprendí mucho. En Cadmo (como jefe de proyecto en e-learning) he continuado proyectando e impartiendo acciones formativas, hasta que me sumergí, hace ya unos cinco años, en la red. He encontrado en ella los cimientos para construir muchas de las cosas que siempre había pensado como deseables: el aprendizaje autónomo, abierto, social, informal, la oportunidad que ofrece Internet para meritocracias basadas en el esfuerzo, en el conocimiento, más neutras, más independientes de factores casuales, es una de esas utopías.

La UOC fue, de algún modo, mi puerta de entrada al mundo de las nuevas (ya menos nuevas) tecnologías. Hacía ya tiempo que consultaba recursos en portales para actualizar contenidos y recomendar fuentes de formación continuada en los Planes de Formación que organizaba e impartía. El Doctorado en Sociedad del Conocimiento fue lo primero, aunque por temas de carga laboral cambié al Máster en Multimedia. También porque necesitaba probar enfoques prácticos, creativos, formas multiformato de presencia en la red. El netart fue una de las primeras cosas que me atrajo, aunque pronto me dediqué a estudiar las profundas implicaciones, la sociología, psicología, de ese cambio de paradigma sociocultural que en mi opinión surge y se desarrolla en este contexto.

¡Absoluta! El blog es el lugar en el que sintetizo y elaboro lo que creo más importante, en cada momento, para la evolución de la sociedad del conocimiento. También es mi <i>e-portafolio</i> de trabajos, ponencias, talleres, seminarios, que realizo para diversos organismos (y de este modo, también para mis lectores). Intento siempre, a veces en contra del espíritu zen en las presentaciones (keynotes), que lo que dejo en el blog sea, sobre todo, didáctico, incluso grabando en audio sesiones paralelas para que puedan ser vistas online. Me gusta la definición de un blog como recurso didáctico clave en el autoaprendizaje. Para mí es su función fundamental, el lugar en el que reflexiono y muestro lo que voy conociendo, aprendiendo y conversando en la web social.

Tengo una anécdota que ilustra bien lo que comentas: cuando nació el blog, cuando la ya <i>blogalaxia</i> no era el universo inabarcable que es ahora, se me criticaba en muchas ocasiones por la complejidad de lo que presentaba. No suelo publicar estadísticas, ni cosas por el estilo, pero hace tiempo que tengo ganas de agradecer a mis 3.600 lectores (que a juzgar por el número de visitas, son más que reales) su inteligencia. Les felicito porque sé que no se asustan ante la complejidad, confían en sí mismos, en su criterio y rompen esa tendencia, tan usual en este país, a subestimar cualquier capacidad que no sea la propia.

Twitter me pareció, como a todos en cierto momento, una tontería. Después resultó una herramienta de comunicación, una forma, como escribía en algún momento, de evitar el aislamiento en la sociedad-red. Más tarde me ha ido proporcionando una red de contactos, con intereses profesionales comunes, que me sugieren mucho de lo que leo, mucho de lo que recomiendo y algunas de las cosas en las que pienso. De todos modos, no me atrevería a definir Twitter: es lo que queramos que sea y en eso reside, precisamente, la clave de su éxito.

Sin duda, hacia la personalización (también, en negativo, el aislamiento, la anulación en cierto modo del azar y la exploración), hacia la mejora de la experiencia del usuario. Veremos cada vez más interpretación del contexto, agentes inteligentes, web de las cosas (sensores en prevención de catástrofes naturales, por ejemplo), localización… Son temas relacionados y que, en muchos casos, se valdrán de la mayor eficiencia que la web semántica, un lenguaje mejorado para la web, es capaz de proporcionar.

Implica, en última instancia, mayor ‘inteligencia’ al procesar los datos, mayor comprensión de lo que buscamos, así como apertura, interoperabilidad entre datos (linked data web), para mejores aplicaciones y quien sabe si algún día eso que algunos predicen como la singularidad, o el salto hacia inteligencias suprahumanas. Es un tema que he tratado con profundidad, que me gusta especialmente, aunque en el aspecto social no creo que vaya a significar grandes cambios para la web. Siempre digo que el cambio de paradigma, que lo importante, ya ha tenido lugar y está en la web social.

Empieza a hablarse, más que de nativos o inmigrantes, de sabiduría digital. Las expectativas que habíamos creado entorno a unos nativos digitales que no necesitarían de ninguna intervención para aprovechar al máximo el potencial de la red para aprender en ella eran totalmente erróneas. Sí creo que para ellos la tecnología es algo transparente. Nacieron con ella y no entienden, muchas veces, la importancia que le damos. Pero de ahí a que sepan usarla como entorno de aprendizaje o incluso de realización personal, hay un largo trecho. El tema fundamental sigue siendo la educación, la formación para un uso provechoso de los medios sociales. No podemos suponer que las tecnologías, en sí mismas, son positivas, porque no es así. El reto está en reconocer a las nuevas generaciones esos rasgos propios y adaptar nuestro know-how de formadores a este ecosistema que les resulta afín. Del respeto mutuo, del aprendizaje idealmente horizontal, depende que construyamos con ellos un futuro mejor. Nos necesitamos mutuamente en un contexto tan caótico como potencialmente productivo.

Creo que vivimos un momento de síntesis, de acercamiento de posturas entre lo que llevamos tiempo haciendo en la red y lo que es tradicional en los ámbitos que mencionas. Se producen fricciones, frustraciones, malestares diversos y también, en pocos casos aún, integraciones positivas. De momento, creo que tanto aulas, como empresa, como familia sienten amenazado su status quo, apartándose, protegiéndose mediante leyes o campañas en medios tradicionales. A la inversa, la entrada de mundos como el del marketing en la red, nos produce a muchos algún desasosiego. Escribía hace poco sobre que además de nativos e inmigrantes había turistas digitales, que hacían uso de la red en tiempos de crisis económica (o de elecciones) sin creer, en el fondo en sus principios.

Se trata de una situación destinada a mejorar. Quizá las fuerzas se equilibren y logremos aunar la ilusión de muchos con las ganas de hacer negocio de otros tantos. O no…y simplemente, como en el mundo real, la web se estratifique y gracias a esa personalización de la que hablábamos, no tengamos ni siquiera que cruzarnos. Es posible, evidentemente, hacer educación 2.0. Hasta con la familia…. Y es posible, incluso, hacer empresa 2.0. La forma, trabajar con la misma honestidad que le pedimos, generar la misma confianza con la que queremos imaginarla y ser tan excelentes (o tan expertos) en el conocimiento como queremos que ella misma lo sea.

La participación. Creo que el éxito de una iniciativa como esta pasa por agregar los contenidos que ya estemos generando en la red. Son muchos espacios, redes más o menos horizontales, blogs, comunidades ya y la cuestión de la participación empieza a ser un problema.

Siempre, cuando asesoro sobre dinamización, afirmo que debemos cambiar nuestra visión acerca del tema. Visita es participación, tal y como la contabilizamos en sesiones presenciales. Y si el objetivo es el aprendizaje, tampoco las intervenciones puntuales lo demuestran de ningún modo.

Dejando que evolucionen, que maduren su autoconfianza para participar. Hay formas de facilitar la participación, centradas sobre todo en crear ambientes de autenticidad y empatía, en los que se apoye cada mínima intención. En segundo lugar, debemos ser realistas: la gente pertenece a comunidades en la medida en que le aportan cosas, visibilidad, conocimiento… Si trabajamos bien esos aspectos, tendremos el éxito garantizado.

Que se enredasen, que conectasen, que fueran activos en cuanto a producción, también, de conocimiento, que confiasen en sus capacidades ahora que pueden mostrar al mundo muchas de las cosas que les hace grandes y antes permanecían ocultas.