Por Àngels Doñate

Hoy, el conocimiento, la reflexión, el debate o las transformaciones no se generan exclusivamente en las aulas. E incluso hay quien considera que, a veces, las mismas aulas se alejan de la realidad y de los retos trascendentales a los que nos enfrentamos. «La mayoría de las universidades sólo se centran en la tecnología, la ciencia o la economía porque piensan que son las cosas realmente prácticas y necesarias. Pero no tendría que ser así: tienen que preparar a los estudiantes para conocer la naturaleza, no como turistas, sino como peregrinos. Como ya dijo el gran científico Einstein, "la ciencia sin espiritualidad es coja y la espiritualidad sin ciencia, ciega"» afirma Satish Kumar, editor de la conocida revista Resurgence y fundador del Schumacher College Internacional.

Kumar, junto con otros expertos del mundo de la ecología, la economía sostenible y la universidad, participó en la II Jornada de la EcoUniversidad (el 16 de octubre, en Barcelona), iniciativa puesta en marcha para evitar que esta falta de relación continúe. «Los conocimientos tradicionales, en cualquiera de los ámbitos, no responden con precisión a los retos de hoy día, razón por la cual han surgido fuera del ámbito universitario nuevas expresiones del conocimiento tecnológico y de la aplicabilidad científica que tratan de corregir la deriva de unos estudios universitarios mal conectados con las preocupaciones de las personas y de las sociedades contemporáneas. Fuera de los ámbitos universitarios clásicos surgen las llamadas medicinas alternativas (complementarias o naturales), la ecoarquitectura y la bioconstrucción, las finanzas éticas, el comercio justo, la educación libre, la conflictología, la química verde o la producción de energías no contaminantes, por ejemplo. Desde la ecouniversidad creada por la UOC queremos reincorporar a los afanes universitarios esta manera de hacer, de aplicar los conocimientos científicos y tecnológicos para mejorar el mundo, para hacer de nuestras sociedades, desde el fundamento de la ética, sociedades más libres, más justas, más sanas y más sostenibles», asegura Eduard Vinyamata, director del Campus por la Paz y responsable de estas iniciativas.

A lo largo de todo un día, en el salón de actos de la universidad, se oyó hablar de conceptos como terapias naturales, cambio climático, economía ecológica o sostenibilidad, entre muchos otros, gracias a expertos como el terapeuta y especialista en química Pep Vila, el director de Triodos Bank en Cataluña y Baleares; José Luis Escorihuela, coordinador del curso de Gaia Education de Diseño de comunidades sostenibles; Jordi Planas, coordinador de la campaña de educación popular de la Agenda Latinoamericana Mundial; Kathrine Raleigh, representante de TNS en Barcelona, o el profesor de Filosofía moral en la UAM, Jorge Reichmann.

Pero más allá de ser un ágora donde escuchar sólo palabras, la II Jornada fue también un espacio de reflexión y propuesta de alternativas. Según Pep Puig, de Ecoserveis, «hemos heredado un sistema insostenible, que se hace la ilusión de que puede funcionar ad aeternum. No quiere enterarse de que los fósiles que saca son escasos y que están a punto de acabarse. Como sociedad humana, tendremos que hacer un cambio radical. Utilizamos energía desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir. Si eso no se acaba, los recursos se encarecerán o se generarán problemas que nos llevarán a guerras por estos recursos. Hay que buscar una nueva manera de utilizar la energía. Vivimos en el analfabetismo energético: abrimos el grifo del gas y cocinamos. Nadie sabe qué hay detrás, cómo se consigue o de dónde viene. Hay que cambiar la cultura energética: dejar atrás la idea de que la energía vendrá sola. Un día, renunciamos a la libertad de escoger qué energía queríamos y cómo la queríamos». Hay que recuperar esa libertad.

Para Kumar, el principio del problema radica en nuestra desconexión, la de la especie humana, del resto de la naturaleza. «Cuando meditamos, nos centramos en nuestra respiración. Todos los presentes en una misma sala respiran el mismo aire. Pero no sólo ellos, sino toda la gente del mundo. Sea blanca o negra, hombre o mujer, niño o adulto... Pero también las plantas y los animales. Eso quiere decir que todos los seres estamos relacionados, conectados por nuestra respiración. Somos una familia. Entonces sientes amor. Y, si sientes amor por los que te rodean, montañas u hombres, también sientes compasión cuando ves su dolor. El problema es que hoy nos sentimos separados y desconectados del mundo natural. Pensamos que somos superiores, el top de la evolución. El resto –animales, plantas...– están aquí para el servicio, goce y disfrute del ser humano. Mantenemos una relación de dominio y no de amor y compasión. Por eso podemos poner los animales en granjas de producción o talar bosques sin control». Pero Kumar, que fue monje jainista hasta los dieciocho años y después profundizó en el budismo, defiende que «la palabra ecología viene de ecos –todo– y logos –conocimiento. Todo el planeta es nuestra casa. Cuando hay una relación entre los que habitan en ella, la casa se convierte en un hogar. Pero además, el aprendizaje de la economía y el de la ecología tendrían que ir juntos. Nomos significa management. ¿Cómo puedes gobernar una cosa si no la conoces?».

Por eso, el maestro indio considera básicas iniciativas como la EcoUniversidad, que «nace de la voluntad de dar respuestas educativas a los retos y a los problemas de sostenibilidad y del cambio climático de nuestro mundo de hoy, incorporando cursos sobre medio ambiente y ecología», según Vinyamata. Para Kumar «cada universidad tendría que enseñar las relaciones entre animales, ríos, plantas... y el gobierno de estas relaciones. Hay quien dice que hay que hacerlo por sostenibilidad: los necesitamos y los tenemos que proteger. ¡Materialismo! Desde un punto de vista espiritual, la naturaleza tiene valor intrínseco. Como los seres humanos: no somos buenos o malos sólo si somos buenos doctores o secretarios». Al parecer nuestros antepasados vivían más de acuerdo con el entorno y más cerca de él; por eso, en la raíz de las palabras que hoy utilizamos encontramos las verdades para él: «humano comparte raíz con humildad. Cuando llegamos a entender eso, llegamos a ser verdaderos humanos. Tenemos que apartarnos del punto de vista egocéntrico –mi casa, mi éxito, mi nombre...– e ir hacia el punto de vista ecocéntrico –todos estamos juntos. Todos los humanos tenemos unos derechos por el hecho de ser humanos, como el derecho a vivir. También la naturaleza. Todos los seres tienen derecho a existir. Por eso, a mí me gusta hablar de los derechos de la naturaleza, que incluyen los de todos los seres».

Pero más allá de la obligación de conocer la naturaleza, las personas tenemos la obligación de actuar en su defensa y conservación. «La creación es uno hecho continuo. El nacimiento y la muerte suceden cada día, a cada momento. Van juntos. Y todos somos creadores y partícipes en esta danza que es la vida. Todos somos líderes potenciales. No sólo los que están en la Casa Blanca. Los líderes no son personas especiales sentadas en un gran palacio: cada uno de nosotros es especial. Y tendríamos que empezar, sin duda, por liderar nuestra vida en la dirección correcta: no puedes hacer un mundo mejor si no eres feliz», aseguraba Kumar en esta jornada. Para él, un momento de crisis económica y climática como el que vivimos «es un momento de cambio que podemos utilizar, una buena oportunidad para rediseñar un sistema político, económico, etc. que no funciona, que permite que haya millones de personas que no tienen ni comida». La cita de Copenhague sobre el cambio climático del próximo diciembre es una buena ocasión para decidir qué queremos nosotros y no esperar a que lo decidan los de arriba, que no lo harán.

Pep Puig comparte esta visión: «el cambio climático, ya lo tenemos encima y nadie lo pone en duda. Ahora, hay que batallar para que la temperatura no suba más. De aquí a unos días, tendrá lugar la última reunión preparatoria previa al encuentro de Copenhague, y tendrá lugar en Barcelona. Tenemos que movilizarnos socialmente para que los políticos que participarán en él también se movilicen».

Formación y EcoUniversidad

La II Jornada también sirvió de escaparate donde se presentaron diferentes ofertas formativas sobre todos estos temas. Así, por la mañana, Alfons Vinyals, coordinador de la EcoUniversidad, hizo una presentación general de los cursos que se proponen y, a lo largo del día, algunos de los expertos profundizaron en esta exposición. Así, entre otros, Jessica Duncan presentó el programa de posgrado Sistemas alimentarios, cultura y sociedad, que ella misma coordina, y el profesor de Turismo de la UOC Joan Miquel Gomis hizo lo mismo con el de Turismo responsable, desarrollo y cooperación. Gomis afirmó que el turismo no es culpable de la pobreza y el desequilibrio «pero tampoco ofrece los resultados positivos que podría ofrecer en beneficio de las poblaciones locales de los países en vías de desarrollo» que son destino turístico. Por eso, en el año 2005, profesores y estudiantes de la UOC crearon la asociación Turismo Justo, «para actuar en tres líneas: sensibilización, formación y proyectos. Queremos trasladar los conceptos del comercio justo al turismo. Pensamos que cuando uno viaja tiene que olvidarse de todo. Hay que reclamar la responsabilidad de todos los actores (empresarios, organizaciones receptoras y emisoras, y turistas) para mejorar la situación. Cuando la gente viaja, tiene que poner la conciencia en su maleta» y no aceptar fuera lo que no considera aceptable en casa. El curso Turismo responsable, desarrollo y cooperación «quiere analizar el fenómeno turístico como herramienta de cooperación».

Según Eduard Vinyamata, «esta jornada nos ha servido para reencontrarnos después de un año de trabajo en el cual ha crecido el número de cursos y hemos madurado el proyecto de la EcoUniversidad. Ha sido la ocasión de organizar la edición de la revista digital con el nombre de EcoUniversitat y empezar a diseñar un gran congreso internacional para finales del 2010 con el título de Vivir de Otro Modo, es decir, pensar de otra manera, convivir de una forma más pacífica y afectiva, construir y habitar en lugares más sanos, comer y mantener la salud equilibradamente, generar energía sin contaminar, resolver los conflictos sin violencia; en definitiva, vivir mejor en todos los aspectos, vivir de otro modo».