18/9/17 · Investigación

Una de cada diez personas mayores de 65 años tiene Alzheimer

Hospitales como el de Sant Pau y el Quirón Dexeus trabajan en «vacunas» para combatir la aparición de los síntomas antes de que se manifiesten clínicamente
Foto: <a href="https://unsplash.com/search/photos/old-people?photo=QyrDMIEjh6M" target="_blank">Jorge López / Unsplash</a>

El Alzheimer es el tipo de demencia más común con 800.000 diagnosticados en EspañaUna de cada diez personas mayores de 65 años tiene esta enfermedad, lo que los especialistas hablan de epidemia. A escala mundial, se diagnostican según la OMS casi 10 millones de nuevos casos de demencia al año (casi un caso cada 4 segundos), de los cuales entre el 60 y 70% son de Alzheimer. Se calcula que en 2050 habrán más de 115 millones.

Actualmente no hay ningún tratamiento que frene o modifique la evolución del Alzheimer. «Ante la dificultad, el foco de la investigación se ha desplazado y los equipos trabajan para conseguir encontrar una vacuna y fármacos eficaces contra las proteínas anormales que provocan la muerte de las neuronas», señala el doctor y profesor de la UOC Jaume Kulisevsky, que es especialista en enfermedades neurodegenerativas. Esta forma de afrontarla no solo mejoraría los síntomas, como hacen los tratamientos actuales, sino que impediría que siguiera el proceso de deterioro neurológico, que es el desencadenante de la enfermedad.


La diagnosis precoz, clave para abordar la enfermedad

A pesar de que algunos de los medicamentos y «vacunas» –que reducen el cúmulo de proteínas anormales asociadas a la muerte de las neuronas– no se hayan mostrado efectivos en enfermos con todos los síntomas clínicos del Alzheimer, se considera que estos medicamentos, en fase de desarrollo, pueden ser eficaces en fases muy iniciales de la enfermedad.

En la actualidad existen pruebas diagnósticas, como la tomografía de emisión de positrones (PET) combinada con el análisis del líquido cefalorraquídeo, eficientes para identificar población en riesgo de desarrollar la enfermedad. «Estas pruebas nos permiten detectarla antes del inicio de los síntomas característicos, como la pérdida de memoria», apunta el investigador.

Los métodos de diagnosis precoz han permitido iniciar ensayos clínicos terapéuticos con los nuevos medicamentos de tipo «vacuna». Los científicos consideran que los enfermos en fase incipiente son los potenciales beneficiados, ya que la población neuronal amenazada por el proceso de la enfermedad no está del todo perdida.

En algunos centros de Barcelona, como el Hospital de Sant Pau y la Santa Creu, el Hospital Universitario Quirón Dexeus y el Centro ACE, varios equipos trabajan con pacientes que, voluntariamente, se hacen las pruebas a pesar de no tener síntomas evidentes. De hecho, Kulisevsky, que lidera un grupo de investigación CIBERNED, insiste en que este es el colectivo en el que se pueden experimentar mejoras evidentes ahora mismo porque, tal y como subraya, la enfermedad empieza años antes de que aparezca la sintomatología clínica.

Un indicador orientativo pero no definitivo es el cuadro familiar. «A pesar de que una minoría de pacientes heredan un gen causal de la enfermedad y la empiezan a una edad más temprana, la mayoría de pacientes tienen varios factores de riesgo genético que, sumados, aumentan el riesgo de padecer Alzheimer después de los sesenta y cinco años», señala Kulisevsky.


Todavía irreversible

El Alzheimer es una enfermedad cerebral, no contagiosa, progresiva e irreversible, que altera la personalidad y destruye de forma gradual la memoria del enfermo. También afecta a las habilidades para aprender, razonar, hacer juicios, comunicarse y llevar a cabo actividades cotidianas. Estas habilidades se pierden como consecuencia de la muerte de las neuronas.
Existen medicamentos que ayudan a paliar temporalmente la sintomatología de la enfermedad. Entre los más frecuentes están la Rivastigmina (Prometax, Exelon), la Memantina (Ebixa, Axura), el Donepezil (Aricept) y la Galantamina (Reminyl). En los últimos años, los fármacos se combinan con actividades que buscan estimular la actividad cerebral del paciente y mejorar su calidad de vida.

En este sentido, se exploran técnicas innovadoras, como por ejemplo sesiones terapéuticas con técnicas de realidad virtual. Esas técnicas incentivan la actividad neuronal y posponen la erosión. Los últimos estudios en este campo apuntan la efectividad de la realidad virtual en las fases iniciales de la enfermedad.

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