2/8/18 · Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación

El agotamiento digital gana adeptos

Según un estudio, un 42% de los españoles declara hacer un uso excesivo del móvil. El 25% afirma que se esfuerza por utilizar menos el smartphone y que lo consigue y el 16% dice que lo intenta sin éxito
Foto: Tim Gouw / Unsplash (CC)

Foto: Tim Gouw / Unsplash (CC)

Cada individuo tiene de promedio más de 7 cuentas activas en las redes sociales.  Entre los más jóvenes, de los 16 a los 34 años, el promedio aumenta hasta 8,7, y se reduce a 4,6 entre los mayores de 55 años, según demuestra el último informe de Global Web Index 2018. Al día, los españoles pasan 5 horas y 20 minutos en internet y de estas, 1 hora y 38 minutos activos en las redes. Este aumento de la conectividad ha supuesto un aumento de los problemas mentales. La generación socialmente más conectada de la historia, los millennials, son, según la Asociación Americana de Psicología (APA), la generación más estresada.

Aunque las redes no paran de crecer, el agotamiento virtual gana adeptos. El estudio Global Mobile Consumer Survey 2017 elaborado en España demuestra que este agotamiento es cuantificable: el 42% de los encuestados piensa que usa demasiado el teléfono móvil, idea que se repite en casi todos los grupos de edad; el 25% afirma que se esfuerza por usar menos el móvil y que lo consigue, y el 16% dice que lo intenta, pero que no tiene éxito. «Cada vez hay más gente que se da cuenta de que internet no es la solución de los problemas, sino que en muchos casos es un problema más», afirma Enric Puig, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y autor del libro La gran adicción. Cómo sobrevivir sin internet y no aislarse del mundo.

«Hay una tendencia a desconectarse de las redes en el terreno personal, pero a la vez hay una creciente presión social de tener que estar constantemente conectados», afirma. De hecho, el 92% de los españoles se conecta ya a diario a internet y el 57% prefiere realizar sus tareas digitalmente si tiene la posibilidad de hacerlo. «Estamos acostumbrándonos cada vez más a canalizar las comunicaciones mediante las tecnologías digitales. Esto es aplicable a todas las relaciones, tanto las personales como las profesionales», alerta Puig, para quien este es un hecho inquietante. «Lo hacemos así porque hemos creído que las tecnologías digitales son capaces de automatizar las tareas y, por lo tanto, de dejarnos más tiempo libre. Sin embargo, paradójicamente ha ocurrido lo contrario: el uso de las tecnologías digitales nos conlleva una aceleración inédita de los ritmos vitales y eso lo notamos y nos desgasta. De aquí surge la necesidad de desconectarse, desde el punto de vista personal y psicológico».

«Del mismo modo que la conexión digital ha llegado a todos los estratos de la sociedad, la desconexión también se da en muchas capas sociales. Surge de la saturación y el aburrimiento de las personas ante el empacho informativo, visual y de accesibilidad, y esto es común a cualquier edad y clase social», considera Puig.


Lidiar con el síndrome de abstinencia del móvil

El proceso no es sencillo, comenta Puig, porque se padece un síndrome de abstinencia como resultado de la desconexión digital. «Todo el mundo sufre algún tipo de síndrome cuando se desconecta más o menos parcialmente de las tecnologías digitales, en especial de los teléfonos móviles», afirma. Según Oracle Marketing Cloud, cada persona consulta el móvil, en promedio, alrededor de 150 veces al día y el 42% de los usuarios españoles no pasa más de 60 minutos sin consultar el WhatsApp.

«Esto es porque muchas de las aplicaciones que usamos normalmente están dotadas de una serie de estrategias, como las notificaciones instantáneas o la disposición de los elementos visuales, que están pensadas para crearnos dependencia para que las utilicemos constantemente», considera Puig.


El doble clic como moneda de cambio

Un estudio publicado en enero de 2017, coordinado por investigadores de la Universidad de Maastricht, apunta que un uso pasivo muy intenso de las redes sociales aumenta negativamente el bienestar subjetivo. «El uso pasivo de las redes sociales es un terreno fértil para la envidia», detalla el estudio. Actos como la monitorización de la vida de otras personas en Facebook, leer sus tuits en Twitter o mirar sus imágenes en Instagram sin interactuar con ellas son usos pasivos y pueden afectar al bienestar subjetivo, si el usuario se compara constantemente con lo que hacen los demás. Algunos desconectados digitales afirman que se sienten vulnerables, inseguros y adictos a la validación externa de las otras personas por medio de los me gusta (likes) o de los comentarios.

«Este círculo vicioso de validación externa se da cuando la persona necesita al otro para reforzar su identidad, para sentirse una persona valiosa, cuando por sí misma no tiene una identidad fuerte, ni segura, ni positiva, ni se siente valiosa, ni apreciable», explica Mireia Cabero, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

Un  me gusta provoca un lanzamiento de endorfinas positivas al cerebro. Cuando un usuario sube un comentario, es un acto excitante porque no sabe qué recibimiento va a tener. Cuando la diferencia entre la expectativa y la realidad es muy grande, el usuario puede sentirse frustrado. «Puede que dependa emocionalmente de los me gusta, porque se construye y llega a ser a partir de la valoración que recibe del otro», alerta Cabero. Añade que, si realmente hay adicción, es posible que haya dependencia.


¿Es útil desconectarse en verano?

Los paréntesis de desconexión, sean cuando sean, pueden no servir para nada, alerta Puig: «Alguien que se desconecta en verano, o durante un determinado periodo de tiempo, es posible que no aprenda nada de esta desconexión y, cuando se encuentre de nuevo, al regresar, con el yo conectado, vuelva a caer en los mismos errores del pasado».

Manuel Armayones, director de desarrollo de la eHealht Center de la UOC explica que «desconectar de la presión, las prisas, la conexión continua es lo que nos permite descansar, pero lo tenemos que hacer después de un tasca prèvia de ir bajando gradualmente el ritmo».

Para Puig, los periodos de desconexión deben servir para generar una conciencia crítica sobre cada uno de los usos que hacemos de los dispositivos y aplicaciones. Tenemos que aprovechar el momento para generar una buena batería de preguntas críticas para utilizar las tecnologías con más propiedad, sabiendo críticamente cuándo son útiles y cuándo no y adaptándolas a nuestras necesidades reales, en lugar de adaptarlas a las tendencias que provienen de las presiones del mercado, propone.

En el mercado ya existen aplicaciones para ayudar al usuario a desconectarse del móvil, que actualmente reciben miles de descargas. A pesar de la paradoja que ello supone, aplicaciones como Hold premian a los usuarios con puntos cada vez que consiguen estar más de 20 minutos sin utilizar el móvil, después los podrá cambiar por cafés, bebidas o entradas de cine. En Noruega la utilizan más de 100.000 estudiantes, es decir, más del 40% de la población universitaria de todo el país.

Para aprovechar el verano como una oportunidad para desconectar, Armayones propone cinco consejos para bajar el ritmo gradualmente y tratar de disfrutar de la desconexión:

  1. Cerrar durante los primeros días todos los temas pendientes

    «Es importante que no exista una interrupción brusca y que durante los primeros días realicemos un trabajo consciente de prepararnos». Armayones recomienda dedicar un rato durant los primeros días de vacaciones para comprovar que todo queda cerrado: mensajes pendientes, entregas..etc. Según el tipo de trabajo y el nivel de exigencia de estar «conectado», el tiempo de aclimatación puede ser diferente.
     
  1. Informar de que estaremos desconectados

    El experto aconseja anunciar que estaremos una temporada aislados. Habrá entonces que programar nuestros dispositivos : se pueden utilizar los avisos del correo electrónico, cambiar el estado del WhatsApp o usar cualquier otra herramienta que permita «disuadir» cualquier contacto que no sea realmente urgente.
     
  1. Reconfigurar la visibilización de las apps

    Se trata de ir suprimiendo de la pantalla principal las apps relacionadas con el trabajo (los calendarios, el correo electrónico profesional, las herramientas de gestión de información, etc.), dejándolas a un segundo nivel, y sustituirlas por apps más útiles durante las vacaciones: lugares donde ir, reservas de vuelos y hoteles, guías de los lugares que visitamos, app de ejercicio y cuidado de la salud. «En definitiva, aquellas que nos ayuden a disfrutar y descansar», explica el profesor de la UOC.
     
  1. Hacer limpieza y liberar la memoria digital

    Hay que liberar simbólicamente la memoria del móvil eliminando apps que no utilizamos. «También es una buena ocasión para guardar las fotos que tenemos en otro dispositivo y hacer otras nuevas», añade el experto.
     
  1. Salir sin smartphone o llevarlo desconectado

    El experto recomienda no llevar el móvil o llevarlo desconectado para no distraer nuestra atención de aquellos con los que compartimos actividades. En caso de tener que llevarlo, es importante adquirir el compromiso con las personas de nuestro alrededor y prestar la mínima atención al móvil.

 

Expertos UOC

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