12/5/20 · Institucional

«Durante las primeras semanas, el silencio del hospital hacía encoger el corazón, todos detrás de las mascarillas»

«La gente habla de la "nueva normalidad" ¡y no presta atención a la palabra nueva!»
Foto: Antonia Campolongo

Foto: Antonia Campolongo

Antonia Campolongo , enfermera de la Unidad de Trastornos del Movimiento (Hospital de Sant Pau) y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC

 

El personal sanitario trabaja, e incluso vive, en la trinchera de una guerra contra un enemigo invisible. El 12 de mayo es el Día Internacional de la Enfermería y es un buen momento para escuchar a profesionales como Antonia Campolongo, enfermera de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Hospital de Sant Pau y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. «Ahora no es momento de salir a pasear sin mascarilla o sentarse en el césped. Hemos vivido en una película de ciencia ficción: durante las primeras semanas, ir al hospital hacía encoger el corazón. ¡Había un silencio! En el ascensor, con seis compañeros, nos mirábamos y... algunos bajaban los ojos. Si hemos superado este brote ha sido por el personal sanitario, que ha dado el 200 %», afirma Campolongo, que de pequeña ya cuidaba a sus muñecas.

 

 

El personal sanitario trabaja, e incluso vive, en la trinchera de una guerra contra un enemigo invisible. El 12 de mayo es el Día Internacional de la Enfermería y es un buen momento para escuchar a profesionales como Antonia Campolongo, enfermera de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Hospital de Sant Pau y profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. «Ahora no es momento de salir a pasear sin mascarilla o sentarse en el césped. Hemos vivido en una película de ciencia ficción: durante las primeras semanas, ir al hospital hacía encoger el corazón. ¡Había un silencio! En el ascensor, con seis compañeros, nos mirábamos y... algunos bajaban los ojos. Si hemos superado este brote ha sido por el personal sanitario, que ha dado el 200 %», afirma Campolongo, que de pequeña ya cuidaba a sus muñecas.

 

¿Cómo nació tu vocación?

Desde pequeña quería ser enfermera para cuidar de las personas y acompañarlas. Nadie de mi familia pertenecía al ámbito sanitario, pero nunca tuve dudas. Estudié y primero entré a trabajar en el ámbito del aparato digestivo y, más tarde, con pacientes neurológicos. De eso hace veinte años. Ahora estoy casada con un médico de familia que también trabaja con pacientes con COVID-19.

De todo lo que habías aprendido de tu profesión, ¿qué es lo que más te ha servido durante estos días? 

Habitualmente trabajo con pacientes con enfermedad de Parkinson. Ahora todos estamos en primera línea, pero, como siempre, lo que más sirve es escuchar al paciente, acompañarlo. Durante estos días hemos tratado a todos los enfermos de la misma forma, pero la verdad es que teníamos a pacientes con y sin COVID-19. ¿Te imaginas qué ha significado visitar a mis pacientes vestida con el equipo de protección individual (EPI)? No me reconocían, estaban desorientados y además sus familias no podían estar con ellos.

Y el miedo…

Tienes miedo, ¡por supuesto! Y tienes que superarlo. No todo el mundo lo gestiona igual: ha habido personal sanitario que ha necesitado apoyo psicológico... ¿Cómo lo he hecho yo? Hablando con mi familia, con algunos compañeros... Hace ocho semanas que no veo a mis padres, ya que mi madre es una paciente de riesgo. Hasta ahora yo cuidaba de ella, pero quise disminuir el riesgo de un posible contagio. Y ahora, como mucha gente del ámbito sanitario, tengo miedo de los rebrotes. Veo lo que pasa y, aunque no es bueno pensarlo, pienso que el trabajo que hemos hecho no servirá de nada si entre todos no tomamos las medidas de autoprotección recomendadas. El virus sigue entre nosotros. ¿Hasta cuándo estaremos así si la gente va sin mascarilla? Mi hospital intenta volver a una nueva normalidad, lo que a mí me genera angustia y al mismo tiempo curiosidad. La gente habla de «nueva normalidad» y solo se fija en la palabra normalidad; ¡no presta atención a la palabra nueva!

¿Qué recursos personales y emocionales te han permitido seguir adelante?

¡Llegar a mi casa y descansar mucho! Y disfrutar de todos los momentos que no he podido pasar con mi familia porque, debido a la velocidad trepidante en la que vivimos, parecía imposible. ¡Este virus nos ha obligado a frenar! Pero, como todos, tengo altibajos. Sufrimos cansancio físico y psicológico: tantos cambios de protocolo, tantas limitaciones... Aun así, siempre hay alguien que ha tenido más presión que tú. Me consta que mis compañeros y compañeras de enfermería han hecho un trabajo brutal.

¿Qué sientes cuando la gente sale a aplaudir todos los días a las ocho?

Cuando aplaudo, aplaudo el esfuerzo y la dedicación de mis compañeros. Yo no me siento aplaudida. No conozco a mis vecinos que salen a aplaudir y ellos no saben que yo soy enfermera y que mi marido es médico. Estoy convencida de que lo hemos superado porque hemos trabajado en equipo (sanitarios, servicios de limpieza, personal de mantenimiento...). No estábamos preparados ni psicológica ni logísticamente, pero sin la dedicación personal y sin el trabajo en equipo no lo habríamos superado. Es cierto que se ha improvisado y que las cosas siempre pueden hacerse mejor, pero ¡esta primera vez se ha superado!

Todos hemos sufrido la soledad de estos pacientes…

La soledad siempre agrava los efectos de una enfermedad. El hecho de estar animado y sentirte acompañado se añade a un tratamiento o una medicación. Por eso quiero felicitar a la dirección de enfermería de mi hospital, que tomó la decisión de que un familiar estuviera junto a los pacientes en situaciones especiales. Y también quiero agradecer las donaciones de dispositivos electrónicos para poder contactar con las familias.

¿Qué podemos hacer para facilitar vuestro trabajo? ¿Qué podemos hacer por nosotros mismos?

Hemos pasado dos meses en una película de ciencia ficción. Considero que si todas las personas que ahora no cumplen las normas hubieran entrado a ver qué pasaba en los hospitales un día de esos, habrían tomado conciencia. Esto no es una tontería. Si hubieran vivido las condiciones de trabajo de las unidades de cuidados intensivos, el silencio de las primeras semanas en los pasillos del hospital... Era impresionante entrar en el ascensor con seis compañeros, todos en silencio y con las mascarillas. Luego —los humanos somos así— nos fuimos adaptando a la situación.

¿Es necesario un día internacional de la enfermería?

En mayo de 2019, la OMS declaró el 2020 Año Internacional del Personal de Enfermería y de Partería. Qué forma de celebrarlo, ¿no? No debería ser necesario celebrarlo, pero también está bien que recordemos el papel que tenemos y nuestra valía profesional. Me siento reconocida tanto por mis pacientes como por mis compañeros de trabajo.

Eres profesional en activo, pero también eres profesora. ¿Qué retos ves para el futuro?

Nos falta formación y, sobre todo, especialización. En la UOC no hay estudios de enfermería porque siempre han tenido una imagen práctica, pero la pandemia nos ha enseñado que la formación telemática es una herramienta más de formación. ¡Podemos hacerlo, lo haremos y nos readaptaremos!

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