6/7/17 · Estudios de Artes y Humanidades

Siete claves para una comunicación positiva

Tener pensamientos negativos afecta al sistema inmunitario
Foto: Unsplash/Alexis Brown

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«Nunca lo conseguirás», «eres un desastre» o «todo lo haces mal» son expresiones que a menudo las personas utilizan para hablar de las otras o de ellas mismas. «Este tipo de palabras funcionan como proyectiles, penetran en la conciencia de la gente, dejan huella en la memoria emocional y se sedimentan lentamente hasta condicionar el camino de sus vidas», alerta la psicóloga Maria Mercè Conangla, autora del libro La fuerza de la gravitación emocional (Editorial UOC).

Las palabras tienen el poder de perpetuar o modificar creencias y, por lo tanto, determinar conductas. «Algunas expresiones concretas contribuyen a construir la realidad de una determinada forma», explica la sociolingüista de la UOC, Ona Domènech. Si por ejemplo siempre se habla de «empleadas de hogar» se está generando en el inconsciente colectivo la idea de que este trabajo solo es o puede ser ejercido por mujeres. O si le decimos a menudo a nuestro hijo que es malo, lo ayudamos a construirse una imagen negativa de sí mismo. «Y esto también es aplicable a la percepción que cada uno tiene de sí mismo y, por lo tanto, a la construcción de nuestra identidad», añade la experta.

Por su parte, Conangla señala que, si los pensamientos se convierten a menudo en palabras agresivas para nosotros mismos y para los demás, se acaban sufriendo las consecuencias de esta comunicación violenta. «Un solo minuto teniendo pensamientos negativos deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante unas horas». Por este motivo, la experta recomienda saber identificar los mensajes poco constructivos y sustituirlos por otros más positivos y respetuosos, que en definitiva «evitan muchas frustraciones y discusiones».
 
Para tener una comunicación positiva, y a su vez efectiva, la psicóloga, directora del Instituto de Ecología Emocional, recomienda seguir siete estrategias:

  1. Huir de las etiquetas. Utilizar palabras que encasillan a la gente provoca inseguridad y disminuye la autoestima. En lugar de decir a un hijo, por ejemplo, «eres un desastre con las matemáticas», es mejor sustituirlo por «te animo a intentar hacer el ejercicio de nuevo».
  1. Ahorrarse las generalizaciones y el uso de términos absolutos. Si se generaliza una acción concreta de una persona con palabras como «siempre», «nunca», «todo» o «nada» —«es que tú nunca me escuchas», «siempre te despistas»—, esto puede provocar una sensación de incomprensión por parte del receptor y que este acabe con una percepción de rechazo de la persona que habla.
  1. Evitar el imperativo. Las expresiones de este tipo fomentan la represión emocional y la creencia de que es mejor no mostrarse ni manifestarse a los demás.  Por ejemplo, «¡no seas tan sensible!» o «¡cállate!» se pueden sustituir, respectivamente, por «¿te han molestado mis palabras» o «puedes decirme lo que piensas, pero sin faltarme al respeto».
  1. Hablar en positivo. Es preferible decir a una persona lo que quieres de ella que decirle lo que no quieres. Para el receptor del mensaje es un mensaje más fácil de entender. La expresión «no des un golpe a la pelota con la punta del pie» indica lo que no se debe hacer, pero no dice cómo habría que hacerlo («chuta con la parte interior del pie»).
  1. Aplicar el principio de responsabilidad. Hacerse responsable de las palabras que se utilizan para permitir establecer relaciones más fuertes y comprometidas. Por ejemplo, es mejor utilizar «lo haré» que «lo intentaré».
  1. Incrementar el uso de las preguntas. Las preguntas son filtros mentales que ayudan a definir una situación y solucionar desacuerdos. Reconocer que hay un desacuerdo entre dos personas y verbalizarlo es el primer paso hacia el entendimiento, pero también lo es hacer preguntas para entender el contexto («¿en qué, concretamente, sientes que no puedes contar conmigo?»).
  1. Utilizar un lenguaje inclusivo. Según qué expresiones pueden contribuir a reforzar estereotipos. Hay que evitar todas aquellas expresiones o frases hechas que impliquen discriminación de género o se puedan valorar como despectivas hacia una raza, cultura o religión.
Expertos UOC

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