19/9/13

Las redes sociales son más frágiles, jerárquicas y cambiantes de lo que se creía

El estudio de las redes sociales del 15-M muestra que la estructura de la comunicación en las protestas digitales es más centralizada y jerárquica de lo que indica la imagen que se proyecta entre el público general. Esta es una de las principales conclusiones de las investigaciones llevadas a cabo por la socióloga Sandra González-Bailón, profesora de la Annenberg School for Communication de la Universidad de Pensilvania.

 [Crónica de Jordi Rovira]

 

En una conferencia de la UOC que este martes tuvo lugar en el edificio Media‐TIC de Barcelona –y que fue organizada por el grupo de investigación eGobernanza: administración y democracia electrónica (GADE) del IN3, en el marco del máster de Análisis político y del máster de Administración y gobierno electrónico de la UOC–, esta experta en redes sociales, medios digitales y participación política demostró con datos que el funcionamiento de las redes de comunicación y los mecanismos que se activan en momentos de efervescencia colectiva a menudo se basan en percepciones erróneas.

González-Bailón expuso el resultado de investigaciones recientes sobre dinámicas colectivas que tratan los efectos de las redes sociales en la participación política, puesto que «las nuevas fuentes de datos aportan más pruebas empíricas sobre las redes sociales y la difusión de información». Basándose en estos nuevos datos, la investigadora expuso unas conclusiones que rompen la imagen que a menudo acompaña las redes sociales.

Así, muchas veces se ha hablado de las redes sociales como paradigma de la comunicación horizontal. González-Bailón lo desmiente: «Empíricamente, los datos muestran que con el tiempo cada vez son más jerárquicas,y esto va en contra de los que dicen que son horizontales». Según esta experta, las redes siguen siendo un sistema descentralizado, pero cada vez se da «más flujo de información hacia una minoría de usuarios, y esto comporta menos capacidad de movilización porque impide que la información se difunda adecuadamente».

Según González-Bailón, los datos recopilados también muestran que las redes sociales son más frágiles de lo que se creía. «No son tan robustas y fluidas como se pensaba, sino que tienen agujeros estructurales que dificultan los procesos de difusión. Son estructuras muy frágiles y volátiles». Por otro lado, también concluyó que «no son estáticas, sino que cambian todo el tiempo a escala tanto local como global».

A pesar de esta nueva manera de entender el fenómeno de las redes sociales, esta experta recuerda que «las nuevas tecnologías han creado nuevas formas de organización». «En la actualidad –explicó– la gente se moviliza de manera más rápida y transitoria, pero la protesta no tiene continuidad en el tiempo, lo que hace difícil definir el éxito de la protesta». «Las redes sociales permiten organizarse mejor sin necesidad de tantos recursos como antes. El aspecto negativo, sin embargo, es que no hay continuidad en la protesta, puesto que todavía no se han usado las nuevas tecnologías para organizar estos movimientos políticos a largo plazo», aseguró.

González-Bailón también se refirió a los recientes movimientos de protesta ciudadana que han tenido lugar en países de todo el mundo: «Desde 2011 lo que caracteriza los movimientos políticos es su carácter contagioso. Se observa una cierta dependencia espacial y temporal que hace pensar en una reacción en cadena. Y estos procesos de influencia se canalizan por medio de las redes interpersonales. Twitter y Facebook han facilitado la interconexión a escala planetaria».

Minorías necesarias

En este sentido, González-Bailón se refirió al 15-M, movimiento que ha investigado a partir de la actividad ciudadana en Twitter. Esta experta destacó que en 2011 se observó un crecimiento repentino de la actividad en esta red social, pero, en cambio, fue a menos durante la conmemoración del primer aniversario de las protestas. «El movimiento del 15-M se deshinchó en 2012, y esto se observa en la actividad de Twitter», afirmó.

González-Bailón también habló de un estudio sobre la transmisión de información entre los movimientos del 15-M y el de Occupy Wall Street. «No hay muchos canales para difundir información entre uno y otro lado. Existe una falta de conexión entre los dos movimientos y hay puntos de la red con poca conexión. Hay más puntos de fragilidad de lo que podríamos pensar», advirtió. El estudio cifra en 8.000 los usuarios que ponen en común los flujos de información entre ambos movimientos. «Son una minoría, un número reducido de usuarios con un papel crucial a la hora de garantizar la conectividad entre las dos comunidades. Si dejan de ser activos y nadie ocupa su lugar, este flujo global de información puede verse afectado», alertó.

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