3/11/25 · Salud

¿Qué relación existe entre la diabetes y el sistema inmunológico?

Esta enfermedad no solo afecta al azúcar, también compromete el sistema inmunológico y aumenta el riesgo de infecciones
Diabetes

La diabetes va mucho más allá del control del azúcar en sangre. Luis Franco, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, advierte que esta enfermedad establece una relación compleja con nuestro sistema inmunológico, de forma que crea un círculo vicioso que puede incrementar el riesgo de infecciones graves y complicaciones sistémicas.

"Los niveles altos de azúcar en sangre alteran la respuesta inmunológica en múltiples puntos críticos", explica Franco, quien detalla cómo la hiperglucemia interfiere directamente con la capacidad de los leucocitos para detectar patógenos mediante quimiotaxis, reduce la fagocitosis de macrófagos y neutrófilos, provoca estrés oxidativo que daña las células defensivas, y permite que la glucosa se una a proteínas clave como los anticuerpos, con lo que dificulta su función protectora. Es decir, el exceso de azúcar en la sangre sabotea al sistema inmunitario, que no puede ni encontrar ni combatir a los microbios y virus invasores, según investigaciones de la Universidad de Utrecht y otros estudios más recientes.

 

De la autoinmunidad a la microinflamación (inflamación crónica)

La relación entre diabetes y sistema inmune es diferente según el tipo. En la diabetes tipo 1, el propio sistema inmunitario es el causante directo de la enfermedad. "Es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca y destruye las células beta del páncreas productoras de insulina", señala Franco. La base es hereditaria, pero no se hereda la enfermedad, sino la susceptibilidad. Es decir, los padres no transmiten la diabetes en sí, sino una mayor probabilidad de desarrollarla, como quien hereda una piel sensible al sol, pero no necesariamente una quemadura.

Los genes HLA representan aproximadamente el 40-50 % del riesgo de desarrollar diabetes tipo 1, según una investigación, especialmente las variantes de HLA DR3, DR4, DQ2 y DQ8, que predisponen a este error autoinmune. Sin embargo, se necesita un detonador externo, siendo los enterovirus, especialmente el virus Coxsackie B (enterovirus que puede causar pleurodinia epidémica, miocarditis y pericarditis, meningitis aséptica/encefalitis, pancreatitis o hepatitis), los principales sospechosos, aunque también se investigan el virus de la rubeola y el citomegalovirus.

Franco enfatiza un punto crucial: "No se ha obtenido ninguna evidencia clara sobre otros factores, como la deficiencia de vitamina D o la introducción temprana de leche de vaca, pese a las muchas teorías paracientíficas que circulan al respecto". También menciona que las personas con diabetes tipo 1 presentan alteraciones en la microbiota intestinal.

En contraste, la diabetes tipo 2 presenta una relación más sutil. "La inflamación crónica de bajo grado juega un papel fundamental en el desarrollo de la resistencia a la insulina", explica el profesor. Esta microinflamación, que no produce síntomas evidentes, mantiene al sistema inmunitario en alerta constante sin amenaza real, dañando órganos y tejidos a largo plazo.

El tejido graso, especialmente la grasa visceral, es el principal culpable en la diabetes tipo 2, cuando las células adiposas se agrandan por exceso de energía, se estresan y funcionan mal, de forma que producen citoquinas proinflamatorias que interfieren con la acción de la insulina. "Se crea un círculo vicioso: la resistencia a la insulina aumenta la inflamación, y esta empeora la resistencia, lo que lleva eventualmente al desarrollo de diabetes tipo 2", detalla Franco. En la tipo 1, el estrés oxidativo es otra causa importante de microinflamación.

Esta disfunción inmunitaria puede derivar en infecciones que afectan a la piel (como la celulitis y las infecciones por Candida albicans, que prospera en ambientes ricos en glucosa), el tracto urinario (especialmente cistitis en mujeres, agravada cuando el daño nervioso impide el vaciado completo de la vejiga) o el sistema respiratorio. "La diabetes triplica el riesgo de desarrollar tuberculosis activa y aumenta significativamente el riesgo de neumonía grave por bacterias como Streptococcus pneumoniae o Staphylococcus aureus", advierte Franco, especialista en inmunología.

Las señales de alarma incluyen cambios de coloración en la piel, dolor, picor o escozor; ardor al orinar, necesidad urgente y frecuente de micción, orina turbia o con sangre, y tos persistente con flemas, dificultad respiratoria o dolor torácico.

La inflamación crónica también daña sistemáticamente el endotelio vascular (la capa de células que reviste por dentro todas las arterias, venas y capilares), lo que provoca infiltración de colesterol en las arterias y formación de placas que obstruyen los vasos. Esto causa el temido pie diabético, que en casos descontrolados lleva a amputaciones. La neuropatía diabética agrava el problema al eliminar la sensación de dolor, cosa que impide la detección temprana del daño. En los riñones, la inflamación destruye los glomérulos, lo que reduce progresivamente la capacidad de filtración hasta causar insuficiencia renal.

 

Del control glucémico a la protección de órganos: la revolución en el tratamiento

Franco es categórico sobre la medida más eficaz: "Sin ninguna duda, el control glucémico es fundamental. Al normalizar la glucosa, las células inmunitarias recuperan su capacidad para moverse, engullir y destruir patógenos". La vacunación es igualmente crucial, especialmente contra gripe, neumococo, hepatitis B, herpes zóster, COVID-19, tétanos, difteria y tos ferina. El cuidado meticuloso de los pies —inspección diaria, higiene cuidadosa, hidratación, calzado adecuado y revisiones profesionales— es vital para prevenir complicaciones graves.

Entre los marcadores clínicos prioritarios, además de los niveles de glucosa, Franco destaca la hemoglobina glicosilada, que ofrece una visión a largo plazo del control diabético y sus efectos en las proteínas del organismo. La proteína C reactiva es "el marcador inflamatorio con evidencia más sólida que predice el riesgo futuro de infartos e ictus, especialmente en personas con diabetes". Los pacientes pueden monitorizar fácilmente la presencia de proteínas en orina, un marcador de daño renal, mediante tiras analíticas domésticas.

Pero el verdadero cambio de paradigma llegó con dos familias de fármacos: los inhibidores del cotransportador de sodio-glucosa tipo 2 (iSGLT2), es decir, gliflozinas (pastillas que hacen eliminar azúcar por la orina), y los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (arGLP-1), también llamados glutidas o medicinas que imitan una hormona intestinal y quitan el apetito. "Aunque se aprobaron hace una década, los estudios clínicos de los últimos 5-7 años con miles de pacientes han transformado completamente el tratamiento", explica Franco. "El gran avance fue descubrir que estos fármacos no solo bajan el azúcar, sino que ofrecen potentes beneficios de protección cardiovascular y renal, independientemente de su efecto sobre la glucosa. Hemos pasado del paradigma de 'bajar el azúcar' a 'proteger los órganos'", comenta.

Igualmente revolucionarios son los nuevos sistemas de monitorización continua de glucosa (MCG), sensores o parches de glucosa en tiempo real; y los sistemas de infusión automatizada de insulina (SAI), bombas de insulina inteligentes que actúan como un páncreas artificial. "Es como pasar de la foto al vídeo", ilustra Franco. "Ahora tenemos información de los niveles de glucosa las 24 horas del día, podemos detectar tendencias, recibir alertas en el teléfono y tomar medidas inmediatas", añade. Estos sistemas han logrado reducir drásticamente la carga mental, aumentar el tiempo en rango glucémico, garantizar noches seguras y ofrecer mayor flexibilidad vital a los pacientes.

Como dato curioso, Franco recuerda que el término mellitus significa 'miel dulce' en latín, referencia a la orina dulce que los médicos antiguos detectaban en los diabéticos. También señala que, en 1923, cuando F. G. Banting y C. H. Best aislaron la insulina, con lo que obtuvieron un Premio Nobel, se necesitaban dos toneladas de páncreas de cerdo para extraer apenas 200 gramos de insulina. De forma preocupante, la diabetes tipo 2, antes conocida como "de inicio en edad adulta", se diagnostica cada vez más en niños y adolescentes debido a las altas tasas de obesidad.

Por este motivo, para prevenir la aparición de la diabetes tipo 2, es de vital importancia seguir una alimentación saludable desde la infancia y evitar alimentos muy azucarados, a la par que se fomenta la actividad física en niños y adultos, agrega el también experto en nutrición.

"La diabetes es también una fuente significativa de depresión y ansiedad", concluye Franco, al subrayar que el impacto de esta enfermedad va mucho más allá del metabolismo, ya que afecta profundamente a la calidad de vida y el bienestar integral de quienes la padecen. La comprensión de esta compleja interacción entre diabetes y sistema inmune es fundamental para desarrollar estrategias terapéuticas más efectivas y mejorar el pronóstico de millones de personas en todo el mundo.

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