20/6/07

"La historia se repite de muchas formas: hoy hay maneras de la dictadura que perduran"

Lila Pastoriza y Eduardo Jozami

Lila Pastoriza y Eduardo Jozami

Memoria histórica, búsqueda de la verdad, olvido o justicia son expresiones que se dicen y se oyen en muchos rincones, de España a Ruanda, de Vietnam a Chile. Los periodistas y activistas en derechos humanos Lila Pastoriza y Eduardo Jozami, embarcados en trabajos de recuperación de la memoria en Argentina, hablaron en Barcelona sobre su trayectoria vital y su experiencia en este ámbito, invitados por la UOC y la Casa América. Asimismo, presentaron el libro Rodolfo Walsh. La palabra y la acción, del que es autor Jozami, en el treinta aniversario de la desaparición del periodista y escritor.

Memoria histórica, búsqueda de la verdad, olvido o justicia son expresiones que se dicen y se oyen en muchos rincones, de España a Ruanda, de Vietnam a Chile. Los periodistas y activistas en derechos humanos Lila Pastoriza y Eduardo Jozami, embarcados en trabajos de recuperación de la memoria en Argentina, hablaron en Barcelona sobre su trayectoria vital y su experiencia en este ámbito, invitados por la UOC y la Casa América. Asimismo, presentaron el libro Rodolfo Walsh. La palabra y la acción, del que es autor Jozami, en el treinta aniversario de la desaparición del periodista y escritor.

Luchar por la memoria histórica, sí. ¿Por qué?
LILA PASTORIZA. He montado en un taxi, aquí en Barcelona, y el conductor iba escuchando un programa de radio en el que discutían sobre la memoria histórica. Alguien decía que no entendía por qué los partidos políticos españoles discutían sobre este tema cuando teníamos el problema del cambio climático. Para él era una discusión entre abuelos, absurda y en la que la población no estaba interesada. Justamente, lo de la memoria es importante por las necesidades actuales: trabajamos para ver cómo llegamos a determinadas situaciones que no queremos que se repitan, desde el hoy. Ésta es una memoria diferente de la nostálgica de que cualquier tiempo pasado fue mejor o peor. Eso sí, es una actividad muy subjetiva porque hay muchas memorias.
Recuperar la memoria del ayer para entender el hoy...
PASTORIZA. Pero no sólo. También es importante porque eso de que la historia nunca se repite no es cierto. Se repite muchísimo pero con distintas formas. El trabajo de memoria permite que se prendan las luces en nuestras cabezas ante determinados signos, cosas que ya sucedieron y que pueden volver a darse. Hay muchas maneras de funcionar de la época de la dictadura que perduran en Argentina. La indiferencia que hubo cuando se llevaban a los desaparecidos no es tan diferente del modo de actuar, de lo que pasa cuando hay una escalada brutal de la pobreza y hay miles de millones de marginados. La gente decía entonces lo mismo que ahora: por algo será, algo habrán hecho.
Cuando algo así sucede, casi todos hemos hecho o dejado de hacer...
PASTORIZA. Nosotros también nos preguntamos cuáles fueron las distintas responsabilidades. Hemos trabajado en la condena al terrorismo de estado, en la necesidad de justicia y de verdad. Ahora tratamos de entender cómo fue posible que se matara a treinta mil personas. Pero sobre todo cómo pudo haber una sociedad que lo soportara.
España y Argentina vivieron dictaduras. Ambas se encuentran en debate sobre este tema. ¿Son comparables sus situaciones?
EDUARDO JOZAMI. Aquí hubo treinta y seis años de franquismo. En Argentina fue más corta y además debió huir después de la derrota de Malvinas sin poder preparar una salida, una transición negociada. El hecho de que no haya habido una derrota interna de los militares hizo que no hubiera ningún pacto expreso de no revisar cosas. El primer gobierno democrático entendió que no era prudente avanzar más allá de ciertos límites. Hubo un momento importante que fue el juicio a las juntas militares. No hay muchos precedentes internacionales en que se haya enjuiciado a los principales responsables de una dictadura, pero a partir de ahí hubo un retroceso relacionado con lo que se llamó "la ley de punto final", para que el juicio no siguiera, o lo que llamaron "la obediencia debida" para exculpar a la gran mayoría de los participantes y sólo incriminar a los jefes.

PASTORIZA. El ir hacia atrás es una necesidad imperiosa en un caso como el argentino porque la etapa a recordar es mucho más próxima. Las consecuencias están presentes. Tiene algunos puntos de contacto con lo de España y Cataluña, aunque la dictadura sea más lejana. En España hubo una transición que obvió muchos aspectos importantes de lo que pasó. Eso pesa en la conciencia de la gente y la impunidad se paga, yo creo. Y en Argentina lo que intentamos es que no haya impunidad. No es una venganza. Es una manera de hacer justicia.
Como periodistas en activo en aquellos años, ¿qué papel creen que jugaron los medios en la lucha contra el sistema?
JOZAMI. En la dictadura del 76 bastaba con mostrar algo de simpatía o de colaboración con los grupos llamados subversivos para que una persona pudiera perder su vida. En ese contexto fue muy difícil para los periodistas seguir trabajando como lo hacían antes del golpe. Muchos se exiliaron, muchos estuvieron presos y hubo casi cien periodistas desaparecidos. También hubo mucha gente que aceptó esta situación: no se puede pretender que todos sean héroes en circunstancias complicadas.

PASTORIZA. El periodismo estaba muy controlado. El mismo día del golpe o al siguiente salió una ley que castigaba con prisión cualquier noticia que criticara o molestara a las fuerzas armadas "término textual". Además de la censura que imponían los militares, en los medios hubo autocensura por temor. El tema de las desapariciones estaba muy presente. Pero dentro de las redacciones seguía habiendo periodistas que estaban al tanto de la información que circulaba pero que no podían publicarla. Esos periodistas pasaban información a la agencia de noticias clandestinas (ANCLA), en la que yo trabajaba. Hubo periodistas que mantuvieron una actitud muy digna y otros que no.
Periodistas que callaron, periodistas que pasaron información y otros que dejaron la vida en la lucha, como Rodolfo Walsh, quien fundó ANCLA y sobre quien publica un libro Eduardo.
JOZAMI. Efectivamente, me embarqué hace ya cuatro años en un estudio riguroso sobre este personaje, que se publica con el título Rodolfo Walsh. La palabra y la acción. He tenido que hacer un gran esfuerzo y ser muy riguroso, ya que en cierta manera era parte implicada puesto que habíamos tenido relación. Tuve que documentarme en todas las circunstancias y contrastar todos mis recuerdos. Walsh fue un periodista que marcó el rumbo en iniciativas de periodismo comunitario y es seguramente uno de los mejores escritores argentinos del siglo xx. Es autor de algunos textos que van a quedar por su significado político en la historia argentina, como la Carta a la Junta Militar, en la que denuncia la represión sistemática que se llevó a cabo contra miles de argentinos y el proyecto regresivo del gobierno en temas sociales, económicos. Y, por último, fue una figura comprometida que demostró una integridad moral y una independencia de criterio que le permiten destacar.
Este proceso no es cosa de un día. ¿Cómo está hoy la situación en Argentina?
JOZAMI. Se ha logrado un consenso importante sobre la necesidad de avanzar en la condena de los responsables de los genocidios. En cuanto a otras cosas, vinculadas a la profundización de la memoria, no parece que haya ese consenso. Ni tampoco está claro el rol que debe jugar el estado. Pero esto es un debate internacional. El estado debe promover la justicia, el castigo de los responsables y, en nuestro país, incluso ha promovido reparaciones a las víctimas. La discusión que hoy se plantea en torno a los espacios de la memoria muestra que no hay una única historia que contar y no todo el mundo piensa igual sobre el rol del estado respecto a esta multiplicidad de visiones.

PASTORIZA. En el caso argentino, los juicios que se iniciaron en el exterior ?como el llevado adelante por el juez Garzón en la Audiencia Nacional contra Pinochet? implicaron un progreso serio en el tema de la justicia. Algunos jueces que tenían causas guardadas, ante las demandas de los organismos de derechos humanos, empezaron a moverlas. Por ejemplo, por el robo de bebés, una de las causas que no habían quedado incluidas en la Ley de impunidad. Pero esos juicios exteriores fueron de fuerte impacto incluso en sectores más amplios de la población, que estaban medio adormecidos tanto en Chile como en Argentina. Muchos de esos primeros juicios se basaron en los criterios de justicia internacional que afirman que los crímenes de lesa humanidad no prescriben en el tiempo. Más adelante, la adopción de esos tratados internacionales como constitucionales en Argentina ha permitido muchas de las sentencias y los pedidos que se están planteando en los juicios reanudados contra los represores y genocidas.
¿Pueden llegar a convivir todas las memorias de las que hablamos?
PASTORIZA. Depende. En Argentina hay un corte muy claro: el terrorismo de estado. Hay un debate entre las memorias que parten de la condena al terrorismo de estado. Por otro lado, hay una memoria de los terroristas de estado. Con quienes avalan lo que sucedió, no hay diálogo posible. Entre los segundos no ha habido el más mínimo arrepentimiento, no han pedido perdón, salvo excepciones aisladas. No ha habido autocrítica. Las fuerzas armadas no la han hecho e incluso hay sectores que siguen reivindicando lo que hicieron.

JOZAMI. No sólo no ha habido una autocrítica de las fuerzas militares como principales ejecutores, sino que no ha habido una visión crítica, una indagación más a fondo por parte de otros sectores de la sociedad argentina sobre cuál fue su rol. Antes hablábamos de cómo se comportaron los medios durante la dictadura... Hoy han cambiado el lenguaje y hablan sobre dictadura y genocidio, pero no hablan sobre el papel que ellos jugaron. Lo mismo pasa con las grandes empresas y centrales empresarias que estuvieron ligadas a la política económica de la dictadura; o la Iglesia, que, si bien tuvo un sector importante de sacerdotes e incluso obispos víctimas de la represión ?uno de ellos incluso asesinado?, en términos generales avaló la política de la dictadura.
La dictadura se llevó buenos años y buenos amigos por delante. Pero, además, la lucha para que no se olvide ocupa hoy su tiempo. Toda una vida girando sobre este tema. ¿Recuerdan cómo esperaban que las cosas fueran antes, cómo se veían?
JOZAMI. Cambiaron nuestras vidas y el país, y me atrevería a decir que el mundo. Nosotros éramos lo que se suele llamar militantes de los años sesenta. Vivíamos con la idea de que el cambio político era inminente, la revolución era un objetivo tan importante que justificaba cualquier sacrificio y junto con estas aspiraciones tan nobles seguramente tuvimos algunas prácticas no tan saludables que defendía la militancia política en aquellos años. Las experiencias que pasamos, la cárcel en mi caso y los casi dos años como desaparecida de Lila, nos llevaron después a mirar las cosas desde una perspectiva distinta en un país que era otro. Yo creo que mi vida es otra porque hoy he vuelto a la práctica política y la política no tiene nada que ver con la de esos años: he podido dedicarme a la universidad, que en los años anteriores no podía. Pero siento la necesidad de recuperar lo positivo de antes: la confianza en uno mismo, en la posibilidad de cambiar el mundo, en la solidaridad con los demás. Y al mismo tiempo hay que comprender que no todo fueron aciertos; si no, no hubiera ocurrido lo que ocurrió.

PASTORIZA. En términos personales, yo creo que la vida nuestra en los sesenta tenía que ver con una militancia que creía que el mundo iba hacia un sistema social superador del capitalismo. Todo estaba armado así. En los setenta fue quedando claro que la derrota era inevitable. Ahí cambió nuestra perspectiva y el hecho de haber sobrevivido a esa experiencia era algo que para nada estaba previsto. Lo más probable era no sobrevivir. Ahí hay marcas muy profundas con las que pienso que uno se va acostumbrando a vivir. No me interesa hacer cosas que no sirvan para que los más jóvenes que viven con el peso de lo que pasó puedan entender qué, cómo, por qué y de qué manera se puede llegar a evitar una reiteración. Todo eso supone un montón de acciones en la vida de cada día para lograrlo sin que el horror lo presida todo.

Contacto de prensa

También te puede interesar

Más leídos