Ricard Espelt
¿Cómo nace el proyecto Copons 2.0?
Hace más o menos un año con dos compañeros fuimos a Londres a ver experiencias de nuevos tipos de relación entre administración política y ciudadanía. Vimos a un grupo que se llama Mysociety, que trabaja en este ámbito, y conocimos qué nuevos modelos de organización de administración política y ciudadanía había. Cuando volvimos en verano planteé hacer este proyecto en Copons, ya que en aquellos momentos yo era el concejal de Promoción Económica y Nuevas Tecnologías y me pareció que podía ser interesante.
Una de las bases del proyecto es transparentar la acción del gobierno y fomentar la participación ciudadana. ¿Con las herramientas 2.0 se puede conseguir una administración más próxima y participativa?
Lo que se quiere es que las decisiones no sólo sean tomadas desde la Administración, sino que los ciudadanos puedan participar en la toma de decisiones; y todo eso con el uso de las redes sociales.
¿Con qué dificultades pueden encontrarse los ayuntamientos a la hora de implantar este tipo de proyecto?
Hay dos dificultades. La primera es que la gente participe. La brecha digital es una realidad y, por lo tanto, a la gente le cuesta conectarse a este tipo de proyectos. Sin embargo, también hemos observado que a raíz del proyecto más gente se ha instalado conexiones de ADSL. Ha sido la tecnología que ha hecho que la gente se interesara por esta.
Y, en segundo lugar, hay una problemática importante que es que administraciones, como la Diputación de Barcelona, crean en este tipo de proyectos más abiertos y que utilizan las redes sociales. Y debe tenerse en cuenta que no tienen que crearse herramientas propias, sino que la ciudadanía ya utiliza estas herramientas y que son las buenas para actuar.
¿Qué papel desempeñan las redes sociales en la política 2.0?
El uso del Facebook o de cualquier otra red es el nexo de unión para que todos los ciudadanos puedan relacionarse a través de la red social. Se crea un foro de debate sobre distintos temas y la gente se organiza por target de problemas. Por ejemplo, están los ciudadanos interesados en el medio ambiente, en educación, en urbanismo, etc. Cada uno tiene su target de problemas y opina en relación con los temas que le interesan.
¿Con unos índices de participación electoral muy bajos, esta nueva forma de hacer política puede dar un giro a esta tendencia a la baja?
Lo que se intenta es precisamente eso, que la gente, antes que nada, conozca las limitaciones administrativas de la Administración local, que son muy grandes. La ciudadanía se cree que puede darse una cobertura ilimitada dentro de esta sociedad del bienestar. Utilizar las redes sociales es una buena forma para que la gente identifique cuáles son los límites de la Administración y vea que su opinión puede modular la acción de gobierno de una administración.
En el congreso IDP se anunció que el 70% de los usuarios españoles de redes sociales son menores de treinta y cinco años. Y se da el caso de que los jóvenes son un colectivo poco interesado en la política. ¿Un proyecto como Copons 2.0 puede ayudar a generar más interés por la política?
El proyecto de Copons lo hemos madurado con un grupo llamado Nuestracausa, en el que se habla de temas como, por ejemplo, la manera cómo la Administración y la política se tienen que ir abriendo. Creo que irán surgiendo proyectos, y estos proyectos lo que tienen que hacer es que la gente vea que puede influir sobre sus representantes, y, por lo tanto, la gente tendrá más interés en la política.
En Copons 2.0 nos encontramos con que cada vez participan más jóvenes. La franja de edad al principio iba de los treinta a los cuarenta. De hecho, el Facebook es una red social que no está enfocada ni para los más jóvenes ni para los mayores. Ahora nos encontramos con que los más jóvenes empiezan a entrar y aportan algunas opiniones. Estoy convencido de que es una buena forma para que la gente se acerque a la política y participe.
¿El futuro de la política pasa por un modelo digitalizado?
No únicamente. Claro está que la fuerza de las herramientas digitales es muy grande. Permite que la gente se pueda organizar de forma espontánea por una determinada problemática y después librarse. La organización es mucho más fácil en la red, sin la necesidad de que sea presencial. Entiendo que el uso de la tecnología será importante, sobre todo a medida que sea accesible a todo el mundo, pero no será la única vía. Desde Copons siempre intentamos dar apoyo a las jornadas de debate con debates presenciales o reuniones porque la gente también necesita un marco analógico de discusión.
A la hora de tener en cuenta factores tan importantes como la Ley de protección de datos, ¿qué inconvenientes podéis encontraros cuando utilizáis herramientas 2.0?
Creo que hemos actuado al límite de la ley. Cuando estuve en el congreso IDP pensé que seguramente gran parte de las cosas que habíamos hecho rozaban la ilegalidad. Intentamos que todos los contenidos que publicamos sean con la licencia Creative Commons, que todo sea con uso de perfil digital y no exponemos demasiado datos públicos concretos. Pero sí que intentamos que sea lo más transparente posible, y eso es un choque entre el marco de la transparencia y el marco de la protección de datos.
De hecho, nosotros nos hemos informado en la Agencia Catalana de Protección de Datos, que da una serie de parámetros, pero hay un desarrollo tecnológico tan rápido que la Agencia tiene una cierta limitación a la hora de llegar. Si quieres ser pionero en el desarrollo del proyecto, tienes que ir al límite en el tema de protección de datos.
¿Es extrapolable el modelo Copons 2.0, enmarcado dentro de un municipio de trescientos habitantes, a administraciones de grandes ayuntamientos como el de Barcelona, donde hay más de 1,5 millones de habitantes?
Sí, pero lo que pasa es que los recursos también son muy distintos. El otro día me preguntaron: ¿En un pleno de Barcelona sería difícil que los ciudadanos realizaran preguntas al final del pleno como hacéis a Copons? Yo creo que no. En el fondo, podría haber un espacio de moderación. Evidentemente que nosotros respondemos directamente a la persona y eso en un ayuntamiento como el de Barcelona no sería posible. Tendría que haber un espacio de recogida de información, alguien que la moderara y generara una pregunta única y que el máximo de ciudadanos tuvieran respuesta de aquello concreto.
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