13/7/11

«Hay habilidades y competencias importantes para la empleabilidad que se escapan de las estructuras formales de aprendizaje»

Cristóbal Cobo

Cristóbal Cobo

Hoy los jóvenes aprenden en 360°, 3D y 7/24. O es lo que deberían hacer.
En la sociedad del conocimiento, las dimensiones en que nos movemos son enormes. Para ello, hay que adquirir conocimientos en diferentes contextos y combinar el aprendizaje formal, informal y el no formal. Los niños y los jóvenes están en aprendizaje permanente (7/24), lo adquieren en diferentes contextos (360°) y transciende las estructuras de la educación formal (en 3D). Eso es el aprendizaje invisible: uno que se da entre pares, sin usos preconcebidos de la tecnología y colaborativo.
Aprendizaje cara a cara, a distancia, a través de internet... Y usted ahora habla de un nuevo modelo, el aprendizaje invisible.
El aprendizaje invisible es una invitación, una propuesta en código abierto. Creo que es importante que nos preguntemos: ¿qué pasa con la educación y el aprendizaje cuando nos movemos del siglo xx, estable, al conocimiento líquido y la indefinición del xxi? Siempre ha existido conocimiento fuera del aula, pero hoy es más importante. Tenemos que reflexionar sobre qué hacemos para dar más visibilidad a estos contextos de aprendizaje no formales tan efectivos, cómo buscamos los instrumentos de evaluación y de certificación de estos... La propuesta del aprendizaje invisible recoge teorías de muchos autores, un mosaico de aproximaciones para el contexto actual.
A lo largo de la historia, la escuela y la universidad, entre otros papeles, han desempeñado el de formadoras de los niños y los jóvenes como futuros profesionales y ciudadanos. ¿Los preparan hoy para enfrentarse al siglo xxi?
Hay una esquizofrenia interesante. No sería justo decir que no hacen nada, porque si hay algún sector de la sociedad que se hace cargo son las instituciones de investigación o las de educación formal. Pero el problema es que los ritmos de transformación son demasiado acelerados para instituciones que hasta hoy no se han caracterizado por ser versátiles en sus procesos de cambio. Por tanto, creo que existe cierto divorcio entre los profesionales que forman y el mercado para el que forman.
¿Cómo deberían ser las instituciones educativas, hoy?
Hay que pensar las instituciones educativas como laboratorios y no como hoteles, como ha dicho Hugo Pardo. Muchos programas aún priorizan la memorización frente a la flexibilidad y siguen haciendo hincapié en la acumulación de contenidos. Pero además, el currículo no da respuesta a todas las necesidades. Es necesario inventar la hibridación de asignaturas, de competencias... Y dar un paso más: hay habilidades y competencias que son importantes en este siglo y que se escapan de las estructuras formales de aprendizaje como la empatía o el liderazgo. Son estratégicas a la hora de la empleabilidad.
¿Hay que apostar por visibilizar el aprendizaje de esas competencias?
Sí y es necesario crear nuevos mecanismos que nos permitan evaluarlas. No es fácil ¿Cómo medir la capacidad de ser creativo o innovador? Necesitamos implementar en el campo institucional y nacional nuevos instrumentos para reconocer los conocimientos y las destrezas adquiridos desde los contextos informales. Siguiendo una clasificación de Marcia Conner, hay aprendizajes formales ¾clases, por ejemplo¾, no esperados ¾como los social media o navegar por internet¾, los intencionales ¾como el coaching¾ o los informales ¾como jugar¾. ¿Cómo damos luz a estos aprendizajes invisibles, tan importantes? En la Universidad de Bristol, elaboraron una comparativa entre el aprendizaje adquirido en la escuela y el adquirido en el hogar. Por ejemplo, en el primer espacio el profesor elige la actividad, y en el segundo, el estudiante escoge. En el aula, no hay tiempo suficiente para la exploración, o el aprendizaje es el propósito. En el hogar, hay tiempo para la exploración, y el aprendizaje es incidental.
De todo esto, las instituciones educativas tendrían que extraer consecuencias. ¿Deberían cambiar su papel? ¿A qué se enfrentan?
Creo que podríamos trazar un símil con la situación de los medios de comunicación. Han perdido el monopolio de la verdad porque ahora la audiencia puede acceder directamente a esta y construir su versión. Lo mismo pasa con las instituciones educativas: ya no son la única fuente de conocimiento. El alumno tiene fuentes paralelas de información. Si el chico o la chica disponen de una infraestructura básica, pueden buscar por sí mismos la información.
¿La infraestructura básica son una estructura tecnológica mínima y un acceso garantizado?
No solamente. El componente tecnológico se ha adoptado con mucha fuerza. En diferentes cumbres internacionales, en los últimos años, se ha tomado la decisión de acelerar el cambio social acelerando el acceso a la información. Se decía: facilitemos el acceso a la tecnología para acelerar la igualdad de oportunidades. El problema es que hemos descubierto que existe otra brecha más allá de la tecnológica. Según reconoce la propia OCDE «una segunda brecha digital separa a quienes tienen habilidades para beneficiarse del uso del PC de quienes no las tienen. Estas competencias están estrechamente vinculadas al capital económico, cultural y social de los estudiantes». Por tanto, no es únicamente una cuestión de acceso. Cualquier ayuda, como en el tema de infraestructuras, es bienvenido. Pero por sí solas, las TIC no generan magia. También pasa otra cosa interesante con el uso del ordenador y la generación de un valor añadido: el uso en casa genera mayor diferencia en el rendimiento en las pruebas PISA que la frecuencia de uso del ordenador en la escuela.
¿Cuál debería ser el rol del profesor en este proceso de aprendizaje?
Para mí, el de traductor. Poner en otras palabras determinada información, traspasarla de un contexto a otro. No es el que transmite conocimiento. No es el profe bocina. Es un intermediario. Vamos a analizar fuentes, a ponerlas en contexto... Es importante que los alumnos tengan habilidades informáticas, pero también que sepan elegir fuentes y filtrar la información. Eso rompe con la ventaja de los nativos digitales, con la idea de los niños que salen con un cerebro más inteligente. Tienen destreza en la interacción con los dispositivos, pero eso es como conducir un Lamborgini con ruedas de madera. Su mundo acaba donde termina Google...
Entonces, ¿cómo formar a esos niños?
Según lo que hemos dicho, hay que tener en cuenta la destreza digital, pero también la habilidad en el uso de la información y su comprensión. Lo que se conoce como e-conciencia, aunque el término e-... esté ya muy utilizado. ¿Qué implica la sociedad en que va a vivir? Trabajar en diferentes idiomas, jefes virtuales, enfrentarse a un proceso de regulación del conocimiento menos lineal... Hay que formarlos también desde la perspectiva política ¾situar en contexto todo lo que sucede¾. Ahí el profesor juega su rol.
Y como profesionales, ¿cuál es el reto ante una sociedad en rápido y constante cambio?
Apostar por el aprendizaje permanente. Recuperar la idea de que de la universidad se sale ignorante pero con capacidad de autoadministrarte. Tienes que seguir aprendiendo: nada ni nadie te puede garantizar que el conocimiento que has adquirido no se quedará obsoleto. No puedes estar toda la vida en la universidad, pero sí seguir aprendiendo. Hoy tenemos la necesidad de diversificar las instancias de formación y aplicación del conocimiento en contextos diferentes a la escuela y la universidad.

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