8/3/11 · Institucional

«Entiendo que muchas mujeres se hayan cansado de luchar, de ser supermujeres»

Montserrat Gatell

Montserrat Gatell

¿Qué objetivos se ha marcado como presidenta del Institut Català de les Dones?

El principal es dar más proyección al ICD como institución pública. Dentro de este objetivo global se incluyen tres prioridades. Una es luchar contra la violencia machista, con las herramientas que ya hace años que funcionan y, si es preciso, revisarlas. Otra consiste en recuperar el talento femenino que se pierde en el mundo del trabajo, impulsando cambios en la cultura de empresa y en el campo social. La tercera es incidir en la educación, tanto reglada como general, porque es en la educación donde se gesta la violencia machista y la discriminación de las mujeres.

Sigue habiendo muchas mujeres asesinadas; parece que no avanzamos. ¿En qué nos equivocamos?

Yo creo que sí se adelanta. Pero hay muchos tabúes todavía: la mujer que es víctima de la violencia machista dentro del hogar, lo esconde. Si lo hace público, es doblemente victimizada. Ahora bien, los recursos no serán eficientes al 100% hasta que no haya ninguna mujer asesinada o con lesiones.

¿Cómo puede lucharse contra el abandono profesional de muchas mujeres?

Por una parte, existe una serie de proyectos puestos en marcha desde la última legislatura por la Consejería de Empresa y Ocupación (antes, de Trabajo); por la otra, debemos buscar complicidades con agentes sociales, como las cámaras de comercio, las asociaciones de empresarias, de altas directivas..., que ya trabajan en ello. El objetivo es derrumbar los obstáculos con que se encuentran las mujeres en el mundo del trabajo y facilitarles el camino. Y, claro está, hace falta un cambio de mentalidad de toda la sociedad.

Se habla mucho de conciliación, pero los hombres también tendrían que conciliar...

Exacto; porque, si es un reto exclusivamente femenino, es una falsa conciliación, y entonces tendremos una falsa igualdad. Actualmente los hombres tienen dos tiempos, el del ocio y el del trabajo, mientras que las mujeres tenemos todos los otros tiempos: el del cuidado, el de la familia, etc. Debemos conseguir poner en la agenda pública que estas responsabilidades son tanto de mujeres como de hombres y, desde ahí, ir hacia la conciliación.

¿Qué pueden hacer las empresas?

A veces sería suficiente con que cumplieran la ley. Muchas empresas hacen la trampa de cambiar el nombre de los cargos para pagar un sueldo inferior a una mujer que realiza el mismo trabajo que un compañero suyo. Hace falta que las mujeres denuncien estas situaciones y, al mismo tiempo, tenemos que poner herramientas para que no sean objeto de represalias en la empresa.

Los cargos de dirección los ocupan mayoritariamente hombres.

Sí, y es obvio que no se trata de un problema de capacidad sino de confianza. A menudo no se tiene en cuenta el talento femenino de la empresa y otras veces la mujer renuncia a estos cargos porque tiene que cuidar de los hijos, de gente mayor...

Tener las mismas oportunidades significa que los hombres asuman una responsabilidad que ahora no asumen. Entiendo que muchas mujeres se hayan cansado de luchar... de ser supermujeres.

¿Cómo podemos cambiar el sentimiento de culpabilidad histórico que arrastramos?

El cambio de mentalidad también debemos hacerlo nosotras. Tenemos una carga moral importante porque somos responsables de demasiadas cosas. Ayudaría a ello que los hombres asumieran responsabilidades en el ámbito privado y familiar, pero también debemos dejar que lo hagan, lo que a veces no pasa. Es responsabilidad de todos y todas.

¿Como ves a las jóvenes de hoy? Da la impresión de que han perdido el espíritu de lucha feminista.

Es posible que tengan la sensación de que ya está todo hecho. Lo que vemos hoy en los institutos de secundaria debería ser un toque de alerta importante. Las chicas reproducen el rol de sometimiento, han perdido la actitud combativa y reivindicativa... Y es que las series de televisión y los medios de comunicación reproducen estos roles. Y quizás también sus familias

¿Qué papel tiene la tecnología en su vida?

Estoy tan conectada... ¡Ya no quiero conectarme a nada más!

Hace bastantes años que mantiene un blog.

No lo actualizo desde hace un mes porque tengo una nueva responsabilidad política, y el blog estaba principalmente enfocado a la vida municipal y a cuestiones personales. Pero pronto volverá a estar en marcha. Para mí ha sido una herramienta muy útil en la política municipal, y también lo ha sido para la ciudadanía. Además de ser una gran herramienta en el campo político, me ha permitido desahogarme: tengo una necesidad endémica de escribir.

También tiene una cuenta en Facebook.

Sí, soy muy activa en él, tengo casi novecientos contactos. Lo utilizo como herramienta de comunicación personal y también política. Lo que yo hago es un poco peligroso, me parece... Mucha gente se dirige a mí a través de Facebook para hacerme peticiones, comentarios, críticas... Cuando me conecto puedo llegar a pasar mucho rato en Facebook.

¿La agobia recibir tantos mensajes?

No, lo considero positivo. Lo que no hay que hacer es empezar un debate a través de Facebook, porque se hace muy difícil controlarlo. Tampoco considero correcto realizar gestión pública con esta red, aunque hay gente que se dedica a la política que lo hace. El Facebook puede ser una herramienta, pero no tiene que ser una plataforma del gobierno, ni de la oposición.

¿Y el Twitter, lo utiliza?

Acabamos de abrir la cuenta de Twitter del Institut Català de les Dones, pero no tengo uno personal porque tengo miedo de no poder llegar a todo. Es una herramienta muy buena, pero creo que con Facebook quedan cubiertas sus funciones.

¿Qué modelo de teléfono móvil tiene?

Tengo una Blackberry, con la que consulto el correo del ICD y el del Ayuntamiento de Castellar del Vallès, donde seré concejala hasta el 22 de mayo, cuando se celebren elecciones municipales. Y acabo de descubrir el Whatsapp, ¡que es fantástico!

¿Le interesa mucho la tecnología, pues?

Me interesa todo lo que puedo utilizar, pero no tengo ningún interés más allá de como usuaria. La tecnología hace la vida más fácil a las mujeres porque permite tener las herramientas de trabajo allí donde estés. Somos un montón las mujeres que respondemos llamadas de trabajo o mensajes mientras estamos en el CAP, en el supermercado... Estar horas y horas en el despacho es algo muy masculino, pero las mujeres, además de trabajar, tenemos que hacer todo el resto.

Estudia Filología Catalana en la UOC. ¿Cómo es la experiencia?

Estoy encantada, y lo recomiendo a todo el mundo. Lo mejor de todo es que puedo estudiar una carrera, a pesar de los horarios y el ritmo de vida que tengo. Creo que eso responde al modelo de la UOC. Acabé la primera carrera, Filología Semítica, en 1994. No tenía ni ordenador. De aquello a poder hacer la carrera como la hago con la UOC hay un avance importantísimo.

¿Cuándo estudia?

De las 6 a las 8 de la mañana. Después tengo media hora para hacer de madre... También me dedico por la noche, cuando todo el mundo duerme, y todos los fines de semana. Todo lo que debo hacer de la UOC lo tengo apuntado en la agenda de trabajo.

¿De su pasión por escribir, saldrá algún libro?

¡Sí, desde luego! Tengo claro que me gustaría escribir sobre mi generación (acabo de cumplir cuarenta años). Hemos accedido a la enseñanza sin ningún problema, pero hemos tenido impedimentos para desarrollarnos profesionalmente. En esta generación hay mujeres que han visto muy claro cuál era el camino hacia el progreso personal; en cambio, hay otras, amigas personales, por ejemplo, que han seguido los estereotipos de las mujeres tradicionales... no tienen ninguna aspiración.

Pero no me corre ninguna de prisa. Siempre he pensado que hay un tiempo para escribir, pero que primero se tiene que vivir. Montserrat Roig decía que una mujer no debía escribir hasta los cuarenta años. A partir de entonces sí, porque ya nadie te mira y puedes empezar a mirar tú.

Recomiéndenos alguna lectura. ¿Qué lee, ahora?

La mujer rota, de Simone de Beauvoir. Antes he leído, y me ha gustado muchísimo, Sunset Park, de Paul Auster. También me ha encantado El arte de vivir, de Sapienza Goliarda. Mi autora preferida es Mercè Rodoreda: todos los años leo, como un ritual, La plaça del Diamant. Me interesa casi todo, excepto las buenas historias que están mal escritas.

¿Utiliza un lector electrónico?

Me resisto a ello. Es algo romántico, me gusta el olor de los libros... no quiero ni probarlo, de momento.

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