Salvador Alemany
¿Qué es más importante, un buen liderazgo o un buen proyecto?
Cualquier proyecto, cualquier intento de progresar en cualquier cosa, necesita primero liderazgo. Un proyecto tiene un componente de sueño, de alguien que lo haya soñado y que sea capaz de compartirlo con el grupo, que sea capaz de hacerlo creer a los demás y que sea capaz de generar las condiciones para que trascienda. El proyecto tiene que trascender incluso al mismo líder.
En este caso tiene que ser un proyecto sólido.
Por lo tanto, el liderazgo empresarial necesita proyecto. Sin un proyecto en el que creer, no hay forma de hacer marchar un colectivo. Una empresa necesita en cada momento refrescar su proyecto. Desde esta perspectiva, el cambio que, por ejemplo, nos exige la crisis económica que vivimos es el de no ponernos en una actitud de resistir, sino de seguir avanzando, y una actitud de volver a empezar, si hace falta. Si el proyecto tiene elementos que deben hacerlo empezar de nuevo, en ningún caso la actitud puede ser la de resistir, porque esto es morir un poco todos los días. Tenemos que huir de esa dinámica.
El tercer aspecto al que usted se ha referido en su intervención en la jornada, aparte del líder y el proyecto, ha sido contar con un sistema de valores sólido.
Sí, tenemos que sustituir los valores blandos por valores más sólidos, valores que estén fundamentados en la confianza colectiva. Se deben gestionar las expectativas de uno mismo y las expectativas del colectivo, y estos valores tienen que estar fundamentados básicamente en evitar actitudes alejadas de la equidad, de la ética. Debemos evitar las actitudes especulativas en todos los ámbitos de la sociedad y tratar de fomentar la cultura del esfuerzo.
Cuando usted habla de nuevos proyectos, asegura que primero alguien tiene que haberlos soñado. ¿Tiene que ser un poco soñador el emprendedor?
Sí, el emprendedor tiene que soñar el proyecto. No puede ser que un proyecto que no tenga vida se mantenga indefinidamente con el oportunismo de ir marchando. Seria muy complicado, sin una visión, un sueño a medio y largo plazo, que los proyectos tomaran una dimensión crítica y que permitieran una especialización, una internacionalización -que es una cuestión fundamental- y una cierta dimensión. Todo eso tiene que venir de una persona o de un colectivo de personas que sueñen y que compartan el sueño. Si no, no hay proyecto.
Actualmente la realidad cambia a un ritmo vertiginoso. ¿Tenemos que saber adaptarnos y reinventarnos con el objetivo de seguir avanzando?
Creo realmente que los valores se cultivan a partir de la creencia, a partir de la fe en uno mismo y en el colectivo con el que uno se rodea; por lo tanto, los valores no pueden ser cambiantes sin explicación. Debemos crear valores más sólidos e incluso tenemos que aprovechar esta etapa de confort de la que hemos venido para intentar salvar los elementos positivos que nos han hecho a unos y a otros más solidarios. Quienes han tenido claros los valores de servir en lugar de los de servirse han generado colectivos con los que interactúan desde la perspectiva de la confianza y la solidaridad. Esto tenemos que mantenerlo: valores más sólidos no significa valores más impersonales, valores deshumanizados o valores de carencia de solidaridad para con las personas, sino valores del esfuerzo, de la ética y de la equidad.
¿Debe el líder tener una responsabilidad ética y escuchar a la sociedad?
Una conducta basada en los valores no es una cuestión unidireccional. La aplicación de los valores es el resultado de una interacción posibilista con el entorno en un sentido muy amplio.
¿Cómo considera la IV Jornada del Instituto Internacional de Posgrado de la UOC, en la que se han analizado las claves del futuro con el objetivo de seguir avanzando?
Es un foro que hay que realizar porque es importante situar a la gente en el ámbito de la reflexión. La gente no puede esperar a leer un día un titular y decir: «¡Ah! ¡Era esa, la solución!». Es evidente que necesitamos un discurso global, es evidente que necesitamos soluciones globales, y estas soluciones globales tendremos que construirlas, precisamente, con la reflexión colectiva. Este foro pienso que favorece actuaciones en esta dirección.
¿Cómo ve el papel de la universidad en la salida de la crisis, en este caso el papel de la UOC de adaptarse a los nuevos perfiles que pide la sociedad y formar los nuevos profesionales?
La UOC, diríamos -e incluso lo lleva inscrito en su marca-, es una universidad abierta. Precisamente pienso que este concepto de universidad abierta es una oportunidad para hacer de la UOC un espacio receptivo a las aportaciones de los individuos y de los colectivos en la definición de la hoja de ruta global. La UOC es realmente una oportunidad para el país.
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