Eric Debarbieux
¿Cómo definiría violencia escolar?
La violencia escolar no es una violencia espectacular sino un conjunto de pequeñas agresiones que se repiten. No nos afecta a todos sino a uno de cada diez alumnos durante su etapa escolar. Sin embargo, en nuestra cabeza la asociamos a las masacres como las de Estados Unidos, en que un joven entra disparando contra sus compañeros y profesores. Esas situaciones son muy escasas. Además, desde 1994, se ha detectado que ese tipo brutal de violencia ha descendido.
¿La violencia escolar es una cuestión social, escolar, familiar o personal? ¿Qué consecuencias tiene?
Principalmente, tiene tres tipos de consecuencias. Por un lado, consecuencias escolares. Influye directamente en el absentismo escolar. Uno de cada cuatro de los alumnos que practican el absentismo crónico lo hacen por miedo. Afecta sobre todo a los buenos alumnos. De hecho, la sufren justamente porque son buenos. En 1994, en una encuesta a víctimas de violencia escolar, el 29% reconocía que se reían de ellos porque eran buenos.
¿Solo afecta en el ámbito académico?
No, la violencia tiene un segundo tipo de consecuencias, las emocionales. He hablado con personas de cincuenta años, que en su día fueron víctimas en la escuela, y todavía sufren sus consecuencias. Las personas que han estado expuestas siendo niños o jóvenes tienen más riesgo de sufrir depresión, problemas psicosociológicos o, incluso, cuatro veces más tendencias suicidas que las que no. ¡Y eso por años! El tercer tipo de consecuencias de la violencia escolar están relacionadas con la seguridad pública. El 75% de los que disparan son víctimas: se arman para protegerse y, más tarde, para vengarse. No hay que confundir violencia escolar con delincuencia, en un primer momento. Sin embargo, muchos de los acosadores escolares acaban siendo delincuentes. Se ha comprobado que, cuarenta años después, ellos son los que más paro sufren o desempeñan trabajos peor considerados y pagados. A largo plazo, la ley del más fuerte es una ley de perdedores. Pierden tanto las víctimas como los agresores. Todos sufren por mucho tiempo las consecuencias.
En los últimos años, ¿ha aumentado este tipo de violencia?
He realizado estudios en países como Brasil, Chile, España o, sobre todo, Francia. A nivel global, no creo que haya aumentado. Hay pocos países que tengan datos fiables comparativos de los últimos años para poder constatar esos cambios. Estados Unidos es quizás el que los tiene y en ellos se demuestra que la gran violencia no ha aumentado. Las fricciones o pequeñas agresiones, algo más. Lo que sí ha sucedido es que ha cambiado su naturaleza, al menos en mi país. Cada vez hay más agresiones verbales y espacios como internet han abierto más posibilidades. Pero además, actualmente la violencia escolar es una violencia colectiva. Antes, la víctima se enfrentaba a un agresor. Ahora, siete u ocho alumnos actúan en grupo contra otro.
En los últimos años, ¿ha aumentado este tipo de violencia?
He realizado estudios en países como Brasil, Chile, España o, sobre todo, Francia. A nivel global, no creo que haya aumentado. Hay pocos países que tengan datos fiables comparativos de los últimos años para poder constatar esos cambios. Estados Unidos es quizás el que los tiene y en ellos se demuestra que la gran violencia no ha aumentado. Las fricciones o pequeñas agresiones, algo más. Lo que sí ha sucedido es que ha cambiado su naturaleza, al menos en mi país. Cada vez hay más agresiones verbales y espacios como internet han abierto más posibilidades. Pero además, actualmente la violencia escolar es una violencia colectiva. Antes, la víctima se enfrentaba a un agresor. Ahora, siete u ocho alumnos actúan en grupo contra otro.
¿Son los únicos cambios que ha detectado?
Creo que es interesante destacar también como, sobre todo en los barrios conflictivos, también han aumentado las agresiones contra los profesores y las instituciones educativas. Son barrios sensibles, en los que se ataca a la policía o se destruyen infraestructuras. Es paradójico pero los profesores y las escuelas son también el enemigo. He participado en la realización de una encuesta a 14.000 profesores de primaria en Francia -pendiente de ser publicada- y a 3.000 profesores de secundaria -ya publicada- y puedo decir que los docentes no son víctimas de golpes o violencia física grave. Tan solo un 2 o 3% la viven, y es en institutos y zonas muy concretas. Pero es cierto que el 10% más o menos, sobre todo en esos barrios que hemos comentado, están sometidos a violencia verbal. Están sometidos a un clima escolar difícil diariamente. La relación entre violencia, clima y victimización es muy importante. Sin trabajar sobre el clima, no lograremos cambios en las situaciones de violencia.
Si los expertos y los estudios no detectan ese aumento y sin embargo la sociedad tiene la sensación de que eso es así... ¿tienen algo que ver los medios de comunicación? ¿Contribuyen a la dramatización de esta situación?
Los medios necesitan atraer la atención del público. Por eso, se fijan en lo peor, en lo más duro. Y así lo que hacen es dar una imagen falsa de la realidad. Por ejemplo, desde 1960 hasta hoy, en todo el mundo, el número de masacres -aquellos hechos en que hay más de tres muertos- ha sido de cuarenta. Eso sí, han sido difundidas por la televisión y también por internet. ¿Sabía qué imágenes son las que más visualizamos por la red? Primero, las de terrorismo; en segundo lugar, las de tsunamis, y en tercero, las de masacres escolares. Las de violencia de alumnos contra alumnos.
Contra la violencia escolar, ¿castigo?
Si el castigo fuera eficaz, quizás estaría a favor. ¡Pero no lo es! No estoy a favor. Promover determinadas actitudes, trabajar para cambiar el comportamiento, ayuda mucho más a mejorar la situación que el castigo. Aplicar la justicia restaurativa tiene efectos positivos. Voy a explicarlo con un ejemplo. Un chaval conflictivo fue llevado ante el juez. Y este le dejó elegir «su castigo»: ir a prisión o trabajo social. El chico eligió el trabajo social: estuvo acompañando a la policía durante un tiempo en algunas tareas como por ejemplo, el recuento de vagabundos bajo los puentes del Sena. Eso le impresionó: se dio cuenta de que, con el tiempo y si no cambiaba, podía ser uno de ellos. Vivir en sus condiciones. Ese chaval reaccionó y ha rehecho su vida académica. Funciona. Tendemos a ser reactivos donde deberíamos ser proactivos.
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