1/8/12

«La ley de propiedad intelectual tiene que tener sentido para los usuarios individuales»

Greg Lastowka

Greg Lastowka

En su intervención en el Congreso recordó que internet ya lleva con nosotros más de treinta años. En cambio, el debate en torno a los derechos de autor en la red sigue abierto. ¿No sería hora ya de empezar a cerrarlo?
Treinta años atrás hubo los primeros debates y si leemos lo que se decía veremos que mucha gente ya se daba cuenta de que íbamos hacia una colisión. Porque internet fue construido como una gran máquina de hacer copias, para compartir información. Además, se trata de una red de distribución sin un centro desde donde parte todo y, por lo tanto, no puedes cargártelo. En los años ochenta se dieron algunos casos interesantes sobre este tema, pero no fue hasta mediados de los noventa, cuando el world wide web se convirtió en un fenómeno popular: fue entonces cuando vimos por primera vez una conciencia real por el tema de los derechos de autor e internet. Y también fue entonces cuando por primera vez Hollywood y el conjunto de la industria prestaron atención.
Las leyes, sin embargo, siempre van por detrás de la realidad.
La ley es básicamente conservadora. Nunca mira hacia el futuro para ver hacia dónde vamos, sino que siempre mira atrás. Tanto en los Estados Unidos como en Europa la industria y los abogados especialistas en propiedad intelectual vieron que la tecnología suponía una amenaza y mediante las leyes intentaron preservar el sistema de derechos de autor existente. El problema era que internet era demasiado fuerte.
Intentaban defender el castillo de unos ataques exteriores cada vez más fuertes.
¡Exacto! Y no ha sido hasta los últimos cinco años que tanto unos como otros se han concienciado de que no podemos luchar contra toda esta tecnología. No podíamos dar a la industria todas las leyes que quieren sino que se tiene que entender este nuevo equilibrio.
Un nuevo paradigma.
Sí, y ahora se han dado cuenta. Pero hemos perdido muchos años intentando preservar el statu quo de los años ochenta y noventa. Y mientras lo hacíamos no nos fijamos en la cuestión principal: ¿cuál es el sentido de los derechos de autor? ¿Qué sentido tiene la ley para la gente de la calle? La erosión del modelo tradicional ha hecho que la industria pensara en cómo podía la ley mantener el sistema imperante, cómo podíamos castigar a los que iban contra el sistema. Y después de estos esfuerzos destinados a retardar el progreso tecnológico, recientemente se ha comprendido que sea cual sea el modelo que se adapte, tiene que tener sentido para los usuarios individuales. Porque la ley de propiedad intelectual no ha sido nunca una ley para el gran público, sino que iba destinada a creadores profesionales, a la industria, a los distribuidores.
¿Y el debate ha sido el mismo aquí y en los Estados Unidos?
En los Estados Unidos la industria audiovisual, del entretenimiento, es la primera exportadora del país, pero la protección de la industria de la cultura se da mucho más en Europa. En los Estados Unidos el sistema es mucho más utilitarista. Nosotros pensamos más en cómo funciona la economía, el mercado. Y en Europa se piensa más en los derechos de los artistas.
Esto es muy europeo.
Europa y los Estados Unidos en algunos aspectos realmente son muy diferentes, pero no diría que en propiedad intelectual y nuevas tecnologías uno es mejor que el otro. Lo importante es que en ambos casos hay un deseo de disponer del próximo Facebook o Google en su territorio, de crear innovación en línea. Tanto unos como otros competiremos para crear progreso económico e innovación en este sector, pero partiendo de posturas muy diferentes. La globalización continuará y el problema es que muchas de estas plataformas empezaron a operar basándose en la ley de los Estados Unidos y ahora se encuentran con que se han convertido en actores internacionales y tienen que operar con diferentes legislaciones. Esto implica una armonización legislativa.
En su conferencia criticó que las grandes plataformas saquen beneficio de las creaciones individuales de los usuarios.
Este es un tema interesante. Tú puedes utilizar una ciudad como Barcelona como plataforma, pero Barcelona no es una empresa privada que puede ser vendida a otro. Google y Facebook sí que lo son y sus normas también. Y uno no puede tener acceso a los datos de estas empresas que están reuniendo el valor de las creaciones de sus usuarios. Si yo pinto algo en Barcelona, esa creación es mía. Pero si lo hago en Facebook, es de ellos.
També habló del desconocimiento de la gente. ¿Los usuarios no saben cómo funciona este sistema?
Parte del problema es que la gente no se lee las condiciones contractuales. Da el ok y ya está. Cuando vas a Flickr te encuentras con unas treinta páginas que están pensadas por abogados. La gente acepta esas condiciones sin saber el precio por el que la empresa puede vender sus fotos, sin saber el compromiso que ha adquirido con la empresa. Y aunque este compromiso sea justo, si la gente no lo lee esto supone un problema para la ley. Yo no sé qué dice la ley de Barcelona sobre limpieza, pero sé que me pueden multar por saltármela. Las administraciones públicas llegan a las leyes por un proceso democrático mientras que estas grandes plataformas han creado un sistema de normas privado.
En España las nuevas generaciones, los «nativos digitales», se han acostumbrado a la gratuidad de internet gracias a las descargas ilegales. Ni se plantean los derechos de autor. ¿En los Estados Unidos también es así?
Mis alumnos de la universidad no tienen la percepción de que todo sea gratuito, pero cuando hablo con mis hijos y mis amigos es diferente. Porque ellos entran a una página de internet, hacen un clic y se descargan material de forma gratuita sin saber que están infringiendo la ley de propiedad intelectual. Sencillamente lo hacen porque piensan que si hay un sitio en internet que te deja hacerlo es porque debe de ser legal. Y siempre se sorprenden cuando les explico que no es así.
No tienen, pues, la percepción de hacer algo mal.
Exacto. Hace un par de años estaba en el despacho de la universidad y un profesor de derecho vino y me dijo: «Mi hijo se pasa el día descargándose grandes cantidades de música gratis de una página de internet que parece un web normal. ¿Está haciendo algo incorrecto?». ¡Y me lo decía un profesor de derecho! Creo, pues, que no hemos hecho un gran trabajo educando en este sentido. El problema es que la ley de la propiedad intelectual es muy compleja. Tendríamos que simplificarla para poder explicarla en las escuelas. Pero, ¿cómo podemos pedir a la gente que lo entienda cuando los abogados expertos en este tema todavía no nos hemos puesto de acuerdo?
¿Ha aprendido algo nuevo en este Congreso?
He aprendido que es necesario un mayor estudio comparado de las leyes de propiedad intelectual. Me doy cuenta de que cuando imparto clases en los Estados Unidos no estoy bastante informado de las leyes europeas y nacionales. También he observado que los problemas con los que nos encontramos en los Estados Unidos son exactamente los mismos que en Europa. Pero tenemos diferentes jurisdicciones y estamos intentando solucionarlo de formas diferentes. Lo que tenemos, pues, son diferentes laboratorios experimentando con el mismo problema.

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