27/2/15

«La familia es un ámbito violento»

Jorge Gracia

Jorge Gracia

Tras ver el número de casos presentados en su ponencia, constatamos que la violencia contra la gente mayor es algo que siempre ha existido; pero, ¿ahora se dan más casos que antes?
Es un fenómeno emergente, sin lugar a dudas. La cuestión es qué queremos decir con fenómeno emergente. ¿Emerge el interés sobre el fenómeno en sí o es que hay más casos? Creo que, como cualquier forma de violencia en el ámbito de la familia, ha existido desde siempre, pero lo que sí que es verdad es que ahora sale más a la luz. También hay más interés sobre el tema aunque permanezca, en relación con otras formas de violencia, todavía escondido.
¿Qué lleva a una persona a atacar a un anciano, el cual, en principio, es más débil?
Es difícil hacer una generalización. Por ejemplo, cuando hay una situación de cuidado, aunque en la mayoría de los casos no exista violencia, es cierto que el estrés que esa situación genera pueda dar pie a negligencias o agresiones. No se puede decir que exista una razón universal porque es un fenómeno muy complejo. Los factores que provocan esa violencia, en ocasiones, están relacionados con el agresor, con su entorno y también con cuestiones que tienen que ver con la propia sociedad. Desde luego no es la maldad. No es tan simple como eso.
Lo que sí podemos afirmar es que no existe una tipología clara de violencia contra la gente mayor, sino que se trata de una problemática poliédrica.
Sí, tiene muchísimas caras. Existen varias formas de violencia y la física solo es una parte pequeña, afortunadamente. Puede ser violencia psicológica, económica, sexual o que se dé mediante la negligencia que, en el caso de las personas mayores, es relativamente frecuente. Hay algunos estudios que analizan, por ejemplo, el ejercicio de la violencia contra las mascotas de las personas mayores como violencia contra ellas, la cual se enmarcaría dentro del maltrato psicológico.
Un caso así demuestra la complejidad del problema y cómo se extiende esa violencia a todos los niveles. Al ser tan sutil, aún es más difícil de detectar, ¿verdad?
Sí, lo es. Primero, porque hay situaciones en las que la víctima, aunque a nosotros nos parezca lo contrario, no está muy dispuesta a decir que es víctima de violencia. En el caso de los cuidadores, en algunas ocasiones, son los que ejercen violencia pero no todo el tiempo, sino que a veces cuidan y otras, maltratan. En ese momento, la víctima piensa «si digo que me maltrata, me voy a quedar sin cuidador». Por otro lado, en el ámbito familiar, denunciar, por ejemplo, a un hijo, es muy complicado.
Tampoco ayuda en la detección del fenómeno que la línea que separa violencia de lo que no lo es sea muy fina.
Me explicaba un geriatra lo complicado que es hablar con una presunta víctima sin que esté su cuidador delante y que, en muchos casos, la persona que sufre violencia incluso puede ser que no pueda comunicarse. Se trata de situaciones muy complejas en las que intervenir. Esto no quiere decir que los profesionales no estén atendiendo este tipo de casos. De hecho, estas situaciones están saliendo a la luz gracias a la profesionalidad de todos estos trabajadores, mucho más que por las instituciones. Estamos evolucionando, pero aún queda camino por recorrer.
¿Puede que los mecanismos de detección disponibles sean demasiado genéricos para dar respuesta a una realidad tan compleja?
Sí, pero por ejemplo, hay cuestionarios para averiguar si existen indicios de maltrato. Muchas veces puede resultar muy complejo incluso pasar esas preguntas porque, a veces, un médico tiene como paciente a la persona mayor y a su cuidador. Es un tema complejo pero, vuelvo a insistir, son los profesionales implicados los que trabajan para detectar este tipo de casos y lo están haciendo de manera heroica.
¿Podríamos decir que ahondar en el fenómeno es casi como abrir la caja de Pandora?
No hay que olvidar que un porcentaje importante de las víctimas ni siquiera llegan a reconocer una situación de maltrato, no van ni a pedir ayuda; en ocasiones porque no pueden ?por una situación física o mental? o porque las circunstancias a las que están sometidas se lo impiden.
No cabe duda de que la violencia es algo inherente al ser humano y la familia es un ámbito que tampoco escapa de ella.
La familia es un ámbito violento. La familia es un entorno de protección y de seguridad y, en algunos casos, de frustración y de violencia. Probablemente la gran mayoría de familias tienen un aspecto positivo, pero también son un mecanismo de control. Martha Nussbaum, filósofa norteamericana, dice que lo que no podemos pensar es que la familia es un espacio donde no entra la justicia, o sea, que la familia tiene que ser un ámbito democrático en el que sus miembros tengan derechos a ejercer. En ese sentido, ¿cuándo va a entrar la justicia en las familias? No significa que un niño de diez años decida que no come, sino que la relación sea de respeto, entre pareja, entre padres e hijos, etc.
¿Cuáles son los mecanismos para avanzar en la lucha contra este tipo de violencia?
Hay que partir de las bases de la prevención, la detección y la intervención. En lo que se refiere a prevención, es interesante hacer campañas de concienciación, dirigidas al público en general y también a las personas mayores, para que sepan qué hacer si se encuentran en esa situación. En relación a la detección, todos los mecanismos que ya están disponibles en otros países y funcionan deberían estar traducidos para que los profesionales implicados los tengan a su disposición. Tenemos que aprender de lo que ya está en marcha y funciona. Y sobre la intervención, necesitamos medios para intervenir de manera adecuada. Cuantos más mecanismos haya más poder otorgaremos a los profesionales y empoderar a un profesional significa empoderar a la víctima.

Contacto de prensa

También te puede interesar

Más leídos