"El aprendizaje supone enfrentarse a problemas, proyectos o retos, y no ir consumiendo contenidos"
Juan Freire, las universidades deben generar conocimiento, pero no sólo a través de papeles
Juan Freire, biólogo, profesor universitario y emprendedor, fue el pasado 12 de junio uno de los ponentes destacados del #UOC2TheFuture, el evento de la UOC dedicado a compartir y debatir sobre la innovación tecnológica y el aprendizaje en línea. Freire, que fue uno de los fundadores de TeamLabs, ha liderado la transformación digital del Tecnológico de Monterrey (TEC) de México, y es un referente fundamental en nuevas formas de aprendizaje. En esta entrevista comparte su visión sobre la actualidad y el futuro del aprendizaje en línea, y las condiciones para una mayor innovación y creatividad en las instituciones.
¿Cuáles han sido los objetivos más retadores en tu carrera en los últimos años?
Lo que más me ha retado después de dejar la universidad como académico ha sido poner en marcha proyectos que realmente tengan capacidad de cambiar la realidad y un impacto en el ámbito donde se desarrollan.
¿Qué capacidades identificas que hay que tener para poder trabajar en estos nuevos entornos?
Una herramienta fundamental es el liderazgo desde la perspectiva de saber escuchar y dotar de sentido a una pluralidad de puntos de vista y personas que están construyendo algo conjuntamente. Otra herramienta son las metodologías que vienen del mundo del diseño y del digital, porque te permiten trabajar desde esa lógica experimental y ágil, centrada en generar evidencias, y poder avanzar. Viniendo del mundo científico, yo le encuentro mucha coherencia, porque no es más que llevar lo del mundo experimental y de la investigación científica a otro enfoque.
En alguna entrevista has comentado que trabajando en la universidad sentías que se te "cortaban las alas". ¿Qué debería evolucionar en las universidades para que esto no sucediera?
Mi experiencia con el sentimiento de frustración dentro de la universidad tenía que ver con que los objetivos de mis proyectos no tenían cabida dentro de la institución, y opté por irme. Creo que las universidades, sin ánimo de generalizar, encasillan mucho el trabajo de los investigadores. Se busca producir conocimiento a través de un artefacto que se llama paper, y está muy bien, pero es solo una de las formas de generar impacto. Estoy de acuerdo con que las universidades deben generar conocimiento, pero no solo a través de papers.
¿Qué otras vías propones?
Proyectos realizados con la sociedad que tienen un impacto local. También generas impacto con la propia innovación educativa, que hasta hace poco en la universidad tampoco se contemplaba. La educación era una tarea de cadena de montaje, de ejecutar un plan preestablecido. Para mí, este contexto restringe mucho, y creo que es lo que hay que romper. Yo me fui cuando empezaba la hiperburocratización de la universidad y el mundo de los indicadores. Este es otro problema enorme en una organización que tiene gente a la que debe dotar de amplias dosis de autonomía para poder perseguir sus intereses.
¿Qué es para ti la innovación educativa?
La innovación es crear algo nuevo que cumple un objetivo y resuelve un problema. En el ámbito del aprendizaje, la innovación educativa es cómo consigues mejorar la forma que la gente tiene de aprender, y tiene múltiples dimensiones. Es tan necesario porque, cuando cambian las necesidades de la persona que quiere aprender, tienes que cambiar la forma en la que esta aprende. Para mí, la innovación no es algo que nos hace parecer modernos o un fin en sí mismo. Es una forma de trabajar que te permite aportar valor a las personas.
¿Qué aprendizajes te llevas de las instituciones con las que has trabajado en los últimos años y cuáles crees que se podrían aplicar, por ejemplo, a organizaciones como la UOC?
La necesidad de que haya un liderazgo efectivo en las instituciones, que en las universidades no siempre sucede. Gente que tenga la visión, que sepa a dónde va y que genere las condiciones para que eso suceda y se comprometa con el cambio. Es muy fácil marcar una visión pero luego dejar solo al colectivo para que haga el proceso; eso no funciona. Después, entender que un proceso de cambio es doloroso, en todos los sentidos: no hay que evitar el dolor, pero hay que acompañarlo. También en el aspecto financiero, porque muchas veces se plantean procesos de cambio pero no se dotan de recursos, porque estos están comprometidos para otras cosas. En un plano más técnico, la importancia de la tecnología y lo mal utilizada que está hoy en día en las universidades.
En el TEC de Monterrey hubo un cambio importante de modelo. Desde esta experiencia, ¿qué crees tú que tiene que tener en cuenta una universidad que quiera evolucionar?
Lo primero es tener claro por qué quieres cambiar y qué es lo que quieres cambiar. Una vez que tienes esa certeza, yo creo en un liderazgo claro, que deja amplios márgenes de autonomía y libertad a los agentes del cambio, que marca una dirección y se preocupa de habilitar los recursos y de tener el talento adecuado.
¿Cómo ves el panorama universitario global y qué experiencias identificas que te interesan más?
Detecto cosas interesantes en negativo y en positivo. Me parece que el mundo de los rankings aporta poco valor y que estos han sido muy perversos, porque quizás han puesto orden, pero lo que han hecho ha sido orientar a las universidades a unos objetivos que no eran los suyos. Muchas universidades han perdido el norte, hacen las cosas por aparecer en un ranking y no porque son parte de su misión. En España me sorprende mucho la falta de diversidad de las universidades; todas —mejores o peores— son iguales. Esto me parece un problema como sistema, independientemente de que haya gente que hace cosas maravillosas y universidades muy buenas. Esto contrasta con mi experiencia en Latinoamérica, que es todo lo contrario, el mundo del caos y una diversidad dentro de la cual hay modelos muy interesantes: modelos muy orientados a los territorios; a la educación y la investigación; a la vinculación y relación con la sociedad…
¿Crees que se puede aprender de lo que pasa en Latinoamérica?
Esta diversidad de cosas me parece interesante, y creo que podemos aprender mucho de ese mundo. Luego hay muchas universidades que no están en el radar de la gente, que son nuevas y que hacen las cosas de forma distinta, como la Minerva University o el Ollin College de Boston, con modelos que no podrían ser posibles en España y que a mí me parecen fascinantes; modelos que no tratan de replicar el estándar, sino aportar su propia propuesta de valor.
¿Cuál es tu visión de futuro del aprendizaje online?
El aprendizaje online está en la prehistoria, porque ha empezado replicando la experiencia del aula y nos ha llevado a menudo a un aprendizaje pasivo, centrado en los contenidos y, muchas veces, en la sincronía. Para mí, su futuro es también un aprendizaje activo, muy diverso en sus modalidades, y en el que hay una combinación virtuosa de mucha sincronía que sucede online y en modo presencial con gran flexibilidad. Para eso necesitamos revisar nuestros modelos pedagógicos y repensar la tecnología que da soporte a esos procesos. No hablaría de "aprendizaje online", hablaría de "el aprendizaje", porque vamos a un futuro en el que el aprendizaje tiene una dimensión digital igual que nuestras vidas.
La anomalía va a ser la presencialidad, que va a seguir existiendo porque es interesante para una fase de la vida, la idea de ir al campus porque te ayuda en el desarrollo… Pero va a ser algo minoritario. La mayoría de la gente va a estar inmersa en procesos de aprendizaje digitales, con una hoja de ruta que ofrece la institución que se puede adaptar a tus objetivos. El aprendizaje supone enfrentarse a problemas, proyectos o retos, y no ir consumiendo contenidos, que es lo que pasa ahora. Se trata de llegar al conocimiento a través de la práctica: es un modelo muy efectivo y es la forma de generar engagement.
¿Cómo se puede fomentar la cultura de la innovación dentro de las instituciones?
La cultura de la innovación dentro de las instituciones se debe fomentar generando incentivos, que no tienen que ser solo económicos. Ayudando a que la innovación suceda, generando el contexto, los recursos, las herramientas y el acompañamiento, y luego reconociendo este trabajo de innovación. Hay formas de reconocer la innovación que no tienen que estar ancladas solo al producto final. Si la anclas al producto final, va a dejar de ser innovación, porque la gente se va a preocupar por que las cosas salgan bien y, entonces, va a asumir menos riesgos.
¿Cómo crees que se debe impulsar el talento y la creatividad entre el profesorado y los equipos técnicos de la universidad?
Creo que pasa por generar incentivos adecuados, diversificar los objetivos según los cuales medimos a la gente, fomentar que la gente se atreva a innovar y permitir el error, que no es algo negativo, sino positivo si se traduce en conocimiento y experiencia que puedes transferir. En este momento hay mucha ansiedad entre los profesores, mucho agotamiento de sucesivos cambios tecnológicos que parece que les pasan por encima y de los que no son protagonistas. Hay que generar un entorno de seguridad y de confianza donde los profesores puedan aprender experimentando y desarrollar propuestas que sean realmente innovadoras.
¿Cómo crees que se pueden hacer sostenibles los proyectos de innovación en el ámbito universitario?
Normalmente, estos proyectos se contemplan como un sumidero de recursos, un gasto. Para mí no son un gasto, son una inversión. La innovación debe estar ligada a un beneficio futuro. Hay beneficios en cuanto a generar impacto y estabilidad financiera. Ambos son importantes.
Fuiste uno de los creadores del modelo de TeamLabs. ¿En qué se diferencia su modelo y qué aporta?
Es una organización que nació en el 2012, trabajando con la Universidad de Mondragón. Se puso en marcha un modelo de aprendizaje en emprendimiento cuyo origen es finlandés, el Team Academy. Se basa en aprender a emprender en equipo. Parte de la hipótesis de que la mejor forma de aprender a aprender es emprendiendo. No crees emprendedores desde la teoría, sino desde la acción. Y es necesaria la dimensión de equipo. A partir de aquí se desarrolló un modelo pedagógico muy diferente al convencional. Son programas académicos, pero el primer día un grupo de gente crea una empresa real y todo su proceso de aprendizaje se basa en los proyectos emprendedores que desarrolla esa empresa. Los proyectos van ganando complejidad a lo largo del tiempo y hay un proceso de acompañamiento de un entrenador de equipo.
¿En qué consiste el concepto de "aprendizaje radical"?
Para mí es cuando conviertes toda tu experiencia vital en una oportunidad para el aprendizaje. Es casi un estado mental en el que tú te abres a experimentar y vivir experiencias que te permiten aprender incluso cambiando tus conceptos del mundo. Tiene mucho que ver con el pensamiento crítico, estás dispuesto a entender el mundo e intervenir en él para tratar de cambiarlo, sabiendo que eso te va a cambiar a ti.
¿Crees que las universidades han encontrado la forma de relacionarse satisfactoriamente con el mundo laboral?
Creo que no, porque siguen en ese paradigma de "yo genero el conocimiento y yo te lo transfiero". Aparentemente funciona, porque se produce un diálogo, pero no es un diálogo productivo. Las universidades tienen que hablar con el mundo laboral, pero para coproducir o codiseñar el conocimiento y las prácticas de aprendizaje que se necesitan. Y eso pasa por entender en profundidad la necesidad y codiseñar las soluciones. Es por lo mismo por lo que la investigación de las universidades tiene menos impacto en la sociedad del que debería tener, porque no salen a la calle a entender la complejidad de un problema y no cocrean la solución con la sociedad.
¿Qué peso crees que van a tener las grandes corporaciones tecnológicas en la educación?
Las big tech ya están teniendo un gran impacto, y creo que es negativo. Bajo la apariencia de proveer una tecnología que da soporte, en realidad la tecnología tiene ideología pedagógica, incorpora necesariamente un modelo pedagógico. Lo segundo es que, hoy en día, los datos son fundamentales, muchos de esos datos regresan a las plataformas que les permiten mejorar sus productos, pero no la experiencia de aprendizaje, que acaba siendo el efecto colateral de un modelo de negocio. Creo que no tiene mucho sentido, y no se trata de demonizar a las grandes corporaciones. El problema es tener un modelo propio y, a partir de ahí, decidir cómo usas la tecnología.
¿Crees que las convulsiones geopolíticas tendrán impacto en las universidades, como por ejemplo en Estados Unidos con Donald Trump?
Las convulsiones actuales en el mundo universitario, fundamentalmente en Estados Unidos por el efecto Trump, ya están teniendo efectos. Por ahora, quizás pequeños, pero ya se están moviendo muchas cosas. Además, un sistema como el universitario, que tiene tanta inercia, que está diseñado para la estabilidad, cuando lo sometes a un shock se mueve, y la recuperación, o no sucede o sucede muy lentamente. El modelo universitario de élite norteamericana es un modelo muy específico. Hemos confundido esas grandes universidades con que todas ellas deben aspirar a ser así, y la mayoría se quedan en el camino y dejan de ser lo que tendrían que ser. En este sistema hace años que hay un proceso de crisis alrededor de la libertad de expresión, y ahora estamos viendo un shock en el sentido contrario. No sé qué va a pasar, pero nos debería hacer reflexionar sobre la necesaria autonomía de las universidades, para que sean espacios de libertad de opinión y pensamiento.
Si pudieras transmitir un solo mensaje a la comunidad UOC, ¿cuál sería?
La UOC nace como una anomalía en el sistema, es diferente, con una emisión definida que ha ido evolucionando con el tiempo, que la sitúa en un lugar excéntrico al sistema universitario, y eso para mí es una enorme oportunidad, porque nace sin las inercias de universidades que llevan más tiempo; nace en el futuro, en muchos aspectos, y eso le permite a la UOC —o le obliga a— definir su propia misión en muchas dimensiones, y creo que es lo que está sucediendo. Para mí, el mensaje sería que confiemos en esa misión y tratemos de crear esa comunidad de innovación y aprendizaje, porque creo que es una universidad que va en el buen camino por todas esas peculiaridades que la hacen fuerte y pensada para el mundo en el que estamos ahora.
Contacto de prensa
-
Leyre Artiz