9/7/19 · Salud

La obesidad infantil se ceba con las familias con pocos recursos y estudios

Entre los hijos de trabajadores sin cualificación se registra el doble de obesidad infantil que entre los hijos de directivos y trabajadores con más formación
Foto: Trinity Treft / Unsplash

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Un 28 % de niños y jóvenes de entre 2 y 17 años padece obesidad o sobrepeso en España, según se desprende de la última Encuesta Nacional de Salud del INE, que estima que hay más de 2 millones de niños en esa situación. De estos, casi la mitad, en concreto 964.000, pertenece a familias poco cualificadas profesionalmente. Varios estudios constatan que existe una relación entre el nivel socioeconómico y la obesidad: cuantos menos recursos, más obesa es la población y a la inversa. 

La encuesta del INE constata que la cifra de hijos con obesidad de trabajadores no cualificados (un 13,1%) dobla la cifra de hijos con obesidad de directores y gerentes de grandes establecimientos y de profesionales tradicionalmente asociados a licenciaturas universitarias (un 4,9%).

No es la única encuesta que relaciona la clase social y el nivel de estudios con un índice de masa corporal (IMC) superior a los límites saludables. La Encuesta de salud de Cataluña del año 2018 (que refleja que el 35,6 % de niños de 6 a 12 años padece exceso de peso) constata asimismo que la prevalencia de la obesidad es mayor en las clases más desfavorecidas, diferencia que se hace más patente en el caso de los niños. 

Estudios más antiguos llevados a cabo en Cataluña como la Encuesta de salud de Cataluña de los años 2014 y 2015 ponían ya de relieve que el porcentaje de obesidad infantil iba subiendo a medida que el grado de estudios de los padres disminuía. Por ejemplo, en 2015 había un 8 % de obesidad en clases sociales altas y el 15,9 % en clases más bajas. La cifra de niños con obesidad en familias con estudios universitarios era del 6,8 % y en familias con estudios primarios o sin estudios, del 21,3 %.

Otros estudios desarrollados en Europa y en Estados Unidos confirman la hipótesis de que, en países desarrollados, la obesidad está inversamente relacionada con el nivel educativo, la situación laboral y los ingresos netos que entran en los hogares. La tesis Nivel socioeconómico y obesidad infantil. Hábitos dietéticos en niños europeos explica que los niños de menor nivel socioeconómico se caracterizan por el consumo más frecuente de alimentos procesados ricos en azúcares, grasas, snacks dulces y salados, y refrescos azucarados. Y por el contrario, consumen menor cantidad de frutas, verduras y productos integrales

Las profesoras de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC Anna Bach y Alícia Aguilar atribuyen estos datos a que las clases sociales más bajas «tienen más probabilidades de estar presentes en ambientes obesógenos». Cuentan que un ambiente obesógeno no es otro que aquel que favorece la aparición y el mantenimiento en el tiempo de la obesidad. Y según las expertas existen muchos factores (genéticos, biológicos, psicológicos, sociales y ambientales) que ejercen una gran influencia sobre las elecciones alimentarias y la actividad física que contribuyen a la obesidad, por ejemplo, vivir en un entorno que promueve un consumo de alimentos densamente energéticos y un estilo de vida sedentario; pero también influye la educación recibida, la escasez de tiendas con productos frescos alrededor, la falta de parques, y el hecho de vivir en calles muy transitadas o en climas muy extremos y que pueden favorecer que las personas sean menos activas. 

Los factores de un ambiente obesógeno

Un artículo publicado por la Asociación Internacional del Estudio de la Obesidad en la revista International Journal of Obesity enumeraba los diferentes factores que condicionaban un ambiente obesógeno. Por ejemplo, en el campo del deporte y el ocio, eran factores condicionantes la falta de instalaciones escolares, pocas áreas urbanas de juego, calles inseguras y el fomento de poca actividad por parte de la familia. 

La profesora Anna Bach, que es también directora del máster universitario de Alimentación en la Actividad Física y el Deporte, explica que en los últimos años han constatado un descenso en la práctica de la actividad física y un aumento de las actividades sedentarias vinculadas al desarrollo tecnológico. También han percibido una reducción en la proporción de niños que van andando o en bicicleta a la escuela y un descenso en las oportunidades que tienen los niños de hacer actividad física espontánea. 

Un estudio del Departamento de Salud de la Generalitat constata que solo el 30,6 % de la población de 3 a 14 años hace como mínimo una hora de juego al día en el parque o en la calle, o de deporte, y que es más habitual entre niños y niñas de madres con estudios secundarios o universitarios. 

Un segundo pilar en el que se fundamenta un ambiente obesógeno es la promoción de alimentos ricos en energía y pobres en el plano nutricional. La profesora Anna Bach explica que la publicidad dirigida a los niños en edad escolar de alimentos y bebidas ricos en energía y pobres nutricionalmente y el tamaño de las raciones contribuyen también al ambiente obesógeno. 

Explica que se trata de alimentos con «calorías vacías», porque tienen un alto contenido en grasas saturadas, azúcares simples y un exceso de sal. Se trata de dulces, zumos, refrescos, bollería industrial, helados y aperitivos. Todo ello, dicen las expertas, ha favorecido el aumento del consumo de comida rápida y el hecho de estar constantemente picando. Llama la atención que el 47,1 % de niños de hasta 14 años de madres con estudios primarios y sin estudios consume con frecuencia alimentos hipercalóricos, según se apunta en la Encuesta de salud de Cataluña del año 2016.

Un tercer pilar es el de la familia, un espejo para los niños. La profesora Alícia Aguilar, directora también del máster universitario de Nutrición y Salud, explica que los niños que tienen padres con sobrepeso, que comen alimentos con un alto contenido calórico y que son inactivos, probablemente se convertirán en niños con sobrepeso y en adultos con sobrepeso. 

Y el último pilar es la educación y la información. Según las expertas, en la escuela debería prohibirse la promoción de alimentos altamente energéticos y nutricionalmente pobres dirigidos a los niños, una restricción que ya se ha puesto en marcha en España. En Cataluña, el currículo escolar incluye la educación nutricional, y muchas escuelas organizan ya charlas y actividades sobre alimentación y estilos de vida saludables. 

Consejos para reducir las tasas de obesidad

Las profesoras Anna Bach y Alícia Aguilar enumeran una serie de consejos que ayudarían a revertir las elevadas tasas de obesidad, que califican como «la epidemia del siglo xxi», y que en España han pasado del 7 % al 17 % en tres décadas. Así, por ejemplo, recomiendan aumentar el consumo de alimentos de origen vegetal como frutas y verduras, así como legumbres, cereales integrales y frutos secos; limitar la ingesta de azúcares; limitar las horas de sedentarismo de los niños y fomentar desplazamientos a pie o en bicicleta a la escuela; hacer actividad física sobre todo en niñas a partir de los 11 o 12 años, edad en la que muchas dejan de hacer deporte; dormir suficientes horas, y hacer comidas en familia. De hecho, las profesoras explican que tanto la familia como la escuela desempeñan un papel importante en la adopción de hábitos saludables.

Y ¿cómo afecta a la salud del niño?

Las expertas recuerdan que muchas enfermedades metabólicas, como algunos casos de diabetes o el colesterol alto, se inician de manera prematura durante la infancia. Bach y Aguilar explican que la mitad de los niños que padecen obesidad tiene lo que se conoce como síndrome metabólico pediátrico, un grupo de factores de riesgo que incluye resistencia a la insulina, hipertensión y otras anomalías metabólicas. Pueden sufrir también trastornos respiratorios como la apnea del sueño obstructiva y, las chicas, el síndrome de los ovarios poliquísticos

¿Un impuesto sobre bebidas azucaradas?

La profesora Anna Bach cree que para mejorar el acceso a los alimentos en la base de la pirámide (frutas, verduras, legumbres, frutos secos, cereales enteros) podría ser más efectivo reducir la tasa de estos alimentos que centrar los esfuerzos en un impuesto sobre las bebidas azucaradas o los alimentos ultraprocesados ricos en calorías y pobres nutricionalmente, que se podría aplicar en paralelo. 

Expertos UOC

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